Tu inocencia

Capítulo 9

Ginny miró seria a su amiga. No podía seguir soportando esa situación ni un solo día más. ¿Por qué lo permitía? Barbie era una chica guapísima, con mucho carácter y muy inteligente. Podría tener al chico que quisiese. De eso no le faltaban pretendientes, pero ella insistía en seguir atada a esa relación tóxica que le estaba destrozando la vida.

—Barbie, tienes que dejarlo—dijo Ginny en tono serio.

—Te he dicho que no ha sido él—lo excusó su amiga.

—¡Basta ya!—le pidió— . No puedes seguir así, por favor. ¿Es que no te das cuenta?—preguntó volviendo a quitar las gafas del rostro de la chica— . No puedes permitirle que te haga esto. Debes dejarlo y denunciarlo—Hizo una pausa—. Yo puedo recomendarte un par de abogados que...

—No—interrumpió Barbie—. Sé que tienes razón, y lo voy a dejar, pero no lo voy a denunciar.

—Barbie—le suplicó.

—No—respondió esta poniéndose sus gafas de sol para tapar el golpe.

—Está bien—aceptó Ginny de mala gana.

De todas maneras la pelirroja no pensaba dejar las cosas así, y de un modo u otro lograría emprender acciones legales en contra de ese desgraciado.

—¿Quieres que te acompañe a hacerlo? —preguntó Ginny pillando a su amiga por sorpresa.

—¿Ahora?

—Sí, ¿por qué no?

—Tengo cosas que hacer Ginny, clases a las que asistir. A la noche iré a hablar con él.

—No, a la noche no. Queda con él en un sitio visible y a una hora decente—le advirtió.

Barbie rodó los ojos y aceptó sin, en verdad, prestarle demasiada atención.

—Creo que tu transporte está aquí—dijo Barbie señalando a Fede que estaba dentro de un coche aparcado en la acera de en frente.

Ginny lo miró confusa. No entendía qué hacía él ahí.

—Venga, no le hagas esperar—animó la morena.

—No, no voy a irme—respondió esta.

—Oh, venga deja de ser así, voy a estar bien. Además estoy con Isaac—comentó señalando al joven que volvía con un par de botellas de agua— . ¡Ve!

Ginny se levantó a disgusto y avanzó hacia el coche. Fede le abrió la puerta.

—¿Qué quieres?—preguntó la chica algo molesta.

—He venido a por ti—respondió con una encantadora sonrisa.

—Te había dicho que los lunes comía con Isaac y Barbie—respondió seca y Fede miró hacia otro lado.

El solo había tenido un detalle, y la chica estaba siendo realmente borde.

—Pensé que quizá te apetecía hacer algo después de clase—comentó tratando de normalizar la situación.

—Llévame a casa—respondió esta y dicho eso Fede comenzó a conducir.

El viaje fue bastante tenso. Ninguno de los dos medio palabra. Fede la miraba de vez en cuando con el rabillo del ojo y trataba de iniciar un conversación, pero sus palabras no sabían. La chica estaba enfadada, y él no terminaba de entender la causa.

Ginny se bajo del coche y avanzó hasta la cocina a por un vaso de agua.

—Pensaba que ibas a comer con tus amigos—comentó Nicholas desde el cuarto de estar.

—Yo también—respondió esta mientras daba un par de tragos e iba al sofá para sentarse junto al chico.

—Vaya, ¿mal día?—preguntó el chico con cierta sonrisa al ver la cara de Fede mientras iba a la cocina.

—Bastante malo—reconoció ella y juntos vieron la tele sin volver a iniciar una conversación hasta que un par de horas después el móvil de Ginny vibró indicando que tenía un mensaje.

"S.O.S. CASA", ponía en él y era de Barbie. La pelirroja dio un salto del sofá alarmando a Nicholas.

—¿Qué ocurre?

—Necesito que me lleves a un lado.

El chico miró su reloj. Tenía una reunión en media hora, pero la voz de la chica sonaba tan angustiada que no podía negarse a ayudarla, así que juntos se montaron en el coche y condujeron hasta la dirección indicada.

—Espérame aquí—pidió ella, pero él no le hizo caso y entró al portal junto a ella.

Su voz indicaba que algo grave estaba pasando, y por tanto no iba a dejarla sola.

Ginny comenzó a llamar al timbre de una puerta de forma incesante, y Nicholas comenzó a impacientarse por saber qué estaba ocurriendo.

Nadie abrió la puerta, pero Ginny no ceso en su intento de que le abriesen.

—Soy Ginny, ¡ábreme!—chilló casi desesperada.

De pronto un hombre alto y fuerte abrió la puerta, pero tan solo un palmo para que el interior no se pudiese ver. Tenía el pelo negro completamente alborotado y en sus nudillos se podía ver como unas gotitas de sangre iban cayéndose.

—¡Apártate!—ordenó la pelirroja tratando de entrar, pero él no se lo permitió.



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En el texto hay: mafia, carcel, romance

Editado: 17.03.2020

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