Tú Loba y yo Vampiro

Capítulo#89 La confesión del vampiro.

 
Era lunes en la tarde, Laura necesitó de la ayuda de su padre para justificar la ausencia de Andrés en el trabajo, su padre le dio un certificado medico donde decía que tuvo un accidente de tránsito y estaba hospitalizado con un traumatismo cráneo encefálico (TCE) y que debido a una operación importante que necesitaban hacerle, con carácter urgente, lo habían tenido que trasladar a otro país porque en este país no había el avance que se requería para dicha operación, tan complicada y avanzada. Para todos, su familia estaba fuera del país. Era lo mejor que se les ocurrió hacer para justificar la ausencia inesperada de su esposo sin levantar sospechas y así evitar que alguien lo pudiera visitar a un hospital donde nunca estuvo. Lamentaba exponer a su padre de esta forma, haciéndolo faltar a su juramento hipocrático y poniendo su carrera y su prestigio en juego una vez más, hace muchos años lo hizo por ella y ahora lo hacía de nuevo por Andrés, pero él no se quejó, sabía que lo hacía por una causa justificada, por mantener a salvo a su familia.

No sabía como agradecerles, al final habían resultado ser los mejores padres del mundo, no se podía quejar. Habían aceptado una realidad que a muchos les hubiera costado demasiado asimilar o hubieran perdido la razón; pero ellos, al contrario. A pesar de ser personas sumamente cultas, refinadas e instruidas reaccionaron bien, siendo un apoyo incondicional en todo, como en estos momentos cruciales y habían sido unos abuelos excepcionales a pesar de todo. Ese lunes en la tarde se habían reunido todos en la mansión. Mariluna había ido en su auto a buscar a los padres de Andrés unas horas antes y una vez, todos reunidos en la sala, Laura les contó lo ocurrido aminorando un poco las partes violentas y crudas.

Antonio y Sonia lloraban desconsolados, a ella y a Mariluna se les partió el corazón al verlos así pero no querían ocultarles la verdad, Carlos y Esther fueron más fuertes pero también les afectó, a su familia le pasaban cosas muy raras pensaba Carlos afligido interiormente aunque su rostro mostraba calma para poder consolar a los padres de su yerno. Cuando ocurre una tragedia donde casi todos se quiebran o derrumban es preciso que alguien permanezca fuerte para ser el pilar de apoyo.

Mariluna no había asistido a la escuela, cuando su amiga Sandra la llamó preocupada por su ausencia le mintió, así mismo como su mamá hizo en el trabajo de Andrés, diciéndole que estaban de viaje por motivos de salud de su padre, sin dar muchos detalles al respecto. Nadie podía saber que estaban en su vivienda por lo que también se le avisó al personal que trabajaba el la mansión que no vinieran hasta nuevo aviso, se les dijo que no se preocuparan que igual se les pagaría como si estuvieran en sus puestos de trabajo.

La fachada de la mansión se mantenía como si no hubiera nadie, sin vigilancia y con las cortinas cerradas de todos los ventanales de las dos plantas, evitaban salir a no ser que fuera estrictamente necesario. Ese mismo lunes en la tarde vino Adrián con la escusa de saber el motivo de la ausencia a clases de Mariluna, estaba toda la familia reunida cuando llegó, Sara le abrió la puerta y lo condujo hasta donde se encontraba la familia reunida. Todos profundamente afligidos, aunque a unos se les notara más que a otros. De él no podían ocultarse, sabía parte del secreto de la familia y era necesario mantenerlo cerca. Así lo acordaron Mariluna y Laura.

Laura se excusó y se lo llevó al fondo de la propiedad, donde nadie pudiera escuchar la conversación que iba a tener con él, mentalmente la dijo a Mariluna.    

—No te preocupes hija, sólo quiero hablar con él de lo mismo que ustedes hablaron y asegurarme de que va a mantener la promesa de guardar nuestro secreto, necesito escucharlo de su boca y viéndole a los ojos para estar más tranquila. Cuida de tus abuelos, te necesitan más que nunca.

—No te preocupes mamá, yo estaré aquí con ellos...  

Una vez que llegó a donde quería, habló de una sola vez y sin rodeos.  

—Sé que eres un vampiro.  

Adrián dio un respingo alarmado, en su mirada se reflejaba una mezcla de asombro y temor.

Laura continuó diciendo sin importarle su reacción.

—No te preocupes que no le diré nada a mi hija, quiero que leas esto—sacó la carta que debía haber quemado pero que al final no lo hizo. La cargaba consigo como si fuera un talismán de la buena suerte.

Adrián la tomó con curiosidad y extrañeza, no entendía que estaba sucediendo. La leyó enseguida y con cada palabra abría más y más los ojos. No podía creer que Maikel se había burlado de él una vez más y menos que atacara a la familia de la mujer que amaba. Era demaciado la fijación que tenía con él, quería hacerlo pagar algo que fuere lo que fuera él nada tuvo que ver, ¡ni siquiera había nacido en ese entonces, cuanto le pasó todo lo malo que le tocó vivir!, ¿por qué le tenía que joder la vida?, que la tome conmigo directamente si quiere pero que deje tranquilos a los que me importan, pesaba mientras apretaba fuertemente la mandíbula, se sentía tan frustrado e importante. Él y sus padres se lo buscaron por no respetar las leyes de su raza y de la reina, su madre. Y por desafiar a los lobos. Eres un maldito cobarde Maikel, te metes con los más débiles y huyes de mí. Te juro que te atraparé y no te tendré compasión, suplicarás misericordia y no la tendré, juró decidido, hirviéndole la sangre de ira.

—Lo siento tanto, yo no quería causarle daño a su familia... me imagino que fue a su esposo a quién mató...—le dijo muy afectado por lo que leyó y por la tragedia que estaba viviendo esa familia por su causa, aunque indirectamente, pero igual se sentía responsable, él no podía involucrarse sentimentalmente con nadie hasta que no solucionara el problema con Maikel e hizo exactamente lo contrario.

—Tengo la corazonada de que tú no le harías daño a mi hija.

—De eso puede estar completamente segura señora Laura, yo amo a su hija como nunca he amado a nadie y la protegeré con mi vida y de mi propia raza de ser necesario.—expresó con ardor y decisión absoluta. Su mirada estaba cargada de determinación y sinceridad.




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