"Entonces él la tomó entre sus fuertes brazos y la besó con pasión ...sólo un Highlander podía besar hasta quitar el aliento.Travis Mcdoug, sin duda alguna , honraba a los de su clase ..."
¡¡¡Diablos!!! –gimió la mujer y arrancó la hoja del cuadernillo que estaba escribiendo .Luego se tomó una copa de vino y suspiró. Se sirvió otra.
"¿Highlander?" ya estaba cansada de esos estereotipos, no quería más caballeros escoceses en kilt, griegos dominantes ni italianos seductores, de hecho hacía meses que no podía escribir una línea decente y el hecho de que una escritora de novelas románticas estuviera harta de los personajes masculinos no era buena señal.
El problema era que necesitaba escribir sobre alguien real. Pero sus modelos masculinos reales dejaban mucho que desear, sin lugar a dudas su último novio era un magnífico ejemplo, mientras ella volaba por las nubes del romance, él embarazaba a una joven como diez años menor.
De hecho aquellos dos acababan de casarse, al menos había tenido la decencia de no invitarla a la boda, a pesar de que la novia sin cerebro había jurado que adoraba sus novelas y era su fan.
"Mala idea acostarte con mi novio, entonces" había pensado ella , pero no lo había dicho, ya bastante la golpiza que le había dado a él y el escándalo público que había trastornado a la concurrencia de un afamado restaurante cuando se había enterado. Odiaba pensar que ya no podría comer allí, amaba las pastas italianas de aquel sitio.
Tomó otro sorbo de la copa y se dirigió al contestador, había más de diez mensajes de su editora preguntando para cuándo estaría la próxima novela. Borró los mensajes y se tiró en su sillón favorito a observar el cielo nocturno.
Aquello no mejoró su estado de ánimo, mirar el cielo desde un lujoso departamento en la ciudad tenía sus inconvenientes, no se veían las estrellas, sólo las luces de la agitada metrópoli.
Allí definitivamente no había nada que la inspirara,
Tenía que escribir una novela, pero estaba harta de los mismo protagonistas de siempre, era lo que querían las lectoras, pero en realidad últimamente ninguno de sus personajes parecía vivo.
Si lo pensaba un poco las vidas de las escritoras que conocía eran un desastre, tenían una gran cuenta bancaria, la devoción de las fans, el desprecio de los intelectuales y las peores vidas amorosas del mundo.
Por no ir muy lejos, Bianche Leblanc había intentado suicidarse dos meses atrás, Lisa Queen había sido demandada por su cuarto ex marido que había logrado quitarle la mitad de su dinero, Mery Deveux había sido abandonada por su novia, y por si fuera poco estaba ella, la afamada Katherine Fairfax cuya vida amorosa contaba con un extenso prontuario de fracasos.
Terminó de tomarse el vino y se fue a dormir, tampoco escribiría aquel día.
Aquella mañana necesitaba compañía, alguien confiable.
-Perdóneme padre porque he pecado...-dijo Katherine arrodillada en el confesionario
-Dime hija mía, te escucho – respondió la suave voz del sacerdote.
-Bueno, llevo varios meses sin sexo y me estoy desesperando ¿Y cree que está mal que desee que mi ex novio y su novia preñada como vaca se pierdan en el triangulo de las Bermudas mientras viajan de Luna de miel? ¿O qué se los coman los caníbales? Ahhh...también esta mañana le robé el diario a mi vecina y le mentí a mi editora, y...
-¡¡¿¿Kit?!!¿Qué haces aquí? – preguntó de pronto el joven cura abriendo la puerta del compartimiento donde Katherine se encontraba.
-He venido a confesarme, ¿qué más? – dijo ella con cara de inocente.
-Ni siquiera eres católica.
-Lo soy, estoy bautizada aunque no venga aquí muy a menudo.
-Pues búscate otro cura confesor, yo no lo seré.-dijo él enojado.
-Oye Nick, tú eres mi amigo, tienes la obligación de escucharme, estoy segura de que hiciste algún juramento al respecto.
-No, en ningún lado decía que era mi obligación escuchar tus desvaríos, estoy seguro.
-Bueno, es tu obligación moral. Me lo debes, que mi vida sea un desastre es culpa tuya ¿Cómo crees que se siente una chica cuando su primer novio la abandona para meterse a sacerdote? – preguntó poniendo sus brazos en la cintura.
-Bien, bien, te escucharé...espérame afuera –dijo él claudicando y ella sonrió.
Un rato después Nicolas fue hasta donde ella estaba sentada, en un borde que había alrededor del jardín de la iglesia.
-¿Te dije alguna vez que me gusta cómo te queda la sotana?-preguntó provocadora.
-Ya , deja la tontería ¡¿Eso es cerveza?! –preguntó al ver lo que la chica tenía en la mano.
-Yeahhhh baby, ¿quieres una? Tengo seis...-dijo levantando el pack que estaba junto a ella en el suelo.
-¡¡Kit!!
-Bueno, ¿vas a escucharme o a darme sermones?
-Escucharte. Los sermones no sirven contigo.-dijo él y se sentó a su lado.
-Bien, eres un chico listo.
-¿Y a qué se debe esta crisis? ¿Todavía estás llorando a Tom?
-No, claro que no. Es un imbécil. Se debe a que no puedo escribir ninguna historia...
-¿Se te acabaron las ideas?
-Algo así, ¿no sabes de ningún embrollo entre algún cura y una monja? Creo que no estaría mal una historia de amor prohibido...
-Katherine...
-Está bien, me comporto – dijo suspirando desilusionada.
-¿Estás segura que es porque no puedes escribir? ¿No será que necesitas...? – dijo y se puso colorado.
-¿Sexo? Ay, cielos que eres mojigato, ni siquiera puedes decir la palabra, no, no importa lo que dije recién. ¿Sabes? si quisiera no es tan difícil acostarme con alguien. Supongo que para ti es complicado, pero no para mí...
-Iba a decir si no necesitas enamorarte Kit, no hablaba de sexo...
-Ahhhh, no, enamorarme menos, sólo quiero inspiración para mis libros.
-¿No te sientes sola?
-Nick,no he tenido buenos resultados hasta ahora. Sola es lo mejor. Veamos, el primero...TÚ...luego de nuestro primer beso, me dijiste que te harías cura Eso arruinó mi autoestima,¿qué había hecho tan mal para empujar a mi chico a un monasterio?