Tú Loba y yo Vampiro

Capítulo#35 Ya no soy una niña «papá».

 

Todos me quedaron viendo impactados y extrañados por mi inesperada decisión, se quedaron mudos en sus lugares y con expresiones de gran tristeza, me di cuenta en ese momento del dolor que les esteba causando, ellos me adoraban, de alguna manera todos los ahí presentes me habían criado como hija, yo fui su niña consentida y cada uno de esos lobos compartió su sabiduría conmigo. Sinceramente me dolía irme y dejarlos así, pero no podía cambiar de parecer, presentía que si me quedaba mi sufrimiento les haría más daño aún que mi partida y Luxor no iba a poder alcanzar la felicidad que merecía en su relación con Jazmín.

Me levanté y le dije a Estrella que me acompañara. Necesitaba desaparecer antes de que Luxor llegara, no quería verlo ni que me viera, no deseaba despedirme de él y mucho menos observarlo aparecer con Jazmín, quería que fueran felices, pero lejos de mí. No podría soportar verlos juntos como pareja.

Me apresuré y enseguida casi estaba lista para marcharme, aunque sabía que Luxor iba a demorar. Lo imaginaba jurándole su amor eterno a Jazmín y me envenenaba el alma tales lucubraciones, las lagrimas me quemaban los ojos, amenazando con escapar, pero no las dejé salir, no podía permitir que me vieran así, además que si las dejaba emerger no sabía cuando podría detenerlas.

Terminamos los preparativos necesarios, yo tuve que ayudar a Estrella, que parecía que nunca acabaría, evidentemente no sabía o siquiera sospechaba, mi necesidad de escapar, antes de que «ellos» llegaran. 
Cuando ambas estuvimos listas nos despedimos de todos, sus rostros acongojados y al borde del llanto me desarmaban, sentía un dolor profundo en mi corazón. La idea de no volver a ver a Luxor me torturaba extremadamente; pero no quería que él siguiera atado a mí, si amaba a Jazmín, lo amaba tanto que prefería sufrir yo antes que verlo sufrir a él, no podía imponerle un amor que no sentía, ¡el amor no es una obligación, es una necesidad!, no se piensa, se siente, sabía que el sentía «amor» por mí, pero sólo era un ″amor paternal‶.

Precisamente en el mismo momento que nos disponíamos a salir Estrella y yo, Luxor llegó y me miró sumamente extrañado al ver las mochilas de viaje e instantáneamente se trasformó, quedó frente a mí. Alto, arrogante, erguido en su innata postura altiva y con mirada avasalladora y fulminante.

―¡Qué piensas hacer!―me gritó con voz gruesa y afectada.

―Me voy―me limité a responder, con toda la serenidad que me fue posible aparentar, dadas las circunstancias por la que atravesaba.

Ocuité la desesperación, la angustia, el dolor que sentía... lo mejor que pude, pero la entereza que aparentaba amenazaba con derrumbarse de un momento a otro.

―¿Para dónde?―me dijo con la voz quebrándosele y emanando fuego de su mirada azul.

―Para Asia, con el otro Clan―le afirmé lo más natural que pude, como si fuera lo más común que me fuera para el otro lado del mundo y sin decirle nada. 
―¿Por que lo haces? ¡tu me habías prometido que nunca te apartarías de mi lado!, ¡las promesas se cumplen Mar de Luna!, cuando uno da su palabra jamás debe retractarse.

—Lo sé, pero debo partir...

—¡Ni sabes nada!—la interrumpió furibundo-el cumplimiento de las promesas habla más de las personas que las palabras en sí, te da el respeto de los que te rodean, en cambia si dejas que tus promesas se las lleve el viento, al igual que las palabras, ¡tan solo eres un ser ordinario, sin credulidad ni orgullo propio!―me espetó, herido por mi partida, soltando toda su rabia en cada palabra.

Todo los de la manada nos miraban asombrados, incrédulos aún por todo lo que estaba pasando, pero mudos, sin atreverse a opinar. Era una guerra de Alfas, una batalla de miradas, de poder, de palabras... sentían la tención latente entre sus líderes y la sensación de que si se atrevían a intervenir iba a ser peor.

—>Además de que no hubiera servido de nada, ese era un asunto que solo podíamos resolver tu padre y yo. Y para serte sincera Lunita, siempre e tenido como un sexto sentido, como si de vez en cuando pudiera leer lo más profundo de las mentes, los secretos más internos y ocultos de los que me rodean, nunca lo había querido reconocer ante nadie, ni siquiera ante mí, que pudiera leer las mentes, pero es justo que lo sepas hija<

Sosteníamos un duelo de miradas, yo quería gritarle que me iba, porque él no me amaba de la misma forma que yo lo idolatraba a él, porque no soportaba verlo con otra; pero sobretodo porque quería darle la oportunidad de que amara libremente, el merecía estar con la persona que amaba y yo no quería ser su impedimento.

―Yo solo asentí con la cabeza, en ningún momento prometí nada Luxor―él palideció extremadamente y se me acercó, me agarró con sus manos fuertemente por ambos lados de mis brazos y me sacudió como si estuviera dormida y quisiera despertarme, estaba totalmente fuera de sí, parecía que deliraba o que se hubiese vuelto loco. Confieso que en ese momento me asusté mucho, ¡nunca lo había visto tan furioso! y con voz ronca me dijo:

―Si tú te vas yo me iré contigo―en ese preciso momento llegó Jazmín y yo, tal vez por los celos, le dije con voz dulce y con mucho tacto.

―Ya no soy una niña «papá» ―enmarqué bien lento la palabra que desde hacía mucho tiempo no pronunciaba.―Hace un año te dije que quería irme para Asia, así que es una decisión bien pensada y para nada improvisada, aunque se lo haya acabado de informar al clan, es una pena que ni Jazmín ni tú hayan estado presentes, pero como ya les adelanté a ellos, ustedes están de noviazgo
―Luxor me soltó al escuchar mi declaración y abrió mucho los ojos por el asombro, me miró tristemente y yo continué, tenía que liberarlo, que él no se sintiera culpable― «papá» ya estoy preparada para asumir que estás enamorado, tu tienes derecho a casarte y a ser feliz, yo también... por eso es que quiero viajar, conocer el mundo y ocuparme por un tiempo del otro clan, aquí te necesitan todos y más que nadie Jazmín.




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