Tu Lado Romántico

Capítulo 31

Capítulo 31

Alice.

 

Después de desayunar y darnos un baño, fuimos a caminar a los alrededores pero regresamos pronto ya que termine cayendo en un oyó que había en el camino y me ensucie de lodo.

Así que me estoy cambiando después de darme otra ducha.

Cuando salgo de mi habitación me dirijo hacia el comedor donde ya está servida la comida, al parecer Magi había preparado varias tandas de comida ya lista solo para calentar, así que no  me iba a preocupar más por hurgar en la despensa y preparar algo y me relajare en este fin de semana en este lugar hermoso.

—Terminando de comer ¿quieres ir al lago? — me pregunta Antón sentándose  en la silla frente a mí.

—¿Hay un lago aquí? — le pregunte mientras me llevaba un bocado a la boca.

—Sí y prometo que no hay más hoyos en el camino. — me dijo conteniendo la risa que estaba brotando por su garganta.

—No es gracioso, me pude lesionar. —

—Lo siento pero, fue muy gracioso como terminaste, y para que conste primero me preocupe y después me reí. —

—Buenos, cuando te caigas yo voy a reírme primero y después me voy a preocupar. — me da una sonrisa.

……………………………….

 

 

Cuando terminamos de comer lavamos los platos entre los dos, y eso fue  la más alucinante e irreal imagen que tengo de Antón Mikhailov, un gran jefe de la mafia lo que quiere decir que es extremadamente peligroso, aunque hace mucho que deje de verlo así.

El camino a el lago era mucho más marcado que el que tomamos en la mañana, este no tenía maleza por donde se tenía que caminar, solo en las orillas, y cuando llegamos al lago solo me quede ahí de pie observando lo hermoso que se veía.

— ¿Te vas a quedar aquí? — me dice Antón al oído, lo que provoca una oleada de escalofríos por todo mi cuerpo.

—Solo me quede un segundo congelada por lo hermoso que se ve. —

—Lo sé, esto fue el motivo por el que compraron la casa en primer lugar. — dijo volteando a verme. — ¿Quieres nadar? — me  pregunta mientras se empieza a desabrochar la camisa blanca.

—No, no sé nadar y me acabo de bañar. —

—Es agua no lodo, no te puede ensuciar, el agua del lago está muy limpia y por lo de nadar yo te ayudo. — dijo quitándose por completo la camisa y tirándola en el piso

—No, yo mejor te veo aquí. — le digo asiendo un intento fallido por sentarme en el pasto, pero que Antón interrumpió cuando me jalo hacia él y arrastrándome hacia el lago.

—¡No!, traigo toda la ropa me voy a mojar. —

—¿Por qué crees te traje varios cambios de ropa? — me dice mientras ciento el agua entrado por mis tenis y doy un pequeño grito cuando la ciento fría.

Antón avanza hasta que ya no puedo sentir suelo firme bajo mis pies así que  paso mis brazos alrededor de sus grandes hombros y cuello y por el acto me pego más a él, noto como se pone rígido pero no se aparta, al contrario solo se limita a rodearme por la cintura con sus fuertes manos.

Al sentir su cuerpo pegado a mi cuerpo contuve la respiración por las sensaciones que estaba empezando a sentir.

—Puedes llevarme a la orilla esto no me gusta. — le digo en un mormullo por estar cerca de él, y a esta distancia puedo apreciar sus facciones mucho mejor.

—Claro después de esto. — me dice con una sonrisa de niño que está a punto de hacer una travesura y acto seguido se hunde y llevándome a mí, no duramos mucho debajo del agua, pero lógicamente  salimos empapados, pude ver como el agua le corría por la cara y como pequeñas gotas de agua se quedaban suspendidas en sus labios y de pronto me entro mucha sed o no sé qué, porque se me seco la garganta y quise probar esas deliciosas gotas que estaban a mi vista.

Sin pensarlo me acerque totalmente a él y lo bese, beso que el respondió rápidamente, yo lo envolví más fuerte con mis manos y con mis piernas y eso fue un error porque lo que sentí hizo que la temperatura de mi cuerpo aumentara de golpe.

Después de lo que pareció una eternidad sentí que el agua fría iba dejando de sentirse y después sin terminar el beso me di cuenta que Antón me trae en sus brazos y cuando llego al montículo de tierra formado naturalmente y que estaba lleno de pasto que era donde había arrojado su camisa, me fue depositando con cuidado, hasta que mi espalda quedo en el suelo, sin romper el beso aun, él quedo encima mío con mis piernas alrededor de su cintura, cuando me acomode para quedar a su altura tuve que curvear mi espalda y mi pelvis se juntó más con la suya lo que hizo que sintiera algo duro y grande y que ya no pudiera formular bien pensamientos por las sensaciones increíbles que sentí al rosar.

Pero parece que ese roce lo hizo entrar en razón porque detuvo el beso de golpe.

—Esto… no está bien, tenemos que parar. — me dijo con la respiración entrecortada.

—¿Por qué? Yo quiero continuar—le digo mientras hago ademan de querer besarlo de nuevo



#2114 en Novela romántica

En el texto hay: mafiosos, romance, amor

Editado: 26.03.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.