Un mes después él salio en busca del "Diario de Ana Frank" para regalárselo a ella. Entró en la tienda tan entusiasmado que no pudo con tanta felicidad que le sonreí a todo el mundo.
Cuando pago el libro sintió que su teléfono vibraba, lo saco y lo primero que vio fue la foto de ellos dos abrazados, ella agarrándolo por las mejillas mientras le daba un beso en la misma, él también hacia lo mismo con sus mejillas formando una boca de pescado, sonrió al ver que ella le llamaba.
-Hola- dijo ella con una sonrisa.
-¿Vas a ir?- ella asintió del otro lado de la línea.
-Si- respondió
-Ya salgo para allá-- dijo con mucha alegría.
Los dos ese día habían tenido una discusión con sus padres, los dos estaban desganados, pero eso no les quitaba la felicidad que sentían al estar al lado del otro.
Básicamente los problemas de él se basaban en que, toda su familia lo veía como una broma y decían que su hermano menor era el mejor. Él más sociable, el que siempre hacia las cosas bien, al que siempre consentían, al que siempre le dejaban hacer lo que quería, mientras que a Carlos le impedían todo, y si hacia algo con buena fé siempre se lo reconocían como algo mal hecho, cuando en si estaba todo bien.
Carlos ya se había cansado de ese trato hacia él, y solo esperaba cumplir los dieciocho para salir de su casa e irse a una Universidad que quedará lejos y estudiar lo que le gustaba.
En el caso de Melissa, siempre tuvo problemas con sus padres, desde que hubo el divorcio de ellos dos (A ella nunca le afecto el divorcio, sino lo que vino después), siempre hubo cierto trato hacia ella, siempre la trataban como mensajera de ellos dos, siempre se desahogaban con ella sus padres, ella no lo soportaba. Ella por más que quería hablar y decir un "Basta" nunca hubo un fin a eso, siempre le siguieron llenando de más y más dolor, cosa que sus padres no veían, ella había aprendido a callar, ya que si le contaba algo de los que sus padres por separado les decían empezaba un problema, así que siempre prefirió callar. Algo que también pedía era cumplir los dieciochos años para irse lejos.
Aquellos jóvenes si amaban a sus padres, no me mal entiendan, solo que todo ese problema no los dejaba vivir como querían, siempre hubo problema tras problemas que a los dos les agobiaba, preferencia y el no tomar razón.
Cuando él había salido de la librería con el libro en mano y mucha alegría, estaba cruzando la calle y...
"Un momento de felicidad fácilmente se puede convertir en una pesadilla"
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-Hola, Melissa, soy el papá de Carlos, te quería informar que...-se escuchó un sollozo de su parte, la chica se preocupó- Carlos tuvo un accidente y está muy grave.
Melissa no escuchó más nada y solo se le vinieron todos los momentos con él, todas las risas, lágrimas derramadas por parte de los dos, sus consuelos y su amor.
Melissa no esperó ni momento más y salió corriendo para encontrarse con lo que ella quería que fuera una mentira, pero cuando lo vio en aquella cama conectado a un sin fin de maquinas que eran los que lo mantenían con vida, su corazón se parto en millones de pedazos.
Se acerco a verlo y las lágrimas se apoderaron de ella, lo tomo de la mejilla que tenía rasguñada y la acaricio con mucho cuidado y delicadeza, pero rápidamente la quitó y se la llevo a sus labios para taparse los sollozos que quería salir de ella.
Ella vio el libro que había comprado para él "El Diario de Ana Frank"
Lo había comprado esa misma tarde, fue cuando recibió esa llamada tan dolorosa.
-Lo compré- dijo ella con lágrimas- Para leerlos los dos- soltó una sonrisa que fácilmente se convirtió en llanto.
Al ver lo que estaba pasando a su alrededor y ver las pocas oportunidades de vida, se abalanzo sobre él a llorar.
-No sé si me escuchas, pero si lo haces, quiero que sepas que te amo, Carlos, te amo con todo mi corazón no te quiero perder. Lo eres todo para mi, no me dejes, por favor- soltó sollozos tras sollozos- Perdón por decirlo ahora, pero mi cobardía no me dejaba.
Se separó de él y lo miro a la cara, vio aquellas pestañas largas y sus parpados cerrados, solo esperaba que esos hermosos ojos fueran abiertos nuevamente.
De un momento a otro los monitores empezaron a sonar y la chica se asustó. Entraron muchas enfermeros junto con dos doctores.
Una de las enfermeras le dijo:
-Tienes que salir, por favor- Ella aun tenía el libro en sus manos y su mirada en él, veía como trataban de reanimarlo, de volverlo a traer a la vida.
La chica se asustó por ver como se le iba la vida, a su amor verdadero.
De que ya no pudiera ver esa carita todos los días, de ya no poder tenerlo cerca, de no poder ver esas risas tan bellas que solo él le brindaba, se asustó de dejarlo ir.
La chica de un momento a otro se soltó del agarre de la enfermera y se aferró a él diciendo: