Tu inocencia

Capítulo 10

Ginny acompañó a su mejor amiga hasta el cuarto de baño del chalet de los Valera.

—Date una ducha tranquila que yo te espero aquí —dijo la pelirroja con una sonrisa.

—No te preocupes tanto, estoy bien —respondió la morena para tranquilizar a su amiga, pero su evidente temblor de piernas indicaba que mentía. 

—Venga—ordenó Ginny empujando a Barbie dentro del baño y cerrando la puerta tras ella. 

—Guinevere—llamó Nicholas a la joven.

Esta se giró hacia él y esperó lo que tuviese que decirle.

—Acabo de hablar con Damián y dormirá en el sofá para dejarle su habitación a tu amiga—le indicó tratando de no sonar tan seco como siempre.

El hombre sabía que la chica no estaba pasando por su mejor momento, y, esta vez, él quería hacer todo lo posible para facilitarle las cosas. 

—Gracias—respondió con una sonrisa—, pero no hace falta. Barbie dormirá conmigo en mi habitación. 

Nicholas giró la cabeza unos centímetros sin terminar de entender por qué la joven quería hacer eso cuando él ya le estaba ofreciendo una habitación para la chica.

—Barbie es como mi hermana—comentó Ginny al ver la cara de Nicholas.

Este no replicó. Si eso era lo que quería, no sería él quien se opusiese. Se giró y se dispuso a ir a la cocina cuando la chica lo agarró del brazo.

—Nick, gracias—le dijo con una sincera sonrisa.

Ginny sabía que para el chico no había sido fácil aceptarla en su casa, y ahora estaba ahí ayudándola con todo ese drama y dejando que otra persona ajena a la familia se quedase también con ellos en su domicilio. Sin duda, el joven tenía buen corazón. Le costaba mostrarlo, pero lo tenía.

Nicholas le devolvió la sonrisa y se fue a la cocina.

La pelirroja esperó paciente a que su mejor amiga saliese del baño, se pusiese uno de sus pijamas y se sentase en la cama para hablar con ella.

—Esta vez es de verdad—prometió Barbie ante la severa mirada de su amiga.

—Tiene que serlo—respondió seria.

—Lo es. No sé que le ha pasado—Hizo una pausa—. Estamos en el salón hablando, le dije que no podíamos seguir así—Contuvo sus lágrimas—. Se puso como loco, así que corrí y me escondí en el baño—explicó.

Ginny la abrazó con todas sus fuerzas tratando de tranquilizarla.

—Ginny, si no llego a poner el pestillo no sé que hubiese pasado. No para de golpear la puerta. ¡Se reventó los nudillos tratando de abrirla!—añadió con la voz completamente rota. 

—Ya ha pasado, nunca más se volverá a acercar a ti—repitió una y otra vez Ginny en el oído de su amiga tratando de tranquilizarla. 

Ambas estuvieron unos cuantos minutos abrazadas sin mediar palabras, hasta que el estómago de la morena las interrumpió con un fuerte crujido.

—Venga, vamos a cenar algo—comentó Ginny levantándose de la cama y arrastrando a Barbie a la cocina.

Nada más entrar ambas se percataron de que había un pequeño post-it en el microondas. "Siento que no haya muchas cosas. Espero que disfrutéis del sandwich". Barbie se apresuró a abrir el electrodoméstico y a devorar el modesto alimento que contenía beicon y queso en su interior.

  —¿Quieres el mío?—le ofreció la pelirroja, pero su amiga negó con la cabeza y ambas se dirigieron al cuarto de estar donde estaban Fede y Damián tirados en el sofá. Como cada boche, tocaba ver una película.

—Damián, gracias por el sandwich—agradeció Ginny.

Desde que habían llegado a la casa, el mediano de los Valera siempre había estado pendiente de ella y había hecho que se sintiese a gusto. Sin duda, lo del sandwich había sido un gran detalle.

 Damián se giró y negó con la cabeza.

—No he sido yo.

Ginny miró a Fede sorprendida. El chico había sido un encanto con ella desde el primer día, y ella le había correspondido siendo realmente borde con él a la hora de la comida. 

—Por más que me encantaría apuntarme el mérito tampoco he sido yo—admitió girándose de nuevo para ver la tele.

Fede debía reconocer que ahí su hermano había estado más rápido que él, aunque eso no volvería a suceder.

Ginny no pudo evitar morderse el labio inferior con cierta sonrisita. Así que había sido Nick quien les había preparado la cena, ¡que detalle! Jamás hubiese imaginado que fuese él.

—Barbie, ¿me esperas un segundo aquí? 

No hizo falta decirlo dos veces, la morena se acomodó rápido en el sofá entre los hermanos, y Ginny se dirigió al despacho de Nick. Tocó la puerta un par de veces y esperó a que este le indicase que entrase.

—Gracias—volvió a decirle.

Este negó con la cabeza.

—Por favor, no me des las gracias por todo, no es necesario—respondió esbozando lo que podría denominarse como una pequeña sonrisa.



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En el texto hay: mafia, carcel, romance

Editado: 17.03.2020

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