Tu inocencia

Capítulo 16

Ginny escuchaba desolada las palabras de Nicholas mientras sus lágrimas no dejaban de caer y recorrer sus mejillas. Hizo ademán de levantarse y abrir la puerta, pero enseguida cesó en su intento y prosiguió sentada en el suelo con la cabeza pegada a la puerta. No podía abrirla, y no solo porque no estaba segura de que terminaba de creer las palabras del mayor de los Valera o porque no entendía por qué ese chico significaba tanto para ella si apenas lo conocía, sino porque sabía que si realizaba ese acto ya no habría vuelta atrás y eso no podía suceder. Él era uno de los hombres mal leales a su padre, y ella estaba dispuesta a rebelarse y ayudar a aquellos que su padre había aprisionado injustamente. ¿Que clase de futuro tendrían juntos?, ¿uno lleno de mentiras, engaños y traiciones? No, no podía consentir ese futuro lleno de dolor, lo mejor era cortar de raíz y pararlo antes de que comenzase, aunque, en el fondo, sabía que ya había comenzado.

Se quedó en silencio escuchando la respiración agitada del joven que parecía que no se iba a dar por vencido, pero ella permaneció sin mover un solo músculo de su cuerpo, no debía ceder. Nicholas golpeó la puerta un par de veces sin apenas fuerza y Ginny sintió como todo su interior se iba desgarrando, pero aun así, sabía que no debía abrirla.

Al cabo de un par de horas escuchó como el joven se alejaba de la puerta y la dejaba sola. En ese momento una sensación contradictoria inundó todo su ser. No sabía si se sentía aliviada o completamente rota porque el chico se hubiese dado por vencido.

Se levantó y se fue a la cama, sin embargo las lágrimas y las imágenes que recorrían su mente a toda velocidad no le permitieron casi dormir.

A la mañana siguiente se levantó con un gran dolor de cabeza. Se dirigió al baño y se lavó la cara con excesivo empeño. Alzó la vista y el espejo le devolvió la imagen de una chica despeinada, paliducha, con los ojos inflamados a causa de haber estado llorando toda la noche y con evidentes ojeras. bajo la mirada y se percató de que ni siquiera se había cambiado de ropa. Miró el reloj, estaba cansada, hoy no saldría a ningún lado.

Se puso un pijama gris, conformado por un pantalón corto y una camiseta de tirantes, una bata blanca de seda, y sus zapatillas negras de estar por casa. Se peinó el cabello lleno de enredones y lo acomodó en una coleta alta, y después se dirigió de nuevo al baño para tapar esas ojeras y dar algo de color a su rostro. Una vez hubo disimulado su aspecto decidió bajar a desayunar como si nada hubiese sucedido la noche anterior.

Abrió la puerta de forma lenta y cautelosa, miró por el pasillo y cuando se aseguró de que no había nadie bajo a la cocina de forma sigilosa. Parecía que no había nadie en la casa, cosa que le extrañaba bastante.

Conforme se fue acercando a la cocina le pareció escuchar dos voces familiares, así que dio media vuelta y se dirigió de nuevo hacia las escaleras, ya desayunaría en otro momento, pero justo en ese instante se chocó de frente contra Fede. 

—¡Buenos días!—saludó de manera animada.

Ginny le devolvió una sonrisa a modo de saludo, no quería llamar la atención de Nicholas y Damián, sin embargo ya era tarde, ambos habían escuchado la voz del pequeño de los Varela.

—¿Podemos hablar?—preguntó Nicholas serio mientras se colocaba frente a ella.

Ginny cogió aire, no sabía donde meterse.

— ¿Qué les pasa a estos dos?—preguntó Fede curioso a Damián, quien lo mandó callar.   

El timbre sonó y Ginny respiró aliviada.

—Yo abro—se apresuró a decir mientras corría hacia la puerta.  

Al abrirla, la pelirroja miró confundida a Barbie, era la persona que menos se esperaba que fuese allí. La contempló un minuto en silencio, su aspecto no era el habitual. Tenía unas pronunciadas ojeras, iba despeinada, sin maquillar... esa no era la Barbie que ella conocía.

—¿Se puede saber dónde te has metido? ¡Llevo toda la noche llamandote!

Su tono era serio y molesto.  Los chicos se posicionaron tras GInny al escuchar la voz de Barbara.

—Lo siento, lo tenía en silencio—respondió—. ¿Qué ocurre?—preguntó preocupada.

—Es Isaac

Entonces Ginny recordó todo lo de la noche anterior, como su mejor amigo se había comportado como un auténtico gilipollas y una punzada atravesó su estómago.

—No me interesa, dile que no se atreva a volverme a hablar.

—¿Qué coño dices? 

La voz de Barbie sonaba alterada. Nicholas miraba atento a las chicas, quería saber que había pasado entre Isaac y Guinevere.

—Barbie, es largo de explicar...

—¡Cállate!—explotó—.Mira, me da absolutamente igual lo que haya pasado entre vosotros, pero llevo toda la noche con él en es hospital, le han hecho un lavado de estómago, estaba fatal y solo preguntaba por ti— Ginny abrió la boca para responder, pero Barbie no le dejó—. ¿Y sabes qué? ¡Tras mil llamadas me he dado cuenta de que te importaba una mierda!—Hizo una pausa—. Pero si es así, al menos ten la decencia de ir al hospital y decírselo tú misma.



#11848 en Joven Adulto
#44104 en Novela romántica

En el texto hay: mafia, carcel, romance

Editado: 17.03.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.