Naruto, un querubín, tenía una vida monótona en el Cielo, al igual que sus demás hermanos. Cada uno de ellos fue creado por el Supremo, a quien todos se referían como: "Padre". Los humanos comúnmente le llaman Dios. Naruto había llegado a la edad que ellos denominaban "La graduación", la cual consistía en obtener permiso para bajar al mundo humano y cuidar de una persona.
Al obtener su permiso, el guardián era dotado de todos los conocimientos humanos. Sin embargo, estaban sujetos a estas rigurosas reglas:
1) Mantener una fachada de bajo perfil es sumamente importante; el secreto entre el ángel y el protegido debe ser resguardado. Si por alguna razón el protegido revela esta información, automáticamente perderá a su guardián, y este le será asignado a otra persona. Al guardián le será permitido borrar la memoria a dicho humano y a quienes conozcan la información.
2) Los humanos que son escogidos para ser bendecidos con un guardián son seleccionados por Padre cuidadosamente. Normalmente son humanos que han atentado alguna vez contra su existencia y Padre considera que esa persona necesita una guía, pues siente que su propósito de vida aún no se ha cumplido. Aunque el guardián no sienta afinidad con el humano, no tiene derecho a quejarse, pues solo Padre conoce los motivos por los que le fue asignado a esa persona en específico.
3) El humano al que le es asignado un guardián debe, tras la primera aparición, repetir tres veces el nombre del guardián y el suyo propio, y decir que acepta las condiciones. Si el protegido así lo desea, puede renunciar a su guardián repitiendo tres veces "Renuncio a ti", mencionando el nombre del guardián, y el lazo se romperá automáticamente. Tener un guardián no es algo duradero; normalmente es temporal, hasta que el guardián vea que dicho humano ha encontrado su propósito y ya no lo necesite. Solo entonces podrá dejar a su protegido, y solo si este no ha roto la regla de no revelar su secreto como ser divino, se le da al protegido la opción de conservar sus recuerdos si así lo desea.
4) Aunque los guardianes sean seres divinos con poderes especiales y fuerza descomunal, hay cosas que no pueden hacer, como por ejemplo: traer de la muerte a algún familiar, amigo o mascota (ya que tomar la vida o darla solo depende de Padre), o hacerte millonario.
Pero la regla más importante para un guardián es:
5) No se le permite por ningún motivo relacionarse con su protegido de una manera que no sea estrictamente la de un guardián/compañero. (Ya sea de manera sentimental, pero mucho menos de manera sexual). Yacer con los humanos está estrictamente prohibido. El costo de romper esa regla es ser degradado de su puesto de guardián. Como penitencia, se le arrancarán las alas y le será prohibido volver a bajar al mundo humano. En consecuencia, le será borrada la memoria al protegido/a por orden de un alto mando.
Normalmente, Padre está muy ocupado como para verificar esta clase de cosas; por eso tiene a otros ángeles asignados para estar al pendiente de que se cumplan las reglas. Cualquier reporte de infracción será revisado cuidadosamente.
Si por algún motivo el guardián rompe esta regla, Padre no actuará de inmediato, pero empezará a notar fallas en sus poderes, y este deberá acudir lo más pronto posible al Cielo para tener una audiencia y decidir su caso, por si el reporte estuviera en un error.
Y ahí estaba, arrodillado frente a sus hermanos, apretando los labios, cuando uno de los altos mandos, Ibiki, le arrancó sus alas de un tajo.
Los gritos desgarradores que escaparon de su garganta hicieron estremecer a más de uno en la sala, y la sangre esparcida por el blanquecino suelo hizo a más de un hermano sentir una arcada.
Aun con la debilidad de su cuerpo, se levantó como pudo del suelo. Vio a su hermano Shikamaru acercarse, pero no se lo permitieron.
Con temblorosos pasos caminó hacia el trono, donde estaba "Padre" con su semblante lleno de decepción.
—Padre... Le pido, por favor, que me deje a mí borrarle la memoria a Sasuke. Por favor
—murmuró con voz rota y sin atreverse a mirarlo directamente.
Padre se removió en su asiento y carraspeó.
—¿Pedirme? ¿Por qué crees que tienes derecho a pedirme algo cuando has cometido una falta tan grave, Naruto? Te doté con el conocimiento humano, ¿y qué hiciste? Cediste ante la lujuria; eso es imperdonable. Además, la regla es clara: el borrado de memoria debe ser ejecutado por un alto mando.
—No me disculparé por amar, Padre. Sasuke es a quien amo, y no me importa que sea un humano. Él llenó mi vida de felicidad, y no me arrepiento.—gritó el querubín, haciendo que más de uno exclamara ante sus palabras, manteniéndose firme ante la cercanía de Padre.
—¿Qué? ¿No has aprendido la lección, Naruto? ¿Acaso quieres que reduzca tu existencia a cenizas? —amenazó, haciendo que el ambiente se volviera más tenso.
Tras morderse la lengua para no soltar maldiciones y regularizando un poco su respiración, habló:
—Si quiere castigarme, Padre, ese es el castigo apropiado, porque a pesar de que me quitaron mis alas, ni siquiera el dolor físico que puedo estar sintiendo ahora será comparable con el hecho de tener que renunciar a Sasuke y nunca verlo más. Eso es lo mismo que ser reducido a cenizas. Solo le pido, por favor, permítame ejercer la Disolución del Lazo. Nadie lo ama como yo, y solo yo le daré el final más digno. —Pidió nuevamente, arrodillándose frente a Padre. Si tenía que rogar por ver a Sasuke una última vez, lo haría.
Tras su mención, el ambiente se llenó de silencio. Naruto comenzaba a perder la esperanza hasta que escuchó:
—De acuerdo. Será la única y última gracia que recibirás. Un querubín degradado tiene prohibido volar y ejercer autoridad. Como excepción, por la gravedad de la falta, te permitiré ejercer el Protocolo de Disolución. Pero como no puedes volar. Que alguien te acompañe—dijo, dándose la vuelta para salir de allí junto con los demás.