Tú Loba y yo Vampiro

Capítulo#50 Únicos sobrevivientes...

 

Era un día tranquilo, como era su costumbre toda la manada estaba reunida en el salón del comedor, algunos en su forma de lobo y otros como humanos, devoraban su apetitosa comida una parte cruda y la otra semi cocidas o semi asadas, su festín consistía en un oso, un jabalí y una anaconda. La niña estaba entre sus padres, su madre a su derecha y su padre a su izquierda, disfrutaba el sabroso festín como los demás, pero ella prefería el jabalí semi asado, no le agradaba esa enorme anaconda de casi 20 metros de largo, ese enorme reptil se la podía comer a ella de un solo bocado, le daba escalofríos, y los osos sí le gustaban, pero no precisamente para comérselos, jugaba con unos más pequeños que vivían cerca, toda la manada sabían cuales eran y respetaban esa familia de osos, sabía que ese que se estaban comiendo era porque apareció por el área de sus osos amigos y se le enfrentó queriendo reclamar el territorio que no era suyo, el papá oso estaba perdiendo cuando llegó la niña con  Luxor y su padre no dudó en enfrentarse al oso ″oportunista‶ que terminó siendo un extra de la sena, pero aun así a la pequeña le daba ″cosita‶ comérselo, le gustaban esas criaturas, hoy comerían más de lo normal, ellos comían sólo lo necesario y siempre variando porque protegían la fauna y no querían que ningún animal estuviera en peligro de extensión.

Todo transcurría normal como de costumbre hasta que sintieron sonidos de pisadas entrando a la cueva, automáticamente se trasformaron en lobo los que aun no lo estaban, no les dio tiempo a nada, no sintieron el olor de ninguna presencia extraña y ahora que estaba frente a ellos una tropa de hombres armados, con el cuerpo cubierto de lodo, entendían el porqué pasaron desapercibidos para sus instintos extremadamente desarrollados de olfato. Se hizo un silencio sepulcral, todos quedaron como estatuas, humanos de un lado y lobos del otro, mirada con mirada... los que no habían visto aun los lobos quedaron totalmente en shock por la majestuosidad, la grandeza de esas criaturas, el más pequeño era casi del tamaño de un hombre, los demás eran más altos que un hombre y uno en especial sobresalía de todos, gigantesco, atemorizante... Era notable la variedad de pelajes:blanco, marrón, canela, negros, greses, rojizos y el mes pequeño era increíble su color negro con rayos azules... hasta al insensible de Marlon le temblaron las manos antes de disparar, Andrés fijó su atención en el lobo más pequeño, esa era su cría sin duda, aunque como lobo también atemorizaba, tenía el tamaño de un lobo normal de los de la raza más grande, pero ya él sabía que era una niña y la iba a proteger con su vida si era necesario. Tal vez sería su determinación, sus nobles intenciones o su gran corazón... el caso es que milagrosamente la Líder Mar de Luna escuchó sus pensamiento...y le habló mentalmente.  

―Saca a mi hija de aquí por favor―Andrés se sobresaltó al oír una voz dentro de su cabeza, se estaría volviendo loco pensó.  

―No estás loco...soy la Líder de la manada, la loba blanca―Andrés la buscó con la mirada, cuándo la encontró ella tenía sus increíbles y hermosos ojos verde esmeraldas fijos en él, brillaban cómo dos luceros, Andrés sintió aflicción, dolor angustia, pena por la tragedia que se les avecinaba, se sentía culpable, él era parte de esas crueles personas―No se como pero pude leer tus pensamientos y se que quieres proteger a mi hija, sí—le confirmó—ella es la loba más pequeña, la misma que creíste que era...., sólo tiene tres años, es una niña, ¡mi niña! y no quiero que muera...

Sintió el dolor de ella como propio, él había vivido la perdida de su hija y no iba a permitir que una pequeña muriera si él podía evitarlo, miró a la lobita, no se veía tan pequeña comparada con él, pero con los otros lobos sí, se veía grande pero era sólo una niña, tenía la misma edad que su niña, su pequeña Sofi, cuando murió...

―Sí lo haré, no se si aún me escuchas...―pensó intentando que la loba blanca le leyera sus pensamientos.  

―Sí te escucho... se que perdiste a tu hija... lo siento mucho, un hijo no debe irse primero que un padre...

―Opino lo mismo...―pensó Andrés con tristeza, más para él que para la loba que estaba metida en su cabeza.

―Sácala de aquí, cuídala como si fuera tu hija...―Mar de Luna recordó la historia que le contaron de su madre...sus últimas palabras>te encargo a mi hija, cuídala como si fuera ″tu hija‶, ella es mi vida y te la entrego...<

Ahora ella estaba en el lugar de su madre Serena, pero al menos ella conoció a su hija, la crió hasta la actualidad, disfrutó de su alegría, de sus risas, de su inteligencia, su inocencia, e incluso tuvo la oportunidad de ver y disfrutar su primera transformación... y su madre no. Su única prioridad era salvar a su hija, y como veía la situación eso sería una proeza, aún con el barro pudo reconocer a Marlon, «Marcus tenía razón cometió una imprudencia al traer al humano a la cueva... todo esto era su culpa», pensó dolorida, ese hombre sabía como eliminar a su raza, 
era más que evidente que las municiones eran de plata... Les pidió perdón mentalmente a todos los miembros de su clan, se abrió una  comunicación grupal, ninguno le reprocho nada, ni siquiera Marcus, todos manifestaron que la única prioridad era Mariluna.

Todos estaban convencido que ese era su ultimo día en la tierra y morirían con orgullo, protegiendo la pequeña vida, su gran orgullo, la única esperanza de que sobreviviera su raza, el único ejemplar que quedaría con vida, de eso se asegurarían.

Mar de luna les advirtió a todos del humano que tenían que proteger, él se llevaría a la niña y la cuidaría y les dijo por qué lo sabía. Todos se despidieron mentalmente, se dieron el último adiós, las despedidas de Marcus y Estrella, Luxor y Mar de Luna fueron las más conmovedoras, su amor era excepcional, exclusivo, único... pero el amor de la pareja alfa no tenía igual, era tan inmenso y profundo que no se podía medir, era infinito como el mismo universo y habían engendrado una muestra de su gran amor, su pequeña Mariluna por la cual todos estaban dispuestos a dar su vidas.




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