Capítulo 29
Mina
Mi mejilla ardía por la bofetada, y cada respiro que tomaba hacía que me doliera el estómago donde el hombre me había golpeado. Me sentía mareada y tenía ganas de vomitar.
Alexander seguía de pie frente a mí, sonriendo como si fuera un maldito rey, disfrutando de verme en el suelo.
—¿Sabes? —murmuro caminando lentamente a mi alrededor — Siempre supe que serias una molestia, Mina. Después que decidiste irte, creí que me había librado de ti, pero no, te metiste en mis asunto, y por poco haces que me quedé sin nada de lo que por derecho me pertenece, por lo que luche tanto. —
Intenté no demostrarle mi miedo, pero mi cuerpo temblaba involuntariamente.
Alexander chasqueó la lengua y le hizo un gesto a sus hombres.
—Levanten a la princesa. No quiero que se ensucie demasiado antes de que terminemos con esto. — dijo con tono burlón.
Las manos ásperas de los matones me agarraron y me pusieron de pie, sacudiéndome como si fuera un muñeco de trapo. Mis muñecas estaban amarradas de nuevo, está ves más fuerte. Alexander me observó con diversion.
—¿Tienes algo que decir, Mina?—
Lo miré directo a los ojos, forzando una sonrisa pese al dolor.
—Sí. Que te jodan. Gregory va a venir por mí y te va a matar lentamente y dolorosamente, ya a matado por mi. —
Sus ojos se oscurecieron.
Estaba a punto de decir algo más cuando la puerta de la casa se abrió de golpe con un estruendo.
Y entonces, se escucharon disparos.
Los matones reaccionaron de inmediato, sacando sus armas. Alexander tropezó hacia atrás, con el miedo pintado en su rostro.
—¡Mierda, mierda! —murmuró.
La casa se convirtió en un caos.
Uno de los hombres intentó correr hacia la puerta trasera, pero el sonido seco de un disparo lo detuvo en seco.
Los gritos llenaron el aire.
Y entonces… escuché su voz.
—¿Dónde carajo estás, Mina? —
Gregory.
Algo en mí se rompió. Las lágrimas comenzaron a salir aun mas sin que pudiera detenerlas.
Los pasos resonaron en el suelo, acercándose.
Y entonces, lo vi.
Gregory Mikhailov irrumpió en la habitación como una tormenta de furia.
Sus ojos eran fuego puro, y su expresión… nunca lo había visto así. Su mandíbula estaba apretada, su postura rígida, y la forma en que sujetaba su arma era mortal.
El pánico en el rostro de Alexander lo decía todo.
—Gregory… —mi voz salió como un susurro ahogado.
Él me miró y su expresión cambió por una fracción de segundo a angustia. Y luego, volvió a la furia.
—Hijo de puta… —gruñó, y en menos de un segundo, le apuntó a Alexander.
…………………......
Gregory
El sonido de los disparos aún resonaba en mis oídos, pero lo único que importaba en este momento era Mina. Antón y los demás se encargaría de lo bastardos. Yo solo miraba a Mina.
Estaba ahí.
Parada en medio de la habitación, con las muñecas atadas y la mirada llena de terror. Su mejilla estaba tan roja, hinchada y podía ver sangre en la comisura de su labio. Le habían pegado.
Mis dedos se apretaron alrededor del gatillo.
—Hijo de puta… —escupí, apuntando directamente a Alexander Baker.
El malnacido dio un paso atrás, levantando las manos con desesperación. Su miedo era palpable.
—E-espera… —balbuceó—Esto no es lo que parece…—
Avancé con pasos pesados, sin bajar el arma.
Uno de sus matones intentó moverse, pero Anton apareció por la puerta y le disparó en la cabeza sin dudar, el bastardo cayó al suelo con un golpe seco.
No me importó. Solo tenía ojos para Alexander.
—¿Te divirtió, Baker? —mi voz era fría, peligrosa. Cada palabra goteaba veneno.
Alexander tragó saliva. Sus ojos iban de mí a Mina, como si buscara una salida.
—Gregory, no hagas esto —suplicó, con las manos temblorosas—. Fue solo… un malentendido. —
¿Un malentendido?
¿Secuestrar a Mina era un malentendido? ¿Pedir que le diera a su madre era un malentendido?
—Le pusiste una mano encima a mi mujer, eso no es un jodido malentendido. —mi voz salió como un gruñido bajo — Eso es una sentencia de muerte, Baker. Ya te había librado una vez pero esta vez no. —
—¡No, no, espera! —sus gritos se volvieron más desesperados— No quería hacerle daño, solo… solo quería negociar. ¡Tú sabes cómo es esto, Gregory! ¡Negocios! Yo solo quería mi dinero, lo que e estado amasando durante años. —
Negocios.