*Inicio de Flashback*
El cielo, particularmente ese día, estaba revuelto, tanto que los querubines estaban nerviosos y revoloteaban sin parar, mientras Padre estaba como siempre en su trono junto con "Madre", la Diosa de la Creación. Hasta que sucedió lo impensable: el mismísimo Belcebú estaba hincado a los pies de Padre, y con un gesto de Su mano, hizo que todos los querubines salieran del gran salón.
—Pero, ¿qué tenemos aquí? ¿Qué es tan importante como para que el Señor de las Moscas esté aquí? Y sobre todo, ¿la mano derecha de Lucifer en la rebelión en Mi contra?—comentó Padre, totalmente tranquilo, mientras no apartaba Su mirada del demonio.
Levantando su mirada del piso, el demonio miró a Padre, y algo en su semblante se rompió.
—Por favor, te lo ruego, no me lo quites también. Su alma no es Tuya aún. Sé que no soy digno, pero si eres tan misericordioso como lo dicen Tus queridos hijos y los humanos que te rinden pleitesía, por favor, escucha mi súplica...—pidió con desesperación, sin importar que su voz sonara rota.
Padre se removió inquieto por el actuar de Belcebú, y dio un largo suspiro.
—Me pides por la vida de un alma que abandonaste a su suerte en el mundo mortal. La balanza del destino es inestable, Belcebú. ¿Qué derecho tienes a rogar por Sasuke Uchiha ahora que el destino lo reclama?
—¡Es mi última esperanza! Yo solo... yo la amé. Y él... él es la última parte de mí que camina en la Tierra—gritó, clavando su mirada en Padre, suplicando—. Si el Sasuke muere, mi alma nunca tendrá paz. Te ruego, sálvalo.
Padre se recostó en Su trono, el silencio del salón se hizo pesado.
—Está bien. Su vida será perdonada, pero su destino no será alterado. Y tú no tendrás injerencia sobre él.
*Fin del Flashback*
Hace tres años, Sasuke apenas tenía veintiuno recién cumplidos, cuando ocurrió la tragedia que lo marcaría por el resto de su vida.
Su hermano venía manejando y su madre iba en el asiento del copiloto. Venían de regreso a casa luego de pasar las vacaciones de verano en casa de sus abuelos maternos. Nunca había conocido a su padre, pues los abandonó cuando Mikoto estaba embarazada de él. Ese era un tema que ni su madre ni Itachi se atrevían a tocar.
Itachi, más que su hermano, fue su figura paterna. A sus veintiséis años, ya estaba graduado en medicina, y su madre era enfermera. A sus cuarenta y ocho años, aún conservaba su belleza, pero a pesar de lo mucho que sonreía, Sasuke era conocedor de la pena de su corazón: «Su padre». Sasuke, por otra parte, tomó un rumbo diferente a la medicina; estaba estudiando Contaduría y Comercio.
A pesar de que no eran ricos, vivían bien. Sasuke nunca sintió la ausencia de ese padre que nunca llegó, pues su madre e Itachi se encargaron siempre de que no sintiera ni un poco de necesidad de saber o de tan siquiera tener curiosidad. Siempre se sintió amado y comprendido, en especial cuando, a sus diecisiete años, se enteraron de que el azabache era un Doncel.
Luego de cenar, empezó a tener una molestia en su vientre. Nadie estaba en casa; Itachi y su madre estaban en el hospital, Itachi haciendo sus pasantías y su madre en su turno. Trató de tranquilizarse y se acostó en la cama mientras veía televisión, pero al rato sintió mucho más dolor y se sintió "¿mojado?". Se tocó la parte trasera, y entonces vio sus dedos manchados de sangre. Asustado, saltó de la cama y no perdió el tiempo: fue rumbo al hospital.
Sorprendiendo tanto a su madre como a su hermano por estar allí, después de contarles lo que le pasó, se quedó a esperar a ser atendido. Su madre, pidiendo permiso de ausentarse un momento en el trabajo, tomó la mano de Sasuke, que se recostó en la camilla. Luego de una serie de pruebas, se confirmó algo que ninguno se imaginaría: Sasuke era Doncel, y no solo eso, sino que su útero estaba en tan buenas condiciones que podría tener embarazos múltiples. Mikoto se llevó las manos a la boca y Sasuke palideció.
El doctor le recomendó que, si por algún motivo no le gustaba el hecho de procrear, podría ligarse, pero únicamente cuando tuviera veintiuno, porque esa es la edad en la que la operación le daba tiempo a sus órganos para madurar y no causarle ningún problema que afectara su salud. Le aconsejó que, al momento de tener sexo, usara la píldora para evitar embarazos no deseados, y que tuviera los cálculos de la fecha en la que le bajó, a pesar de no ser mujer, le bajaría el periodo en menos cantidad y por unos dos días nada más, al contrario de las mujeres. Rió ante tal ironía. Ser Doncel no era muy común y ahora tenía que cargar con el hecho de que lo era.
Fue difícil para Sasuke aceptar esa realidad. Siempre evitó darlo a conocer. Por suerte, nunca le llamó la atención nadie, aunque era muy pretendido tanto por mujeres como por varones.
Nunca le permitió a nadie acercarse tanto a él. Tenía una mejor amiga llamada Ino; al principio, cuando se conocieron en la universidad, ella se sintió atraída por el Uchiha, pero luego de que este le contó que era Doncel, se rindió, volviéndose su gran amiga, su gran aliada.
Ya habían sido dos meses de vacaciones, mucho tiempo de no ver a su amiga. Pese a que iban hablando por mensaje, la señal iba y venía. Resignado, el Uchiha se dedicó a escuchar música mientras veía a su madre dormida. Itachi manejaba; ya estaba bastante oscuro, así que Sasuke no dijo nada y solo subió los pies al asiento trasero. De vez en cuando hablaba con su hermano, tranquilamente.
Pero, luego, en una curva muy cerca de la entrada de Konoha, sintió el fuerte brillo de unas luces altas que venían justo detrás. Itachi gritó un “¡Mierda!” y el auto fue sacudido con una violencia brutal. El grito ahogado de su madre se mezcló con el horrible sonido de metal dobándose y vidrios explotando. Itachi giró el volante con desesperación, el auto patinó fuera de la carretera hacia la zanja y, justo antes de que la cabeza de Sasuke golpeara el asiento delantero, todo se volvió negro.