Tú Loba y yo Vampiro

Capítulo#43 Un lugar salvaje.


―No podemos hacer nada por él, no hay antídoto―sin pensarlo Marlon le dio un tiro en la cabeza al maltrecho e inconsciente hombre―Lo mismo espero que hagan por mí si me veo en esa situación.—comentó inexpresivo.

Yo me quedé pasmado, no podía creer la sangre tan fría que tenía ese hombre, ¡¿o a él no le corría sangre por las venas?!, no dudó ni un segundo en disparar. Definitivamente yo no encajaba ni en la selva, ni mucho menos con estas personas, su forma de vida, su indolencia por la vida, su ambición, su falta de sentimiento... definitivamente estaba fuera de lugar.

—Es que yo soy el único que ve esto mal, ese que está allí podría ser yo o cualquiera de ustedes.—les espeté sin poderme contener, furioso y dolido con su inhumanidad.

—Sí el jefe actuó así es porque no tenía salvación—justificó uno del grupo y el resto permaneció en silencio.

Yo los miraba uno a uno sin poder creer tanta indiferencia, cuando mi mirada se posó en el rostro tosco de Oscar este rompió el breve e incomodo silencio que se había instalado.

—El tóxico de esa pequeña Ranita dorada que te pareció inofensiva es mortal, incluso su nombreterriblilis te hace pensar lo terrible que puede ser un encuentro cercano con una de ellas, es la fuente principal del veneno utilizado en los dardos por los nativos para cazar sus alimentos—explicó Oscar con tono autosuficiente para demostrar su extenso conocimiento sobre la selva y haciéndome quedar como un completo ignorante o estúpido como se podía deducir claramente por el tono que utilizó, al menos yo era capaz de percibirlo, del resto no estoy muy seguro.  

—Suficiente charla, aquí todos tienen que tener bien claro que las acciones que tome siempre serán las más acertadas, ¡para eso soy el jefe carajo!, ¿les quedó claro?—no se sintió como una pregunta más bien era una advertencia o una amenaza.  

Todos asintieron incluyendo a Oscar, algunos con respuestas audibles y otros con un simple gesto de asentimiento, yo no estoy seguro de lo que hice, mi mente estaba tratando de procesar toda esta información, algo sí me quedó muy claro, si no me limitaba a segur las ordenes y a mantener el pico cerrado el próximo cadáver podría ser yo, en este mundo que me metí solito los que molestan están de más, estos hombres rudos e inescrupulosos no aguantaban una piedra en sus zapatos, definitivamente no podía convertirme en esa piedra si quería regresar con vida.  

Colocamos piedras sobre el cadáver, yo comencé y todos me siguieron, le hice una cruz con dos ramas amarradas fuertemente con hilo de pescar, me arrodillé y le recé para que su alma descansara en paz y luego continuamos avanzando. Después de este hecho los demás actuaban normales, como si una muerte violenta ocurriera todos los días en su presencia, yo estaba aturdido y pensativo.

...

Cada día nos costaba más avanzar, la naturaleza se volvía una barrera infranqueable, era nuestra enemiga, como si todo el lugar nos impidiera avanzar, El jefe decidió que para desplazarse más rápido era mejor navegar por el río amazónico hasta el punto donde él quería llegar. Bajo sus órdenes y con su experiencia construimos balsas con tronco de madera bien amarrados. Cuando uno de los hombres en mi campo visual se acercó a recoger un grueso palo detrás había un enorme cocodrilo, que con su enorme boca lo atrapó por una pierna, lo sacudió como si fuera una pluma y lo lanzó, su cabeza pegó fuertemente contra una roca y quedó inconsciente. Sin tener tiempo de reaccionar se le subieron una manada de cocodrilos pequeños por todo su cuerpo dispuestos ha hacerlo su cena. Marlon le disparó en la cabeza a su discípulo, un estremecimiento aterrador recorrió mi cuerpo, ese hombre podía haber sido yo, el animal se irguió en sus patas delantera, como advirtiendo que no se acercaran, entonces comprendí que era una hembra, actuó en defensa de sus crías, el infortunado camarada se acercó demaciado representando una amenaza para el animal, el instinto maternal está en todas partes incluso en las bestias más salvajes.

No quería manchar la memoria de mi compañero caído pero este no tuvo cuidado y se acercó demasiado a las crías, sobrevivir aquí no sólo depende de la suerte sino también de la precaución individual... Curiosamente era el mismo que salió en defensa de Marlon justificándolo cuándo disparó en la cabeza de mi compañero caído, me dolió no poder colocar al menos piedras sobre su cuerpo y una cruz para darle una santa sepultura. Ese hombre era la comida de los cocodrilos, estaba seguro que esa atroz escena no se iba a apartar nunca de mi mente.

Echamos las balsas al río con nuestras propias manos sacándolas del lodo de la orilla y a continuación nos subimos prestos en ellas, utilizando palos para guiarlas y avanzar. Me percaté que en  mi ropa tenía unos asquerosos y repugnantes alimañas...

—¡Sanguijuelas!—alguien gritó.

...literalmente queriéndome comer, exactamente buscando la forma de incrustarse en la piel pero las botas y la gruesa tela del pantalón por suerte no las dejaban avanzar, me las quité rápido, regresándolas de vuelta al agua, miré a mi alrededor y todos hacían lo mismo. Un poco más en esas aguas lodosas y logran su objetivo pensé irónico, buscándole el lado divertido a la situación si es que tenía uno.

Nos dejamos llevar por la corriente del río, a decir verdad me daba miedo que se tornara muy violenta y caer al agua, o peor aún caer por una cascada o cataratas. Se hizo de noche, nos colocamos las gafas de visión nocturna, había que estar atentos, más tarde nos acomodamos y comimos un enlatado, la comida hoy era muy poca, pero había que conformarse, ahora entendía lo que el Jefe quería decir, cuando aseguraba que el enlatado era para ocasiones especiales.

...

Llevábamos varios días navegando, cuando una mañana, salió como por arte de magia, una enorme anaconda, era increíble y aterrador su tamaño, saltó sobre una de las valsas y la hundió con su peso, mis ojos miraban incrédulos y atónitos lo que sucedía, el enorme animal envolvió a uno de los hombres de esa frágil embarcación y se lo llevó, todos les disparamos al animal pero no pareció surtir efecto alguno, lo que sí estaba claro, al menos para mí, que el agujero que vi justo en medio de la frente del infortunado compañero, era producido por la infalible puntería de Marlon, él solamente contaba por 20 hombres y no tenía ni la mitad de los sentimientos de uno solo.




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