Tu inocencia

Capítulo 26

Fede entró en la cocina entre bostezos con los ojos medio cerrados. ¡Menudo madrugón que se había pegado! Sin embargo, nada más ver los macarons, sus ojos comenzaron a emitir pequeños destellos, ¿desde cuándo había esos deliciosos dulces en la casa? Sus hermanos eran demasiado sanos como para comer ese tipo de cosas o quizá eso era lo que le decían para no tenerlos en casa y que este se diese un buen atracón. De todas formas, poco importaba. En ese preciso instante estaban sobre su mesa y era todo en lo que podía pensar.

Alargó la mano y fue a coger uno pero Ginny estuvo rápida y le golpeó con su mano antes de que este alcanzase ninguno.

— Ay—se quejó este.

—Son míos—respondió ella introduciendo uno en su boca.

Esa familia no tenía remedio. Si tardaba mucho más en terminárselos tendría que acabar dándoles uno.

—No te esfuerces, es el monstruo de las galletas—bromeó Nick de espaldas.

 Fede se acercó hacia el oído de Ginny.

—¿Estás segura de que no le vas a dar uno a esa persona que te guarda los secretos tan en silencio?—susurró él con voz angelical.

 La pelirroja frunció el ceño. Eso era un golpe bajo.

  —Coge uno—respondió a regañadientes con un tono casi inaudible.

 El pequeño de los Varela miró atento la caja, solo tenía una oportunidad y no quería desperdiciarla.

—¿No quedan de frutos rojos?, ¿te los has comido todos?—se quejó él.

Ginny abrió la boca lo más que pudo. Estaba alucinando. ¿Ella le habría su caja de macarons y encima él se quejaba? 

  —Toma el de chocolate—respondió ella pronunciando excesivamente cada una de las sílabas para dejarle claro que era el único al que podía aspirar.

Fede suspiró. No era el sabor que más le gustaba, pero viendo la cara de la chica era mejor conformarse con ese que quedarse sin ninguno.

Nick se sentó en la mesa y miró el macaron. Ginny al percatarse le ofreció uno también, pero él lo rechazó con una sonrisa. Verla sonreír y disfrutar con esos dulces era su mayor felicidad. ¿Qué le estaba pasando? ¡Él jamás había sido así!

—¿Seguro? Mira que hoy me siento generosa y no creo que esto vuelva a ocurrir —dijo la chica con carita de niña buena.

—Cómetelos —respondió él con una sonrisa.

No hizo falta insistir más para que Ginny prosiguiese devorando esos maravillosos dulces.

—Por cierto, si no recuerdo mal, creo que tengo que compensarte por lo de ayer —dijo él fingiendo resignación.

Ella le besó con ternura.

—No te preocupes.

—Quiero hacerlo —insistió ella.

Fede comenzó a levantarse. Esa empalagosa escena le estaba dando náuseas. ¿Es que no podían cortar ese romanticismo frente a él? Entonces Nicky se apresuró a levantarse y agarró a Fede del brazo.

—Otro día. Hoy le he prometido a Fede que saldríamos juntos.

Federico arqueó una ceja y sonrió divertido. No pensaba desaprovechar esa ocasión.

—Sí, Ginny me ha pedido que vayamos de tiendas para que le aconseje sobre algunos conjuntos —Hizo una pausa ante la atenta mirada de ambos—. Hermano, ya sabes que soy todo un experto en lencería —añadió de forma natural guiñándole un ojo a Ginny.

Nicholas se levantó de forma violenta y avanzó hacia su hermano pequeño, pero la pelirroja se colocó entre los dos y comenzó a reír para quitarle hierro al asunto.

—Que gracioso —comentó ella mientras pellizcaba con fuerza el brazo del pequeño de los Varela.

Federico aguantó el dolor sin ninguna queja por orgullo, pero sabía que eso le iba a dejar marca. Encima que ayudaba a la chica... así se lo pagaba...

—En realidad vamos a un comedor social a ayudar a servir las raciones.

Esa frase provocó una gran carcajada en Fede y Nick. ¿En serio?. ¿Fede haciendo labor humanitaria? Era la peor mentira del mundo...

—Bien, ¿alguno de los dos me va a explicar qué esta pasando? Y quiero la verdad —Nicholas trató de sonar tranquilo.

Sabía que esos dos tramaban algo, pero no quería perder los nervios.

—Hermanito, no seas tan controlador —recriminó Fede—. Hemos quedado y punto —añadió cogiendo a Ginny del brazo y sacándola de la cocina—. Ahora me debes dos.

Ginny sonrió de lado.

—Y bien, ¿a dónde vamos a ir? —preguntó curioso.

La pelirroja le miró confusa. ¿Cómo que a dónde iban a ir? Estaba claro que era una excusa para Nick. 

—Yo tengo que ir a un sitio y tú vete donde quieras.

—¿Perdón?, ¿quieres que se lo cuente a mi hermano?

Ginny golpeó con fuerza el brazo del chico. A veces era tan infantil.



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En el texto hay: mafia, carcel, romance

Editado: 17.03.2020

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