―Hijo con respecto a lo que quería hablarte...era sobre Laura...
La sola mención de ese nombre puso su corazón a mil, se llevó las manos al pecho porque sintió que se le quería salir, ¿le había pasado algo?, pensó asustado y palideció al imaginar que algo malo le podía haber sucedido a su amada...
―¿Le pasó algo malo a Laura mamá?―formuló la pregunta con voz temblorosa.
—¡No hijo!, dios la proteja, claro que no le ha pasado nada, ella está bien... sigue viendo con sus padres, disculpa por asustarte, tal vez no supe expresarme bien... El caso es que ella estuvo aquí hace unas semanas atrás...
—¿De verdad?, no lo dices para consolarme...
―Sí, es cierto, como crees que te iba a mentir con algo así... vino a visitarnos y nos preguntó por ti, tu padre y yo le dijimos que hacía mucho tiempo que no sabíamos nada de tu paradero.... Ella se preocupó mucho, hasta lloró.
Sonia hizo una pausa recordando el dolor y la desesperación de la joven, su llanto desconsolado, su extremada delgadez y su rostro enfermizo, pero no le iba a dar esos detalles a su hijo, sabía que si se lo decía se pondría como loco. Después de un suspiro continuó contándole lo sucedido a su querido hijo.
—Nos pidió perdón por haberse alejado de todos..., nosotros le hicimos saber que no teníamos nada que perdonarle, que la entendíamos, me pidió que en cuanto tuviera noticia tuyas le avisara.
―No se si deba ir personalmente a verla, tengo miedo de que no me reciba... sabes que la amo mamá y no me importa como esté físicamente... yo siempre la amaré.
―Lo sé hijo, a mí no tienes que decírmelo, si quieres mi consejo...
―¡Pues claro mamá!—Exclamó.
―Ve a verla, vuelve a intentarlo, ya a pasado mucho tiempo..., ella vino a esta casa a saber de ti, ese fue el verdadero motivo de su visita, pero si después de intentarlo...ella no quiere nada contigo como hombre, entonces tienes que dejarla ir, no quiero que te hagas falsas ilusiones, tu eres un hombre de verdad y los hombres de verdad caminan con los pies bien firmes sobre la tierra, no andan volando... ni pensando en pajaritos preñados, ¿me entiendes hijo
―Sí madre, claro que la entiendo.―le respondió pero no pudo ocultar su tristeza.
Su mirada triste no pasó desapercibida para sus padres, ellos lo amaban profundamente, y les dolía en lo más profundo de sus seres ver a su hijo sufriendo, pero no podían hacer nada más, solo apoyarlo y estar ahí para él, como hacen los padres.
―Escucha a tu madre hijo, consejos de búho viejo valen por mil, sabes que te amamos y lo único que queremos es tu felicidad, me voy a la cama, buenas noches.
―Bendición papá.
―Dios te bendiga hijo.
―Yo también me voy a dormir, estoy agotada.
—Bendición mamá.
―Dios te bendiga, presiento que hoy dormiré plácidamente después de tanto tiempo... estaba muy preocupada por ti cariño...― depositó un calido beso material en su frente y se retiró.
―Lo siento mamá―murmuró como pensando en voz alta.
Su madre no lo escuchó, pero eso no importaba realmente, el hecho de que su hijo estuviera allí, completamente sano y recuperado, físico y emocionalmente, es lo único que un buen padre necesita para ser feliz, para sentir el espíritu libre de preocupaciones, relajarse, descansar y así estaban sus padres ese día.
...
Al día siguiente Andrés se despertó temprano, la ansiedad de visitar a Laura no lo dejó dormir bien, se duchó rápido, se afeitó y se vistió elegante, pero relajado, con un pantalón negro, una camisa violeta clara de diseño, que le quedaba ajustada dando una hermosa vista de sus bíceps, sus hombros y su pecho ancho, pero sin exagerar, se recogió las manga y se las ajustó, ya que el modelo fue diseñado para eso, con un botón a cada lados de los brazos, se peinó su cabello largo hasta los hombros hacia atrás, se lo acomodó con gel mirándose en el espejo de la cómoda de madera carmelita oscuro, bien pulida, de medio cuerpo y ancho, se dijo que necesitaba un corte, se untó perfume en los lugares estratégicos, se sentó en la cama y se colocó las medias, luego unos zapatos negros de vestir y salió de su habitación, su madre estaba levantada preparándole el desayuno, se imaginó que su hijo se levantaría temprano, cosas que sólo predicen las madres.
—Bueno día mamá, mmmh huele delicioso.
―Buenos días hijo, siéntate que ya te sirvo...
―Gracias madre, te aceptaré tu rica comida para el almuerzo... es que tengo un nudo en el estómago, si como así lo más probable es que me caiga mal, disculpa...
―Descuida hijo, me lo imaginé, en realidad le estoy preparando el desayuno a Mariluna. Sólo quería estar levantada antes de que te fueras para desearte suerte y darte las llaves del coche de tu papá.
―Gracias mamá, ya entiendo el olor a carne tan temprano...
―Me imagino que eso es lo que come... pero trataré de mostrarle más sabores para variar su dieta, eso será más adelante, poco a poco, tengo esperanza de que con el tiempo le guste la comida humana ...
―Opino lo mismo, nada se pierde con intentarlo.
En ese momento llegó la niña a la cocina, el olor le había tocado el hombro, la había tomado de la nariz y arrastrado hasta la cocina, valga la metáfora, literalmente llegó con la nariz arrugada y las tripas crujiendo.
―Buenos días pequeña.
La saludó Sonia afectuosa.
―Buenos días abuela...hola papá... Andrés la miró asombrado, era la primera vez que le llamaba papá, ni en el camino lo hizo, aún cuando se lo pidió por precaución, ella sabía como hablar sin levantar sospechas y cuando callar, así que se dio cuenta que no era necesario que lo llamara de ese modo para aparentarlo, era demasiado lista. Lo que él no sabía era que ella lo escuchó en la noche anterior.
―Buenas noches hija, que dios te bendiga―ella sintió como se retiró en puntillas de pie, a su extremada agudeza auditiva no se le pasaba nada por alto, era como un reflejo natural y luego de eso se durmió feliz.
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Editado: 18.05.2022