Capítulo 4
Mina.
Cuando llegamos a la zona de la carretera cerca de la mansión de los Mikhailov me lamente por reconocerlo. El pasado no se puede corregir por desgracia.
Sabía que era una mansión, pero no me imagine que sería así de hermosa, el camino de entrada era muy largo, cuando vi la mansión, me impresiono, pero no pude admirarla mucho porque en lugar de seguir el camino, se desviaron hacia la parte de atrás de la mansión, el terreno era enorme, ya que la mansión quedo lejos del lugar que sería mi prisión.
Nos estacionamos en una casa más pequeña, podría ser de tres o cuatro habitaciones, tenía un diseño del mismo estilo que la mansión principal.
—Más te vale no correr o gritar entiendes. — me dice Gregory cuando abre la puerta de atrás.
—Cómo voy a correr si estoy amarrada. — solo se limita a sonreírme, como si lo que dije fuera muy gracioso.
Me saca de la camioneta y doy un pequeño grito cuando me hecha por su hombro y empieza a caminar hacia la casa.
—No grites. —me dice mientras… mientras me da un manotazo en el trasero, ¿Quién se cree este idiota?, y ¿Por qué no me desagrado se contactó?
Realmente estoy muy mal.
Al entrar a la casa no la pude inspeccionar mucho, por la posición incómoda y porque Gregory iba muy rápido, abre la última puerta y me deja en una habitación solo con los muebles básicos, cama, un buro y un pequeño ropero. Pero fuera de eso está vacía.
Me pone sobre la cama y me suelta las manos y creo que me va desatar la cuerda de los pies, pero se detiene en el último momento, dándome una mirada que no logre descifrar.
Veo con más atención la habitación y me doy cuenta que también hay una ventana que se ve lo suficientemente grande como para que pueda pasar por ella.
—Ni lo pienses minina, tiene barrotes por fuera, nada entra y nada sale. — me dice como si leyera mis pensamientos.
—No me digas así. —
—¿Te molesta que te llame minina?, te queda bastante bien, es un apodo con cariño. —me dice mientas se acerca a mí, yo retrocedo en la cama y para mi sorpresa Gregory se sube y se arrastra más cerca de mí.
—Eso no tiene sentido, tu y yo ni siquiera somos amigos, me estas secuestrando, no tienes derecho a darme y mucho menos a llamarme por ningún estúpido apodo, lo único que quiero es que me dejen ir — le digo cuando está a centímetros de mí,
— Sabes que pienso… — dice mientras me recorre con la mirada. — Los gatos puede ser lindos, pero arañar muy fuerte intentando escapar cuando se sienten en peligro, pero eso no me hará soltar a la gatita que acabo de encontrar. — me dice mientras se pone de pie rápidamente sin dejar de verme.
— ¿Eres un psicópata o algo parecido? — le pregunto pero no me contesta y se encamina a la puerta.
—Está de más decirte que no intentes escapar ¿verdad?, en la mañana te traeré algo de comer. — dice sin votar o contestar mi pregunta.
………………
En algún punto de la madrugada me gano el sueño y me quede profundamente dormida.
Cuando desperté ya se filtraba la luz del sol por la ventana, sentarme en la cama vi que en el buro había un plato con un sándwich y una botella de agua, tome la botella de agua, que estoy cien por ciento segura que dejo Gregory.
No sabía qué hora era, pero por la intensidad del sol, ya debería de ser medio día, y Gregory había dejado mi comida muy pronto porque mi sándwich ya estaba duro. Cuando lo termine intente desatar la cuerda de mis pies, tarde mucho porque el nudo estaba muy apretado.
Me pare de la cama para estirarme, todo me dolía y cuando comprobé que la puesta estaba cerrada y la ventana si tenía los barrotes volvía a la cama acomode la cuerda sobre mis pies simulando que aún estaba sujetándolos.
Intente pensar en formas de poder escapar pero no podía pensar en algo fácil… o que no arriesgara mi vida. Como mi cerebro no tenía nada que hacer me dio sueño de nuevo y no tarde mucho en volver a quedar dormida
………………..
No sabía cuánto había pasado, porque ya casi se mete el sol, aún estoy somnolienta cuando escucho pasos acercándose. Rápidamente me enderece para comprobar que la cuerda no se hubiera movido.
No tardó mucho en aparecer Gregory con una bandeja de comida y otra botella de agua. Lanzo una mirada a la otra bandeja junto a la cama.
—Que bien que comiste, no quisiera obligarte a comer. Te traje sopa, espero que sea de tu agrado.—
—De mi agrado seria comer sopa en mi casa no aquí, ya dime de una vez, ¿Qué me vas a hacer?... ¿ya lo pensante? — sé que no debería de provocarlo.
—No aun no lo pienso, mejor come. — me dice entregándome el palto de sopa y una cuchara.
No tome bien la cuchara y la deje caer, no lo hice con ninguna intención pero cuando se agacho a recogerla, su cabeza quedo a mi vista e instintivamente volteé a ver el plato de sopa, no se sentía tan caliente y si lo estuviera, ¿Por qué me preocuparía quemarlo?