Tu inocencia

Capítulo 15

Nicholas miraba nervioso como la joven, poco a poco, iba acercándose más y más hasta que sus cuerpos estaban prácticamente pegados.

—Respóndeme—repitió ella mordiéndose el labio inferior a escasos centímetros de los del chico.

Nicholas tragó saliva, quería agarrarla y besarla con todas sus fuerzas, pero no podía hacerlo. Debía senerarse.

—Me importa porque tú me importas—respondió sincero y Ginny esbozó una enorme sonrisa.

La respuesta de Nicholas la había complacido. Escucharlo de su boca era mil veces mejor que imaginarselo una y otra vez.

 —Así que le importo al chico frío y misterioso que nunca ve películas—comentó entre risas acercándose un poco más a él.

Los labios de ambos casi se rozaban. Sus respiraciones comenzaban a agitarse y la tensión era más que palpable.

Tras unos segundos en silencio Ginny no lo dudó y lo besó. Nicholas, en un principio le siguió el beso , pero en seguida la separó y la agarró de los hombros para mantenerla a cierta distancia. No podía hacer eso, y no solo porque esa chica fuese la hija de su jefe, quien por cierto no se tomaría nada bien la relación, sino porque estaba borracha y sentía que eso era aprovecharse de la situación. No podía hacer eso, no con ella, y menos en su primer beso...

—Guinevere—dijo el chico —, creo que es mejor que te lleve a casa y descanses.

La pelirroja lo miró confusa, no entendía que había cambiado de un momento a otro. Había sentido como él aceptaba y correspondía su beso, entonces ¿por qué la había apartado luego?, ¿por qué volvía a poner esa distancia entre ellos? Ginny movió la cabeza lentamente para mirar hacia el coche. En su estado no estaba como para pensar demasiado, quizá había malinterpretado todas las señales, quizá esa conexión entre ellos solo existía en su cabeza.

El trayecto en el  lamborghini negro fue lento y en silencio. Nicholas desviaba la mirada cada vez que podía para cerciorarse de que Ginny estaba bien. Y esta estaba con los ojos cerrados y la cabeza apoyada en la ventanilla sintiéndose lo más ridícula del mundo, ¿cómo iba a mirarlo mañana sin avergonzarse por lo sucedido esa noche?

Nada más entrar la joven se dirigió a la cocina para tomar un vaso de agua antes de irse a dormir, pero se encontró de bruces con una mujer poco mayor que ella, pelirroja también y con la piel clara, que estaba sentada encima de una de las encimeras con tan solo la ropa interior puesta. Ginny la observó un segundo contemplando las similitudes entre ambas, era realmente sorprendente.

—Perdón, cojo un vaso y me voy—anunció Ginny—. ¿Estás esperando a Fede?—preguntó mientras dejaba correr el agua del grifo para que estuviese más fresquita.

Ella negó con la mirada y señaló con la cabeza a Nicholas, quien justo acababa de entrar en la cocina y tenía el rostro completamente pálido.

Ginny lo miró decepcionada, así que era por eso que la había rechazado. Cerró el grifo y se apresuró a subir las escaleras para encerrarse en su cuarto. Tenía ganas de llorar como una niña pequeña y el alcohol solo incrementaba todos los sentimientos. Se sentía tan ridícula...

—Vete a tu casa—indicó Nicholas a la mujer mientras salía corriendo tras Ginny. 

—Guinevere —llamó, pero no obtuvo respuesta.

En el interior de su cuarto, Ginny se secaba las lágrimas mientras se sentía tan estúpida por sentirse mal a causa de esa situación.

—Ábreme—insistió él, pero siguió sin lograr nada.

—Guinevere—repitió una vez más aporreando la puerta con fuerza.

No le importaban las horas que fuesen o el poder despertar a sus hermanos, necesitaba aclarar esa situación con ella.

—No me voy a mover de aquí hasta que me abras—anunció con un tono entre angustiado y serio.

Ginny se levantó de la cama y se dirigió hacia la puerta. Tragó saliva y trató de aclarar su voz. No quería que él supiese que le había afectado tanto imaginárselo con esa mujer.

—No tenemos nada que hablar. Estoy cansada y me voy a dormir—respondió sin abrir la puerta dado que, al hacerlo, el chico en seguida vería que la había destrozado.

—Está bien, no me abras y no hables, pero escúchame, por favor, solo te pido eso—rogó él.

Esa era una sensación extraña para Nicholas, él nunca estaba así por nadie, nunca había suplicado por nada y mucho menos para dar una explicaciones que, en verdad, no tenía por qué darlas.

—¿Guinevere?—preguntó.

—Está bien—respondió ella con apenas un hilo de voz.

—No sé que me pasa contigo;  haces que con tan solo una sonrisa se me olvide todo, que me pase el día preocupado por saber si estarás bien, si me necesitarás...—Hizo una pausa—. Cuando te escuché hablando con mi hermano me ofusqué, me enfadé, me di cuenta de que no estaba a tu nivel, y el pensar que estarías con el perfecto de tu amigo y que él podría tener la oportunidad que yo nunca tendré, me nubló la mente—reconoció—. Sé que no es exucusa, pero solo quería olvidarte, sacarte de mi vida, porque desde que estás en ella todo es más intenso. Las cosas buenas se convierten en algo inexplicablemente felices para mí, pero las malas me devastan como hacía años que nada llegaba a herirme...



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En el texto hay: mafia, carcel, romance

Editado: 17.03.2020

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