CAPÍTULO 28: FINAL EXTRA 2
De todas las cosas importantes en la vida de la familia Benavides Maldonado, es vivir en familia las alegrías y las tristezas, en especial las de los cumpleaños, en especial el de Ana Montemayor. Han pasado tres semanas desde la sentencia de Clara Inés Miraflores y la familia Benavides ha tenido momentos de felicidad, con el nuevo miembro. Santi es un niño feliz, amoroso y muy travieso, ya se ha adaptado a la rutina de la casa donde vive, Ana y Julio lo han llenado de amor y confianza, pero también le están enseñando lo que debe o no debe hacer, a pesar de sus dos añitos, es un niño muy inteligente. En estos momentos se encontraban ya arreglados para ir a la casa familiar, Ana y Santi estaban en la sala, esperando a Julio a que sacara el auto del garaje, cuando escucha unos disparos en la calle, se levanta tan rápido como le deja la gigante panza que tiene.
- ¡Julio, amor! ¿Qué ha pasado? – abre la puerta y sale a la terraza, pero en ese instante uno de los guardaespaldas, se lo impidió – pero, ¿Qué fue lo que pasó? ¿le dispararon a Julio, ¿verdad? Valencia
- Si, señora, pero no le pasó nada, además; ya detuvimos al maleante que disparó – en eso entra Julio hablando por el celular
- Sí, señor, pueden enviar a una patrulla… ¡claro que sí! Mis guardaespaldas lo inmovilizaron, lo esperaremos para que le lean sus derechos, aunque él los sabe muy bien – Benavides, me las vas a pagar, voy a cobrarme todo lo que me has hecho – Ana escucha la voz del hombre – no le hagas caso, amor – se acerca a ella y le da un beso en los labios mientras la abraza, toma a también a Santi en brazos y le besó la frente – no se preocupen, ya todo está controlado – se separa un momento de ella y la mira interrogante - ¿estás bien, amor? Siento que estás temblando.
- estoy asustada, pensé que te había pasado algo – tenía los ojos llorosos y las lágrimas le estaban rodando por las mejillas – estaba preocupada por ti – Julio la vuelve a abrazar y en eso siente la presencia de sus hermanos – Fer, estamos bien, solo fue el susto. ¿tú también Andrés? - ¡claro que somos nosotros! – le grita su hermano – sabes bien que cuando uno de nosotros está en peligro, lo sentimos, así que no me vengas con eso que fue solo un susto - ¡intentaron matarte! – le gritan ambos – está bien, pero no me griten, ¿vale? Estamos bien, sólo Ana está nerviosa, así esperaremos a que se calme, para luego ir a la casa – está bien, eso también lo sentimos, bueno yo ya me voy Roberto acaba de llegar a la casa – dice Lucía Fernanda – yo también me voy – dice Andrés – oye, espera un momento, hermano, ¿Dónde estás? Te siento muy lejos – jajajaja, pensé que no me ibas a preguntar – dice riendo - ¡claro, pendejo! Creía que no me iba a dar cuenta – sí claro, como siempre estás pendiente a otras cosas, - le reclama – Andrés Leonardo Benavides Maldonado, no me has dicho que has encontrado a Tita y ya me di cuenta que está embarazada – le grita Fer – si, sabía dónde estaba todo este tiempo, pero le estaba dejando estar, para ver si regresaba, pero… - responde con un suspiro – pero, ya es hora que reclame a mi mujer y a mi hijo, ¿verdad? – sonríe satisfecho de su decisión.
- Andrés te felicito – le dice Ana, también entrando en la conversación – contenta por todo lo que estaba pasando con sus cuñados - ¡vaya, cuñadita! – le dice Andrés riéndose – cuñis cuñis – eso está bien, ya que lo puedes hacer a través de mi príncipe – le dice Lucía Fernanda también riéndose – bueno, ya basta con ustedes sin oficio – les regaña Julio – adiós. Termina la comunicación mental y él lleva a Ana y al niño a la habitación para que descanse un rato, hasta que puedan ir a la casa de sus padres.
Todo volvió a la normalidad, después del suceso ocurrido en casa de Julio y Ana. Ellos fueron al rato de lo que pasó y pasaron un rato muy ameno y divertido olvidándose de las ocurrencias y travesuras de los niños. Los amigos de Ana, estaban presentes y todo fue recocha y risas contando anécdotas de todos los presentes, en especial de Ernesto que molestaba a Julio y lo hacía rabiar, y eso era risas para todos.
Al pasar los días, Ana se iba sintiendo con muchos malestares e incomodidad, ya que los gemelos se movían mucho y no la dejaban dormir y eso preocupaba mucho a Julio, que también se trasnochaba con las incomodidades de su mujercita adorada, él la complacía mucho con todos sus antojos y la ayudaba a que se sintiera más cómoda y fresca, también decoraron la habitación de los niños, que se encontraba al lado de la habitación principal que estaban ocupando, les había quedado hermosa, ella estaba contenta con el resultado.
En la semana treinta y siete, se le presentó parto y la llevaron de urgencia a la clínica, Julio estaba muy nervioso y alboroto a toda la familia con esta situación, parecía un lobo enjaulado, caminando de un lado a otro en la sala de espera, porque lo habían sacado de la sala de maternidad, porque sufrió un desmayo por los nervios, en este momento, cada uno de sus hermanos, se acercaban para pedirle que se calmara, porque sus nervios los intuía Ana y no era recomendable para ella y los bebés.
Han pasado ya tres horas, cuando en eso sale el ginecólogo con un bebé y junto a él venía Lucía Fernanda, que estuvo presente en el parto, se veía feliz con el otro de los bebés en sus brazos, se acerca a su hermano, para mostrarle al bebé.
- Mira Julio ¡qué hermoso es! Y el otro también. Son idénticos. Van a tener muchos problemas con ellos, en el momento de identificarlos, ¿sabes? – se ríe al ver la cara de su hermano; todos se acercan para ver a los recién nacidos y murmuran felicitaciones a Julio y lo abrazan. Julio toma en brazos al que su hermana le tiende y lo toma con mucho cuidado, tiene lágrimas en los ojos que van corriendo por sus mejillas, se siente conmovido y feliz, porque ya tiene a sus hermosos hijos con él.