Tú eres mi inspiración

Capítulo 8

Al regresar a su casa, Katherine intentó escribir un poco una historia donde los protagonistas se conocía a través de Tinder, pero fue un fracaso rotundo, le salía artificial y su mente divagaba, no era lo suyo. Finalmente, terminó escribiendo una escena de una pareja en un parque, era una escena suelta, ni siquiera había contexto o historia, pero había llegado a escribir historias completas sin saber el nombre de los personajes hasta último momento. Al menos era un ejercicio de escritura y la alejaba de la temible página en blanco. Parecía ser que la inspiración volvía, era como un aleteo, algo muy sutil. Esperaba que fuera pronto, porque además de que amaba escribir, necesitaba publicar para poder vivir, era su trabajo.

Luego se puso a ver series mientras comía un sándwich, tenía que admitir que ver series en Netflix o pasar horas perdida en Pinterest no la ayudaban en su productividad, pero tenía un bloqueo y no había nada que hacer, aunque ir a la agencia de citas había sido una buena idea.

Al día siguiente tenía otro de sus encuentros, y le daba mucha curiosidad con qué tipo de hombre iba a encontrarse, esas citas era como condensar en diez encuentros lo que pasaba a lo largo de una vida, conocer personas sin saber qué esperar de ellas. ¿Quiénes eran? ¿Cómo pensaban? ¿Qué les gustaba y que no? Lo que uno tardaba años en descubrir de alguien, era mucho más acelerado en aquellos encuentros.

Se durmió tarde así que al día siguiente no tenía muchas ganas de arreglarse para su cita, el día estaba gris y algo fresco, así que optó por unos pantalones azules, un sweater liviano y una chaqueta de jean.

Su cita era en un restaurante moderno pero informal, y el hombre era una de esas mezclas que le habrían atraído en sus veinte, era un amante fanático del deporte y a la vez era bajista de una banda de rock.

Tendría unos cuarenta y cinco y se veía muy bien, pero luego de escucharlo hablar entusiasmado de salir a correr a las seis de la mañana diariamente, Katherine agradeció que todo aquello no fuera en serio.

-¿Qué deporte te gusta? – preguntó él interesado y ni haciendo uso de toda su imaginación pudo nombrar alguno, era sedentaria por naturaleza, había hecho intentos de ir al gimnasio pero por cortos periodos de tiempo. Le gustaba caminar pero ni siquiera atinó a responder eso.-¿Alguno? – insistió él.

-Maratones – dijo finalmente pensando en las muchas horas que pasaba leyendo o mirando temporadas completas de series, pero se sintió culpable, así que se corrigió- Verlas, no realizarlas, no soy muy buena con los deportes .

-Ah- exclamó él claramente desilusionado.

-Pero me gusta el rock – dijo para animarlo y durante una media hora hablaron de música.

Al despedirse , Katherine pensó en que era un sujeto agradable y quizás Blake conociera entre sus candidatas alguien adecuado para él, una mujer que también amar salir a correr a la mañana o hacer abdominales juntos mientras escuchaban a los Rolling.En ese instante se dio cuenta de dos cosas, de que tenía ganas de ver a Blake para contarle y que se le estaba despertando una vena de Celestina, luego pensó que lo de Agencia de citas incluso servía como argumento para una novela.

Finalmente llamó a su amiga Margarita, necesitaba una charla con otra escritora y de paso podrían divertirse con lo de las citas, además quería animarla porque la última vez la había escuchado muy desanimada.

Llamó y nadie respondió, volvió a intentarlo, hasta que un presentimiento de esos feos y oscuros se le anidó adentro, detuvo un taxi y fue a la casa de su amiga.

Un par de horas después estaba sentada en un banco del hospital sosteniendo fuerte a Belladona, Margarita había tomado demasiadas pastillas para dormir y aunque la había encontrado a tiempo, aún estaba inconsciente. Y ella estaba en estado de shock, cuando pasaba algo así todo se volvía confusión, tristeza, angustia, culpa, todo mezclado. Su amiga era buena persona y era injusto que estuviera tan mal, tan triste como para haber llegado a aquello, y era angustiante que ella no hubiera podido hacer nada antes.

Se sentía perdida.

-¿Katherine? – llamó alguien a su lado y entonces levantó la vista y se encontró con la mirada preocupada de Blake. La había llamado un rato antes para preguntarle por la cita y ella le había contado lo sucedido. Ahora estaba ahí.

-¿Viniste?- preguntó extrañada

-¿Cómo está tu amiga?

-Inconsciente aún.

-¿Qué dijeron los médicos?

-Que estará bien.

-¿Quieres ir a descansar? ¿Necesitas algo?

-No, solo quiero estar aquí por si despierta, no quiero que esté sola.

-De acuerdo. Quedémonos – dijo y se sentó a su lado. La acompañó en silencio , aunque fue a buscarle café y preguntó cada tanto si necesitaba algo. Luego la escuchó cuando ella comenzó a hablar de Margarita. Y cuando los médicos le avisaron que había despertado, él se quedó sosteniendo a Belladona para que pudiese ingresar a verla.

¿Qué se le decía a alguien que había intentado quitarse la vida? ¿Qué se le decía a alguien que estaba tan triste? Katherine no sabía, así que hizo todo junto, la insultó, la amenazó, le dijo lo idiota que era y luego le dijo lo mucho que la quería y lloraron juntas. Le prometió a su amiga que cuidaría de Belladona y le contó como la había traído con ella y había convencido a los médicos para que la dejaran mantenerla mientras esperaba.

-Vete a descansar, Kit- dijo Margarita- Prometo estar aquí mañana- susurró.

-Cuento con ello- dijo y la besó en la frente, luego salió.

Se sentía agotada.

-¿Cómo está?

-Me pidió que fuera a casa.

-Me parece buena idea, necesitas descansar y comer algo, supongo que la perrita también debe comer. Vamos, las llevo.

-De acuerdo, pero iré a avisarle a las enfermeras para que me avisen cualquier cosa.- dijo preocupada y él asintió. Luego cumplió su palabra y la llevó a casa.




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