Tu inocencia

Capítulo 23

Ginny se dirigió a la cocina para esperar a Nicholas cuando Fede la interceptó por de camino cuando pasaba por el cuarto de estar.

—¿Cómo ha ido?—preguntó este guiándole un ojo y golpeándole con el codo de manera insistente.

La pelirroja no sabía muy bien qué responder. Podía decirse que había ido bien, más que bien en realidad, pero Federico pensaba que todo se había tratado de un teatro, así que no sabía muy bien cómo explicárselo.

Nicholas salió del despacho y miró a Ginny y a Fede. No sabía como, pero su hermano menor parecía estar siempre junto a la chica, y eso lo incordiaba de manera sobrehumana.

—Ya está—susurró al oído de la joven mientras la abrazaba por detrás.

Ese gesto pudo evidenciar sus celos, pero no le importaba demasiado, quería que su hermano se apartase de su pelirroja.

Fede, para sorpresa de su hermano, esbozó una sonrisa de oreja a oreja, ¡vaya si le había ido bien a la chica! Sin duda era un buen maestro.

—¡Esa es mi chica!—exclamó Fede orgullosísimo de la hazaña de la pelirroja mientras le ofrecía su mano para chocarla.

 Un millón de posibles reacciones recorrieron la mente de Ginny en ese preciso instante. No sabía dónde meterse. Levantó las manos y bajó las de Fede como si no hubiese ocurrido nada. Este la miró extrañado y contempló como poco a poco iba perdiendo color.

Nicholas miró confuso a ambos. ¿Su chica?, ¿qué acababa de pasar?, ¿qué se traían esos dos entre manos? ¡Odiaba cuando no era él quien controlaba la situación?

—¿Alguien me puede explicar que pasa?

Su voz era seria y evidenciaba que no estaba para tonterías y que esa situación no le estaba haciendo ni pizca de gracia.

  —¡Voy a ayudar a Fede con el examen de ingreso a la universidad del año que viene!—exclamó de pronto Ginny.

Fede la miró horrorizado, ¿en serio eso era lo mejor que se le había ocurrido? ¡Meterlo a él en la universidad!, ¿por qué? Negó con la cabeza, pensaba que eran amigos, pero eso era una traición en toda regla.

—¿Ah, sí?—preguntó Nicholas con una mezcla de asombro y orgullo.

El mayor de los Varela quería a su hermano, pero siempre lo había considerado un tío que pasaba por la vida sin asumir ningún tipo de responsabilidad y que sus únicas aficiones eran la fiesta, el alcohol y las mujeres. Saber que tenía otras intenciones lo llenaba de orgullo. 

—¿Si?—respondió Fede a modo de pregunta sin estar muy convencido.

Ginny golpeó de forma disimulada la espinilla del chico con la punta de su pie.

—Sí, sí—repitió esta vez más seguro—. Creo que ya es hora de enderezar mi vida—añadió conteniendo la risa.

Ir a la universidad él, ¡qué chorrada! No podía creerse que su hermano, con lo que lo conocía, de verdad se lo estuviese creyendo. 

Nicholas se separó de Ginny y se colocó frente a su hermano pequeño.

—Estoy muy orgulloso de esa situación—dijo con lo que podía considerarse una especie de sonrisa.

 Fede no supo que responder. Era la primera vez que su hermano le decía algo así, y se lo había dicho por una absurda mentira...

—Bueno, ya mejor empezamos otro día que nosotros tenemos que irnos—chilló Ginny arrastrando a Nick del brazo hasta el jardín mientras Fede negaba con la cabeza.

El pequeño de los Varela no estaba dispuesto a comenzar una carrera universitaria tan solo para salvarle la cuartada. La apreciaba, pero ¿tanto? No creía que hubiesen llegado a ese nivel aún.

Ginny siguió tirando de Nick sin dejarle despedirse de Fede a sabiendas de que si permanecían allí mucho más la mentira no tardaría demasiado en salir a flote.

El joven la miró divertido. En verdad él tenía que hacer varias cosas del trabajo, pero se la veía tan feliz que decidió dejar sus negocios durante un rato para poder estar con ella. Ya trasnocharía luego para arreglar sus asuntos.

—¿Y qué quieres hacer? —preguntó él sin perder esa sonrisa que derretía a cualquiera.

Ella se mordió el labio inferior, ni siquiera lo había pensado. Solo había sacado a Nick de esa casa para que no se enterase de la verdad.

—No he comido nada —dijo ella a modo de respuesta.

—Está bien, deja que te invite a algún sitio —respondió él meditando qué sitios conocían que en verdad mereciesen la pena como para llevar a la pelirroja.

Ginny entrelazó los dedos de su mano con los del chico de forma disimulada y él la miró de forma tierna. Nicholas nunca había sido de esos chicos con los que se paseaba de la mano o de los que te abrazaba como si no hubiese un mañana, todo eso era nuevo para él, pero con ella todo parecía natural.

Comenzaron a caminar de camino al restaurante cuando el móvil de la chica comenzó a sonar. Ginny lo miró, era de su contacto en la cárcel. Todas sus alarmas se encendieron, ¿le habría pasado algo a Tony?, ¿o quizá a Lucas? Necesitaba responder a esa llamada, pero si Nick se enteraba nunca se lo perdonaría.



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En el texto hay: mafia, carcel, romance

Editado: 17.03.2020

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