Capítulo 3
Gregory
—Mierda. — digo sorprendido por lo que veo, una mujer con su cabello castaño claro agarrado en un moño y sus brillantes y oscuros ojos café enmarcados por sus lentes de forma rectangular y sus labios llenos de color rosa, la reconocí de inmediato, la periodista Mina. ¿Qué demonios hacia aquí?, ¿Por qué no me di cuenta, como en las otras veces cuando me seguía?.
En el momento en que se pone de pie ya estoy corriendo tras ella, junto con los demás.
—¡Atrápenla! — grita Antón.
—No le disparen. — digo a los hombres que le apuntan al ver que corre muy rápido, mierda es rápida. Veo como aumenta la velocidad y yo hago lo mismo.
Cuando entro a su auto pensé que ya se iba a ir, pero no sé qué hacía que me dio tiempo de llegar y abrir la puerta.
Cuando la jale para sacarla, trato de agarrarse del volante, pero no tarde mucho en lograr sacarla, empezó a patalear y retorcerse, pero como su espalda estaba pegada a mi pecho no puede darme esos golpes que dada al aire, por lo que no me importaba.
—¡Suéltame¡ — dijo y empezó a intentar arañarme la cara.
Con una mano la reafirme a mi pecho y con la otra le sujete las manos.
—Cálmate si no quieres que te de un tiro. — le digo susurrándole al oído. Enseguida se deja de mover. Pero noto como tiembla, no quería asustarla pero no me dejo de otra.
—¿Es la periodista? — pregunta Antón cuando nos alcanza, yo solo asiento con la cabeza. —Dijiste que te ibas a hacer cargo. — me dice poniéndose enfrente de nosotros.
—No sabía que iba a seguirnos a esta hora, siempre lo hace de día. — le digo señalándola con la cabeza.
—Quítale la maldita cámara. — dice Antón con un tono exasperado.
— ¡No toquen mis cosas malditos! — dice Mina, cuando uno de mis hombre le arranca la cámara del cuello. —Son uno jodidos criminales y se lo voy a mostrar a todos. —
—Mejor cállate, no suelo tener paciencia, solo mi mujer pude hablarme así, sin que me den ganas de meterle un balazo en la cabeza, así que si no quieres uno, guarda silencio…— Antón hizo una leve pausa antes de continuar. —Pero de todas formas creo que vas a recibir uno. —
—¿Me van a matar?... desgraciados. —
—Es la única solución que veo para esto. — dice Antón tranquilamente sacando su arma.
—Antón, no podemos matarla. — le digo tratando de que no salga ninguna emoción en mi voz, pero realmente no quiero que la mate.
—No te hiciste cargo en su momento, ahora tiene información y empezara rumores molestos y no quiero eso. — dice Antón cargando su arma.
—Podemos borrar las fotos y siempre ha habido rumores, incluso afirmaciones de lo que somos y lo que asemos. — le digo mientras ajusto mi agarre en la cintura de Mina.
—No solo se trata de esas fotos, vio la mercancía y conoce la ubicación de esta bodega, todo se puede comprometer si suelta la lengua, no quiero cabos sueltos y arriesgarnos. —
—Déjame hacerme cargo a mí, no va a hablar. — le digo
—¿Y cómo demonios planeas hacerlo? —
—Aun no lo sé, pero te garantizo que no va a esparcir rumores indeseados… Además si la matas se lo voy a decir a Alice. — le digo mirándolo fijamente.
—Carajo. Pero no quiero ver ni una maldita palabra en ningún periódico sobre esto. — dice guardando su arma. —Me voy, tú te encargas, pero hazlo bien Gregory. — me dice mientas se da la vuelta para ir a su auto.
—Rompe esa cosa. — le digo a Will señalando la cámara.
—Ni se les ocurra. — dice Mina retorciéndose de nuevo, en esta ocasión no fui tan rápido y con su mano derecha pudo tocarme la cara con sus uñas, sentí un ardor leve, pero antes de que pudiera volver a atacar la sujete de nuevo.
—Parece un animal salvaje. — se burla Will.
—Cállate y ya rompe eso… solo la memoria. — aun con Mina retorciéndose vi como Will sacaba la memoria y la rompía en dos y la aventaba en un charco que se formó por la lluvia que había caído más temprano.
—Mejor cálmate, no te das cuenta que hace unos minutos pudiste morir, ahora cálmate y déjame pensar qué demonios voy a hacer contigo… gatita. — le susurre poniendo mi cara cerca de su oído, pude res
Mina.
Definitivamente salir hoy fue una muy mala idea, todo fue una muy mala idea, no tengo las fotos y estoy a merced de este hombre temible. Puede hacerme cualquier cosa.
—Debiste de quedarte solo con el seguimiento de día. — me dice Gregory mientras me sube a una de las camiones y me amarra con una cuerda las manos y los pies.
—¿Lo sabias?, ¿Desde cuándo? — le pregunto al momento que cierra la puerta.
Cuando se sube del lado del copiloto voltea a verme y me da una sonrisa, que si no estuviera en esta situación, me habría paralizado y posiblemente me podría haber robado el aliento