Capítulo 5
Gregory.
Como el infierno.
Había bajado la guardia. Debí de suponerlo que haría algo y no se quedaría quiera, pero había algo en ella me hacía relajarme, no me di cuenta del error que cometí hasta que sentí el plato y la sopa caliente en la cabeza.
Y cuando sentí el segundo plato estrellarse en mi cabeza, casi me rio, pero el dolor que me provoco hizo que me aturdiera un poco. Solo vi cuando salto de la cama rápidamente y salió corriendo. No le hubiera soltado las manos, pero quería que estuviera más cómoda.
No me preocupaba que escapara, no podría hacerlo, pero algún guardia la podría ver y hacerle daño. Ese pensamiento me hizo levantarme rápidamente e ir tras ella. Al salir de la casa, corrí un poco, cuando tuve la mansión a la vista, también la vi a ella arrastrándose hacia el interior, por suerte era la cocina y Magi no le aria nada. Aun así corro para llegar más rápido.
…………………………..
—No quiero que me maten, por favor no voy a decir nada. — cuando llegue a la entrada fue lo primero que escuche, la voz de Mina angustiada y casi gritando.
—Dijiste que te encargarías, no que la traerías a mi casa. — dijo Antón nada más verme entrar
—Dios mío, estas sangrando. — dijo Alice llevándose una mano a la boca, que de los cinco aquí parecía más sorprendida.
—Fue lo único que se me ocurrió— le digo a Antón tomando un trapo y colocándolo en la herida sangrante, para limpiar la sangre y luego intente limpiar los restos de sopa que tenía en la cara.
—Bien, alguien dígame ¿Que está pasado? —Pregunta Alice alterada y preocupada, viendo a Mina, que hasta ahora veo que trae un cuchillo en las manos y nos apunta. Me mira fijamente y yo le devuelvo la mirada
—Me quieren matar, porque les tome unas fotos y prueba que son unos criminales, que venden armas y posiblemente drogas y personas. — dice Mina casi gritando
—Esas afirmaciones son mentira minina. — Acentuado el apodo, dando un paso hacia ella.
—Por dios yo los vi en esa bodega, tenían armas. — dice como si tuviera un ataque de pánico
—Exacto armas, Solo comerciamos con armas. No vendemos ni droga. Ni personas… solo armas y lavado de dinero. — le digo para que le quede claro.
—Gregory. — me advierte Antón. Posiblemente no debí de decir lo último
—¿Por qué tomaste esas fotos? — le pregunta Alice.
—Yo… soy periodista, solo quería una buena nota. — el reconocimiento cubre las facciones del rostro de Alice, quizá Antón le comento algo antes.
—Eso… no creo que sea lo más inteligente. — le dice Alice.
—No hay evidencia que lo confirme y yo quería conseguir esas evidencias. — dice Mina en un susurro.
— Pero existen rumores de que son mafiosos, sabes… la mayoría los conoce. —Alice tiene razón.
—Yo los había escuchado, pero no hay ni una sola cosa que lo pruebe, pero si me dejan ir, les juro que no voy a decir nada. —
—Todo sería más fácil si tuviéramos garantía de eso Mina. — le digo acercándome más a ella lentamente, no dice nada pero sujeta el cuchillo con más fuerza en mi dirección.
En eso Antón también empieza a avanzar hacia ella y aprovecho la leve distracción de mí, que provoco al enfocar su atención en él. Recorro la distancia que nos separa y tomo la muñeca donde sostiene el cuchillo y hago que por la sorpresa lo tire al suelo. Le doy la vuelta y su espalda choca con mi pecho y con un brazo la rodeo, mierda me gusta esta posición, con mi brazo libre saco mi teléfono y abro la cámara, agacho mi cabeza para ponerla en su hombro y me pego mucho ella, hasta que nuestras mejillas están chocando y nos sacó una foto. Ignoro la mirada de todos los presentes que sé que me están viendo me como un demente, quizá lo este. En mis brazos Mina esta quieta, tampoco comprende que está pasando.
—¿ Que haces? — pregunta Antón.
—Solo tomar una foto, así si nuestra periodista espía quiere decir algo podremos mostrar esto, y va aquedar como una cómplice ¿no? —
—Suéltame maldito. — empieza a retorcerse pero la aprieto ahora con los dos brazos. Tenerla de esta forma me está causando estragos.
—Eso no me da confianza de dejarla ir. — dice Antón, con calma, creo que se está conteniendo porque está presente Alice.
—Si la foto que tome sale a luz, su reputación como periodista se va al carajo y no creo que se quiera eso. — le digo viéndolo fijamente y luego pongo mi atención en ella. — ¿Verdad que no quieres eso? — niega con la cabeza rápidamente. —¿Y no vas a decir nada? —
—Ya les dije no que iba decir nada, además ya no tengo las fotos. Solo quiero marcharme— dice entre un sollozo, lo que hace apretar mi corazón.
—¿Desde cuándo la tienen aquí? — pregunta Alice.
—Yo no la tengo aquí, fue él. — dice señalándome
—Un día. — le digo
—Santo dios… no creo que vaya a decir nada, cuando uno ve el peligro real comprende las cosas, verdad ¿Mina? —