Adrián se asustó cuando la joven camino en dirección a los arbustos tras los que se ocultaba y no entendía porqué motivo si el no se asustaba con nada, al menos eso creía hasta ese momento; además ¿que le podría hacer un simple mortal? Jamás se imaginó que ella presintiera su presencia, ningún humano lo hacía, ellos eran demaciado sigilosos para ser notados. Optó por leerle la mente, no le gustaba utilizar esa táctica, siempre que podía evitarlo lo hacía. Mientras algo no lo afectara directamente, ya fuera por un motivo de índole mayor que perjudicara u ocasionara un daño, representara alguna posible amenaza para su especie, para su ciudad o para él, evitaba usar ese poder. Detestaba hurgar en la intimidad de los demás y no hay nada más íntimo que los pensamientos; pero esa humana lo desconcertaba... Después de varios intentos suspiró frustrado, por más que lo intentó no pudo, se encontraba con una barrera mental que le resultaba impenetrable. Con cada segundo que pasaba conociendo a la misteriosa joven, más despertaba su curiosidad. Hasta la actualidad ella era el segundo ser al que no podía acceder a sus pensamientos.
La joven se le estaba acercando peligrosamente, así que se movió a la velocidad de la luz y se alejo lo necesario para no perderla de vista. En ese momento agradecía más que nunca la velocidad única de los vampiros. Pudo alejarse cuando la tenía casi pegada a él y ella no se dio cuenta. La vio buscar justo detrás del arbusto en el que estaba antes, haciendo una expresión rara, como en forma de hocico que le provocó una ligera sonrisa espontánea, ese mohín de la humana le pareció muy tierno y gracioso, continuaba experimentando emociones que hasta entonces desconocía. Él no era para nada risueño, era más bien estoico y serio, sin ningún sentido del humor, algo así como un viejoen el cuerpo de un joven. Cuando la vio desistir de su búsqueda infructuosa y comenzó a caminar en sentido contrario, devolviéndose por donde vino, la siguió. Manteniéndose en la distancia. Cuidando sus pasos. Le agradó esa sensación de tener a alguien a quien cuidar. El olor de ella lo envolvía y aunque no le resultaba del todo agradable no le importaba.
Adrián caminaba al paso normal de los humanos siguiendo a la joven de la playa, que caminaba como si estuviera meditando y no tuviera ninguna prisa por llegar a ninguna parte. Llevaba poco tiempo en ese país, pero no le llevó mucho darse cuenta de que era un lugar violento. Se respiraba la maldad en las calles, asaltaban a las personas para despojarla de sus pertenencias. Se respiraba un olor a pobreza. Incluso optó por alimentarse de esos individuos que llamaban malandros, había salvado a muchos de su asedio, en ocasiones eran tan violentos con sus víctimas que tenía ganas de matarlos y liberar al mundo de esa lacra, pero otros lo hacían por necesidad, al leer sus mentes comprendió que tenían personas bajo su cuidado, abuelos, padres, esposa o hijos pequeños, toda una familia que alimentar y nada para llevarles, al menos para que se llevaran un bocado de comida a la boca aunque sea una vez al día. Era malo lo que hacían pero daban lástima. La única parte que encontró decente era precisamente donde estaban, por eso reservaron una habitación en un hotel de esa zona llamada Lechería, el nombre de ese lugar le resultaba raro, pero era un bonito lugar y sus costas lo fascinaban. Por temor a que la joven fuera víctima de un delincuente sin escrúpulos era por lo mismo que temía marcharse y dejarla a su suerte. Mientras la seguía lo único que podía observar era su esbelta y delicada silueta de espalda, con una abundante y hermosa cabellera que le caía hasta su excelentemente dibujado y bien proporcionado trasero. Su copioso y exuberante cabello parecía un manto hecho con la noche más oscura, bordado con luz plateada de luna. Traía un vestido blanco que ondeaba con cada corriente de aire. El iba como embobado con ella, no podía creer todo lo que despertaba en su interior esa perfecta desconocida, con la que no había tenido ni el simple roce del saludo.
...
Caminaba rumbo a mi morada lentamente, no tenía ningún deseo de llagar, el sueño se me había quedado en el paseo y lo único que podía hacer allí a esta hora era dormir. Durante mucho tiempo lo que más me entusiasmaba era aprender, absorber como una esponja todo el conocimiento de lo existente en este mundo que me tocó vivir, pero a medida que me e ido haciendo mujer todo eso ha dejado de importarme, en este país que me tocó vivir hay una plaga peor que mis archienemigos los vampiros... Un país de pobreza y de miserias, donde el hambre llenaba las afuera de los establecimientos de largas colas interminables para adquirir a un precio más accesible los productos de necesidades básica, aún sin saber si llegarían ese mismo día. Las gentes dormían en las colas, hasta se marcaban con un número como animales, daba dolor presenciar tanta necesidad. Las personas lucían tristes, abatidas, hambrientas, agotadas, descuidadas o violentas. Era un país donde todo escaseaba y la inflación subía como un globo aerostático y sin esperanzas de descender. Había demasiada violencia en las calles, demasiada corrupción generalizada, era como vivir en el lejano oriente, donde el más fuerte y el de mejor puntería hacen lo que les plazca sin mayores consecuencias. Un país de marchas, protestas, presos políticos, hambre, desabastecimiento, escasez de productos, de medicamentos, falta de atención medica, arbitraje, corruptos... Personas de todo tipo pidiendo limosnas en las calles, niños, adultos, ancianos, discapacitados, ex convictos... sin importar el sexo, la raza o la edad. Se veían madres lactantes con su bebé en brazos, en pésimas condiciones físicas; se popularizó el bachaqueo (una palabra venezolana surgida en tiempos recientes, relacionada a las personas que compran productos más económicos y revenden a precios elevados), gente queriendo tapar el sol con un dedo, negando hasta por los medios de comunicación masiva que no hay escasez, que es mentira que un puebla está sufriendo una de las peores crisis humanitaria que se haya conocido, en estos momentos se le ocurría compararla con los campos de concentración de Hitler, la diferencia radica en que no es contra los judíos y aquella solo se desarrolló en lugares específicos, esta abarca toda una nación incluyendo a personas de diferentes paises que quedaron atrapados aquí. En general el mundo entero estaba en conflicto. Ocurrían desastres naturales cada cierto tiempo, terremotos, tsunamis, huracanes, inundaciones... Atentados terroristas en diferentes partes del mundo... definitivamente prefería la paz de su selva. El hombre por el abuso y explotación excesiva de los recursos terrestres a dañado la naturaleza, afectando sus ciclos naturales.
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Editado: 18.05.2022