Después de haber planeado las vacaciones, y tener dificultades para encontrar el lugar adecuado, para que fueran Roberto, Ana, los gemelos Daniel y Angie y su niñera Amira, lograron reservar una cabaña en Beachfront Cottage, Villa Carolina, donde duraron una semana divirtiéndose, nadando en la playa, en la piscina del complejo, jugando en la arena haciendo castillos de arena, estuvieron muy relajados, pero Roberto no lograba olvidar a su chiquilla traviesa, malgeniada que ahora era su prometida y con su pequeño ángel; las echaba de menos a las dos, era una lástima que no pudieran acompañarlos, solo pensaba en ella, recordando sus besos y su cuerpo pegado al suyo, era hermoso sentirse enamorado otra vez, aunque, esta vez, era más intenso, porque era la adecuada, era su alma gemela, era un bálsamo para su vida y la de sus hijos.
Tuvieron que regresar en el sexto día, porque se presentó un problema en la casa, se rompió un tubo en la cocina y se inundó y como sólo estaba la señora Antonia, su ama de llaves, ella lo llamó toda asustada, a pesar que había llamado al plomero, así que recogieron todas sus cosas y regresaron a la casa para ver en qué estado había quedado la casa.
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El celular de Ana timbró y ella miró la pantalla, sonrió al identificar el número, era de su primo Pedro, él era hijo de una hermana de su mamá que vivía en Ciénaga Magdalena, era abogado, ya hacía mucho tiempo no lo veía.
- ¡hola Pedrito!, y ¿ese milagro? Caminó hasta la sala y se sentó en uno de los sofás.
- hola, ¡prima hermosa!, para que veas – se carcajeó – ya que tu no me llamas.
- nada primo, es que no estaba en Santa Marta ni en Colombia, mijo. - ella también se ríe
- ¿de verdad? ¿y eso? ¿Dónde estabas?
- estuve tres meses en México y tres meses en New York, en intercambios de conocimientos – se quitó los zapatos y subió las piernas – llegue hace una semana y luego nos fuimos con Roberto y los niños a Villa Carolina a descansar unos días.
- anda prima, pero que chévere, y la verdad es que yo también deseo ir a descansar unos días, pero mi jefe se fue a una excursión y me dejó a cargo el despacho – suspiró – pero ya regresó – y se escuchó una sonrisita – por eso te llamo Anita, quiero que me hagas el dos.
- ¿yo? ¿Por qué yo? – Ana siente que es una “cita a ciegas” que quiere hacerle Pedro – no me gusta las citas a ciegas, Pedro – le dice muy seria.
- no es una cita, Anita, por favor hazme el dos, ¿sí? Ella lo escucha suplicarle.
- ¿y quién es el tipo que voy a acompañar? Le pregunta dudosa
- mira, es mi jefe, él es una persona muy solitaria y quiero demostrarle que también puede divertirse, ya que es muy joven, para que se porte como un anciano
- y ¿cuántos años tiene? Porque no quiero acompañar a un viejo, ¡te lo advierto!
- claro que no es viejo, solo tiene veintiséis años.
- ¿tienes un jefe de veintiséis años?, pero ¿es un prodigio, o qué? Ana se asombró por la edad del jefe de su primo.
- sí. Además, estoy loco por su hermana, pero ella ni me mira para nada – le siente el tono de voz triste – por eso voy con una amiga y quiero que tu acompañes a mi jefe, por favor, primita hermosa.
- ¡ay, está bien! ¿Cuándo es la salida? Pregunta resignada.
- esta noche. – le dice Pedro.
- ¡Qué! Y hasta ahora me llamas – le grita – y ¿a qué hora es? Y mándame por mensaje la dirección del lugar.
- ¡no!, yo paso por ti, y eso quiere decir que tienes quince minutos para que te arregles y te pongas hermosa, porque ya voy en camino.
- ¡pero qué diablos, Pedro! Si ya es tarde – le cuelga la llamada y sale corriendo para su habitación. Roberto sale de la habitación de los niños y le pregunta.
- ¿Qué pasa, Ana? ¿Cuáles son las carreras?
- es que el tonto de Pedro me invitó a salir y el muy… ya viene en camino – cerré la puerta, entré quitándome la ropa y fui al baño a darme una ducha rápida, me cepillo los dientes y salgo del baño, corrí al closet a buscar que ponerme, agarré una falda corta, una camiseta de tiras de color fucsia una chaquetilla corta de mangas largas, ropa interior y zapatos de tacón, cuando me estaba maquillando, escuché el timbre, me imaginé que era Pedro, que ya había llegado, me cepillo el cabello, tomo un bolsito para meter sus documentos, billetera con mi monedero, un labial y maquillaje para el retoque, una botellita de mi perfume favorito y salí de su habitación. En efecto Pedro me estaba esperando y me despedí de mi hermano, que estaba hablando con él en la sala. Salimos y me subí al auto y me encontré con Yolima, la mejor amiga de Pedro, nos saludamos y él arrancó el auto.
Llegamos al bar, nos bajamos y esperamos a Pedro que estaba estacionando el auto y entramos, ya en el interior del bar, buscamos una mesa para poder estar más cómodos y Pedro dijo que iba por unas bebidas y que esperáramos a que él regresara, así que nos sentamos y comenzamos a platicar para adelantar “cuaderno” como decimos aquí, (eso quiere decir que hablamos sobre las cosas que nos habían pasado, desde la última vez que nos habíamos visto), en eso regresó Pedro con nuestras bebidas y nos dijo que el jefe había llegado y que estaba en la entrada, yo miré hacia ese lugar, pero no distinguí mucho, porque había mucha gente, luego giré la cabeza, porque Yolima me estaba preguntando algo.