Luxor se alejó de aquel lugar con rapidez y presteza, todo lo más veloz que pudo teniendo en cuenta que estaba herido. Internándose cada vez más en la profundidad de la Amazonía. Sentía un dolor inmenso en el corazón, con cada movimiento de sus patas, alejándose en desenfrenada huida de la escena, de la inesperada tragedia aconteciendo a su manada, era como si un puñal se le clavara en el pecho. La idea de abandonar a su Líder cuando más lo necesitaba no le gustaba en lo absoluto, él era quien debería estar allá en la batalla, distrayendo a los humanos para que su Reina escapara con su hija.
En lo más profundo de su corazón Luxor entendía por qué lo había decidido de esta manera, sabía que Serena aunque deseaba con todas las fuerzas de su corazón criar ella misma a su hija, en ese momento no tenía fuerzas para escapar, quizás después de la muerte de su esposo no le quedaban ganas de vivir...
—Pero si mi madre hubiera podido huir no tenía duda alguna que lo habría echo por mi.
Tu padre continuó alejándose todo lo que pudo, pero llegó un momento en que las fuerza vital le fallaba, comenzaba a debilitarse y decidió detenerse. Tenía la certeza de que estaban muy lejos del punto de la tragedia. A lo lejos divisó una entrada de una caverna y se dirigió a ese sitio, sería un buen paradero para pasar la noche. Estrella hizo una especie de camita con hojas suaves y grandes que encontró, que le quedó muy mullida y cómoda para la bebé, luego buscó hierbas medicinales para atender la herida de Luxor, imaginaba que estaba sufriendo mucho dolor y había perdido bastante sangre. Las heridas con plata, tardan mucho en sanar y en el caso de tu padre no sanaría nunca si no le retiraban la bala o moriría en el peor de los casos.
Una vez que Estrella retiró el proyectil y le untó en la herida el ungüento que había preparado, lo dejó cuidándome y se fue a casar para ambos. Pudo capturar una cierva con su cría y un venado. La cierva y a su cría las llevó vivos amarrados con una diana, y los ató uno muy lejos del otro, como para que su madre sintiera la presencia de su cría y se le llenara la ubre de leche sin que lo pudiera amamantar, para así tener leche fresca y poder alimentar a la criatura, apenas era una bebé recién nacida y no se había alimentado aun en casi 24 horas.
El venado fue la cena de Luxor y de Estrella. Fueron 8 los lobos que pudieron escapar, sumándole a ellos tres, solo quedamos de la manada, en total, 11 miembros con vida, toda la noche se estuvieron comunicando con Luxor para saber donde se encontraban y reunirse con su nuevo Líder Alfa. Cuando al fin todos los lobos sobrevivientes del ataque sorpresivo de los humanos, estuvieron reunidos un la caverna, presentaron a la bebé oficialmente como la hija legítima de su fallecida Líder Serena y por tanto la futura Líder de la manada al llegar a mi mayoría de edad.
—Aunque sinceramente yo no me enteré de nada de lo que pasaba en ese momento a mi alrededor y mucho menos de la responsabilidad que ya pesaba sobre mis hombros, sin aun ser consciente de mi persona.―manifestó Mar de Luna y se sonrió―y creo que tardé mucho tiempo en conocer los detalles de dicha reunión.
Después de mi presentación a la manada, el tema principal era la muerte de mi madre. Jazmín, una de las lobas que asistió a mi madre durante el parto y que luchó a su lado hasta el último momento. Cuenta que nunca había visto tal despliegue de valentía, ni tanto poder en ninguno de nuestra especie; todo los animales que se encontraban cerca, desde el más pequeño y más inofensivo hasta el más grande y más feroz, se abalanzaron contra los hombres. Los individuos que pretendían seguir el rastro de Luxor los envolvía en llamas hasta verlos gritar, agonizar y perecer sin ninguna compasión, a otros los aplastaba con enormes rocas e incluso a algunos los hacia volar tan alto que al chocar contra el suelo quedaban inertes en medio de un charco de sangre.
—Puede sonar cruel Lunita, nosotros nunca actuamos así contra los humanos; pero en esa ocasión ellos solitos se buscaron la peor parte de los lobos y sobretodo la de tu abuela.
Cuentan que no quedó un solo humano con vida para atestiguar lo ocurrido de ese horrendo y sangriento día. Esos malvados hombres mataron a todos los humanos del pueblo y a la mayoría de los lobos de nuestra cepa, pero los que murieron ese día, no lo hicieron en vano, porque eliminaron a todos los Cazadores de Lobos, e incluyendo a sus Jefes...
...
Luxor fue al medio día a buscar a su esposa e hija para ir a cenar. Debido al largo período de tiempo que pasaban como humanos por Mariluna, ya estaban adaptados y se sentían más cómodos con la forma humana sobretodos las mujeres y él, (lo de más cómodo no era comparado con su forma lobuna, sino que ya empezaban a acostumbrase mejor y sentarse mejor con su forma humana.) ya que el resto de los lobos pasaban, normalmente, mitad y mitad aproximadamente, es decir 12 horas con forma humana y 12 como lobo más o menos por lo general. Por lo que también se estaban adaptando a comer la carne azada. Al llegar a la entrada de la escuela escuchó la voz de Mar de Luna contando el final de la historia de Serena y no pudo evitar rememorar aquellos hechos tan dolorosos, aún sin importar el largo tiempo trascurrido.
Fue una horrible matanza y una gran perdida irreparable para su especie, que quedó aún más reducida, había sido un día muy doloroso e inolvidable para su raza. Perdieron a la mejor, la más valiente y sin duda la más poderosa de todos los líderes que habían existido en la historia de la raza lobuna. Hechos que nunca podrían borrar de su mente ninguno de los 10 sobrevivientes, consientes que presenciaron y experimentaron en carne propia los terribles y lamentables hechos ocurridos...
Al entrar al sitio la mirada de Luxor reparó en su hija concentrada, escuchando cada palabra que salía de los labios de su progenitora, eran tan diferentes madre e hija como la noche y el día, pero ambas de una belleza extraordinaria. Su esposa como un rayo de Sol con su piel blanquísima y sus largos cabellos dorados, con su mirada verde esmeralda entre sus largas pestañas y su hija como un rayo de Luna con su piel blanquecina, sus cabellos negros azabache con rayos y puntas azules, tan extraño y llamativo; con una mirada azul turquí adornados por unas largas y gruesas pestañas oscuras. El Lobo Alfa se podía quedar toda una eternidad contemplándolas, arrebolado con la hermosura infinita de ambas.
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Editado: 18.05.2022