Katherine gimió en voz alta, luego recordó donde estaba y con quién, miró culposa a su acompañante mientras masticaba el bocado de pizza que acababa de morder.
-Es que está delicioso, y tenía hambre – se excusó mientras él la miraba divertido.
-Cierto, está muy rica. Aunque creo que después de esa comida extraña he perdido el buen juicio para juzgar comida y cualquier cosa comestible estaría bien.
-No, no, esto es delicioso, debes reconocerlo – insistió dando otro mordiscón.
Lo cierto era que la piza estaba muy rica , el aroma a albahaca y oliva tentaba ya antes de probarla, pero era una de las mejores pizzas que Blake había probado. Y además su acompañante la disfrutaba tanto que era contagioso.
-Es buena, lo admito – dijo- Cuéntame sobre tus citas, acepto el trato.
-¿En serio? – preguntó mirándolo ilusionada.
-Sí, no se me ocurre otra forma de encontrar información sobre los hombres que acuden a esa agencia y saber si hay alguno adecuado para mi hermana.
-La información es poder – declaró ella y al instante se dio cuenta que eso había sonado extraño, así que sonrió –Parezco la villana de una película.
-Sí, sobre todo sosteniendo esa porción de pizza- observó Blake y ella agradeció que aquel hombre tuviera sentido del humor.
-Bueno, te hablaré del primero, pero no entres en pánico- le advirtió y le contó sobre aquella primera cita y las fotos del celular del tipo.
-Creí que la agencia se encargaba de revisar muy bien los perfiles de sus candidatos para que no suceda nada así – dijo él visiblemente molesto.
-Lo hacen, pero dudo que él dijera que tenía fotos de sus partes intimas en el celular , de hecho incluso fue un descuido que yo terminara viéndolas. Aunque creo que huiré de cada persona que piense nombrarme a sus sobrinos en una conversación
-Deberías – acotó él y ella notó que había fruncido el ceño.
-Pero el segundo no fue tan malo, un poco aburrido, pero parecía buena gente. Aunque, ¿sabes si a tu hermana le gustan los hombres calvos?
-¿Calvos?
-Sí, sin cabello.
-No, no lo sé. No recuerdo haber hablado con ella al respecto – respondió confuso.
-Deberías preguntarle cuando hables con ella.
-¿Le pregunto si le gustan los hombres calvos? ¿Casualmente?
-Sí, supongo que sonará raro, pero seguramente encuentras la manera de ser sutil. Puede ser algo como "Estoy perdiendo cabello, ¿crees que a las mujeres les gusten los hombres calvos?"
-Dirá que sí para consolarme, y solo para dejar constancia, no estoy perdiendo cabello – aclaró divertido.
-Eso parece- comentó ella observándolo.
-Aunque empiezo a tener canas.
-Digamos que te da un toque de sabiduría y que , además, es más fácil teñirte el cabello que recuperarlo – bromeó ella y luego le contó más de su segunda cita – ya ves, salvo la ausencia de cabellera, era bastante decente.
-Entonces vamos un cincuenta cincuenta por ahora.
-Mmmm, en realidad tú eres el tercero, pero por razones obvias no entras en el conteo.
- Pero entro en la parte de los decentes, eso espero.
-Eres parte interesada y ahora eres cómplice también, y no cuentas como candidato, pero supongo que por cuestiones estadísticas harías inclinar la balanza hacia el lado positivo- concedió ella .
-¿Pedimos más? – preguntó Blake señalando que ya no quedaba comida.
-Sí, ahora te toca contarme tu experiencia con tus citas.
-¿Más cerveza? ¿Qué tal manejas el alcohol? – preguntó cauto.
-Más cerveza también, y no te preocupes, no deberás cargarme borracha, puedo con esto y aprendí a detenerme a tiempo. No suelo emborracharme a menos que lo haga a propósito, sucede cada tanto, pero no hoy.- explicó, entonces él ordenó más pizza. Mientras empezó a contarle.
-Me siento extraño hablando de esto, no me gusta hablar mal de las mujeres.
-Lo entiendo – sólo cuéntame tus impresiones, lo bueno o lo malo.
-De acuerdo, diré que lo que me molestó era que parecían demasiado decididas a atrapar a alguien, claro que es porque yo no hago esto de verdad así que supongo que si fuera un candidato real no me hubiera resultado tan impactante su actitud o que me interrogaran, sobre todo la primera.
-Se supone que deben conocerse, para ello son necesarias las preguntas.
-Sí, lo sé. Por eso es normal preguntar de qué trabaja alguien pero ya indagar en cuanto ganas por mes, en tus cuentas bancarias, proyectos de inversión, es demasiado. Y no me refiero solo a lo económico sino que cualquier cosa que decía servía para desatar mil preguntas. Pero lo extraño era que no sentía que estuviera realmente interesada en mí, sé que solo estoy fingiendo pero supongo que el ego sigue estando en medio y no sentía que quisieran saber sobre mí personalmente, ¿se entiende?
-Sí, creo que sí ¿Y la segunda? ¿También preguntaba mucho?
-En ese caso el problema fue más bien que estaba de acuerdo con cualquier cosa que yo decía, enfáticamente de acuerdo.
-Creí que a los hombres les gustaba eso – rebatió ella.
-Supongo que a algunos, a mí no. Quiero decir, me gusta que tenga sus propias opiniones, es agradable coincidir pero no quiero alguien que deje de lado quien es solo para complacerme.
-Sí, me temo que es un error que cometemos muchas veces – dijo ella y él la observó.
-¿Te pasó?
-Sí, también hubo veces que dejé de ser yo, y obviamente los resultados fueron caóticos. Pero no hablamos de mí, ¿qué más me puedes contar? ¿Edad, profesiones?
-Ambas mujeres estaban en mitad de los treinta más o menos, la primera era bioquímica y la segunda era analista de sistema. Aunque hablarnos más de mí que de ellas
-Al menos más variedad que los míos – respondió ella. Y se dio cuenta que ya habían terminado su segunda pizza. Habían pasado mucho tiempo hablando.
- Creo que es hora de irnos, ¿cuándo será tu próxima cita? – le preguntó Blake.