Tú eres mi inspiración

Capítulo 12

Katherine clavó el tenedor en su crepe y tomó un gran bocado.

-¿Entonces te fuiste? – le preguntó Blake que estaba frente a ella. La mujer asistió con la cabeza pues tenía la boca llena. Él se inclinó ligeramente hacía ella y le limpió la crema que tenía en la comisura, fue tan inesperado y repentino que Katherine se sorprendió.

-Lo siento – se disculpó al notar la sorpresa de ella- Es una vieja costumbre por mi hermana, es casi instintivo.

-¿Lo haces con todas las mujeres que tienen crema en la boca?

-No, creo que eres la segunda- respondió encogiendo los hombros- ¿Qué hizo de mal este hombre?

-Fue horriblemente terrenal.

-¿Eso es posible?

-Sí, lo es. Las personas necesitan tener algo de poesía dentro de ellos, no dejes que tu hermana se case con alguien que sea tan práctico.

- Me temo que no termino de entender que sea malo que un hombre sea práctico, ¿no sería peor un irresponsable que vive en la fantasía?

-Es que no estás apreciando la diferencia verdadera, se puede ser práctico, sensato, no está mal, pero aún así ser alguien que se detiene a mirar las estrellas o apreciar algo pequeño. Pero ser un burócrata de la vida, eso es imperdonable. Y éste lo era. Sería aburridísimo vivir con alguien así, aunque estoy segura que a algunas mujeres no les molestaría.

-Pero a ti sí. Y creo que mi hermana también odiaría a alguien así.

-¿Y a ti como te fue?

-No dejó de mirar el teléfono. Juro que hubo un instante en que quise arrebatárselo y hundirlo en la sopa. Entendería si hubiera tenido una situación familiar o algo así, pero no era el caso, sólo no podía desprenderse de él, y me pareció una falta de respeto cuando intentaba conocer a alguien. Es decir, si uno sale con alguien al menos debería prestarle atención, aunque luego decidas que no es adecuado porque le falta poesía, ¿verdad?

-¡Oye!- protestó Kate pero él le sonrió- De acuerdo, te entiendo, también yo le hubiera metido el teléfono en la sopa –luego amplió la sonrisa- De hecho alguna vez le tiré un celular a mi ex, no me prestaba atención, no dejaba de mirar ese aparato en cada salida. Creo que ahora entiendo por qué me dejó, aunque en realidad me dejó porque se contactaba con su futura esposa y por eso estaba tan pendiente del teléfono. O sea, soy inocente.

-Lo eres, aunque en este instante te ves como el gato de Cheshire – comentó él.

-Un Gato de Cheshire muy satisfecho, en realidad soy una mujer simple, un poco de atención y un postre con mucha crema y soy feliz.

-Ya veo ¿has logrado volver a escribir?

-Sí, pero no hablaré de ello porque temo que se corte la racha – respondió y se guardó para sí misma que tampoco le diría porque el protagonista masculino se parecía mucho a él, tenía al menos esos mismos ojos color ámbar ,las canas en las sienes que le daban un toque muy particular y muchos rasgos de su personalidad. De alguna manera Blake se había colado en sus escritos.

Al salir de la cafetería caminaron un par de cuadras mientras charlaban y pasaron junto a una librería. Katherine adivinó lo que él haría.

-Ni se te ocurra – dijo e intentó detenerlo tomándolo del brazo pero él la arrastró consigo.

-Quiero leer lo que escribes.

-Son novelas románticas, no te imagino leyendo novelas románticas. Puedo enviarte algo al mail, un cuento o algo así – insistió intentando persuadirlo. Extrañamente le daba pudor que él la leyera.

-Creí que estabas orgullosa de tu trabajo.

-Ese es un golpe bajo, Blake Callaghan .Estoy muy orgullosa de mi trabajo. –sentenció y él le sonrió. Luego fue hacia la vendedora a preguntarle por sus libros. la mujer le indicó la estantería y Blake fue a mirar. Katherine se mantuvo alejada, no sabía qué hacer, tenía ganas de salir huyendo y al mismo tiempo era fascinante verlo allí eligiendo uno de sus libros. Finalmente se le acercó.

-¡Vayas, eres escritora! – dijo él con admiración, señalando varios libros de ella que había allí.

-Lo soy.

-¿Me recomiendas alguno? – preguntó y Katherine tuvo un colapso mental mientras todas las historias que había escrito se superponían en su cabeza, sobre todo las escenas de alto voltaje. Se puso colorada al recordarlo.

-¿Katherine?

- Éste, lee éste – dijo finalmente alcanzándole uno y él leyó la contratapa. Era mezcla de romance, acción y novela histórica. Estaba bastante orgullosa de esa historia. Blake aceptó la sugerencia y lo compró.

-Si lo odias, no me digas- le pidió cuando salieron de la librería.

-Algo me dice que no voy a odiarlo.

-Soy sensible a las críticas, me gustaría decir que no, que soy alguien segura y confiada, pero lo cierto es que no lo soy, no cuando se trata de mis escritos. No debería importarme y, a veces logro que no me importe, pero la escritura es diferente a otros trabajos.

-Imagino que hay mucho de ti en lo que escribes.

-Sí y no, me refiero a que no es una referencia directa o un parecido con los personajes, pero sí hay cosas de mí siempre, es inevitable, supongo.

-Sólo quiero leer lo que escribes, ver tu trabajo, conocer esa parte de ti. Es como cuando tú viste mi casa, mi intención no es hacer daño.

-Lo sé.

-¿Alguien lo hizo, verdad?

-Tuve un novio crítico literario que se ensañó con el género romántico, pero en ese momento creo que sentí más odio que dolor. Creo que me da miedo que si la gente cercana lee lo que escribo y no le gusta, deje de gustarle yo. Debería haber escrito otro tipo de libros.

-Claro que no, si elegiste esto ha de ser por algo. ¿Por qué elegiste escribir romántica?

-Porque me gusta escribir sobre el amor, y sobre finales felices y dar un poco de esperanza. Y porque me gustaba leerlos de chica, quiero decir, he sido una lectora voraz siempre, pero las historias que me dejaban con una sensación de dulzura eran las buenas historias de amor. Me hacían creer que pasara lo que pasara, algún día también me iban a amar como en esas historias, amar todo lo que yo era, con lo bueno y lo malo. Y cuando crecí y me di cuenta que ni el amor ni el mundo eran tan agradables, aún así quise transmitirle esa esperanza a los demás.-explicó y se dio cuenta que últimamente , mientras luchaba con la escritura y con la página en blanco, había olvidado aquello.




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