Capítulo 14
Mina
Desperté más temprano de lo usual, la verdad es que había dormido mal, me despertaba cada que escuchaba el más mínimo ruido. No sabía si era la ansiedad por la situación con mi padre, a pesar de estar en un lugar cómodo y sobre todo de tener la seguridad que Gregory nos había permitido tener a mi madre y a mi madre y a mí o lo que pasó con Gregory, aun pienso en ese beso y dios… porque lo bese, si se supone que en un principio no quería nada que ver con los Mikhailov y ahora estoy en su casa y besado a uno de ellos, y lo que mas me desconcentra es que no me desagrado nada ese beso y no se hasta dónde hubiera parado si su celular no suena, interrumpiendo el momento, afortunadamente después se fue y ya no volvió.
Después de dar vueltas en la cama por lo que parecieron horas, decidí levantarme. Al salir del cuarto fui a la habitación de mamá y la encontré dormida plácidamente y como no quería despertarla cerré la puerta lentamente y me dirigí a la cocina con la intención de preparar algo un café o algún té. Mientras me acercaba a la cocina escuche ruidos y pensé que Magi ya estaba haciendo algo para el desayuno, sin embargo, al entrar a la cocina, no encontré a Magi, me encontré con una figura alta frente al fregadero… lo reconocí a pesar de estar de espaldas, era Gregory que estaba ahí, con la camisa de vestir blanca arremangada hasta los codos y un fino y liso pantalón negro, estaba sosteniendo una taza de café y era la mejor vista de mi vida.
—No sabía que te levantabas tan temprano… señor jefe de mafia —le solté sin pensar demasiado, estar cerca de él me daba nervios pero también confianza.
Él apenas giró un poco la cabeza, dejando entrever una sonrisa burlona antes de tomar un sorbo.
—El crimen no duerme, ¿y tú? ¿No deberías seguir en la cama? —dijo con un tono un tanto relajado y en broma.
Me encogí de hombros mientras me acercaba al armario a tomar una taza limpia.
—El crimen tampoco deja descansar a los inocentes, al parecer. — dije un tanto nerviosa.
Gregory dejó su taza en la mesa y abrió la nevera. A pesar de sus gestos casi despreocupados, su presencia llenaba la cocina por completo. Movía las cosas como si supiera que estaba haciendo.
—¿Sabes cocinar? —pregunté, tenía curiosidad por todo lo que envolvía a este hombre que es mucho mas que lo que dice y lo que he visto.
Él arqueó una ceja y me lanzó una mirada como si hubiera dicho algo ridículo.
—¿Por qué todo el mundo asume que los mafiosos no saben cocinar? —pregunto tratando de sonar indignado.
—Tal vez porque dan más miedo con un arma que con una sartén o por que son ricos y no necesitan hacer cosas mundanas. —
Eso pareció hacerlo reír, me estremecí con es risa que fue una risa baja, grave, que resonó en el espacio, dejo de rebuscar en el refrigerador y saco unos huevos, pan y algo de fruta.
—No sabré hacer cosas tan elaboradas, pero lo suficiente como para llenarme el estómago, cuando me tengo que ir pronto a trabajar, ya sabe no quiero molestar a Magi, da miedo cundo la levantan pronto. — yo solo le di una sonrisa y negué con la cabeza. —Ya que estas aquí ¿Quiere un poco de lo que voy a preparar. —
—Sip… solo para comprobar si sabes lo que haces. —
Me senté en una de las sillas de la mesa. Lo observé mientras cocinaba, moviéndose con una confianza que parecía parte de su naturaleza. Después de unos minutos batiendo, cortando y revolviendo puso un par de platos frente a mí, debo admitir que me sorprendí, el desayuno no lucía nada mal.
—¿Entonces? —preguntó mientras tomaba asiento frente a mí. — ¿Pase el examen? —
—Pues se ve bien —respondí mientras tomaba un trozo de fruta. — Muchas gracias. —
—¿Por qué?, ¿Por unos huevos simples y fruta picada? —
—No… por todo —repliqué, apoyando un codo sobre la mesa. —¿Siempre fuiste tan… asi?
Gregory dejó su tenedor sobre el plato y se recostó en la silla.
—¿Así cómo? —
—Intimidante pero a la vez… amable y … muy bueno. —
—Minina, lo de intimidante esta bien, lo otro no, crecí en un mundo donde si no imponías respeto, eras un objetivo. Mi abuelo me enseñó eso muy rápido y aprendí a emitir mi capa impermeable de hombre intimidante y créeme lo soy, pero no te confundas, no soy ni amable y mucho menos amable. — Su tono cambió, haciéndose más serio.
—¿Entonces por qué eres eso conmigo?, desde un principio pudiste matarme en cuento te diste cuenta que te estaba siguiendo o cuando tome esas fotos en el almacén, y no lo hiciste, abogaste pro mi y me protegiste de tu primo y ahora me ayudar con todo el destare de mi padre. —
—No soy ni remotamente un buen tipo, minina, solo soy pasivo con mi familia o personas ajenas a ella que me importen y créeme hasta el día de hoy solo tu ocupas ese privilegió. — su mirada era tan intensa que por un momento deje de respirar.
Volvió a comer y el silencio se instauro entre nosotros, y cada vez se hacia mas pesado, era como si lo que me dijo fuera una confesión de algo… algo que no sabía si podía manejar a futuro.