Tú Loba y yo Vampiro

Capítulo#94Se hizo posible lo imposible.

 

—Sospecho que estoy embarazada, tu sangre no afectará...  

—No, tranquila. Mi sangre regenera el tejido, cicatriza, acelera el proceso de multiplicación celular, pero no afecta nada.—se apresuró a decir interrumpiéndola.

—No se lo comentes a nadie—pidió, casi suplicó con ojos de gacela.

Laura era muy bella pero a Adrián no lo impresionaba eso, la única que lo había deslumbrado y cautivada realmente era Mariluna, aunque era algo más que eso lo que lo atraía; él estaba acostumbrado a ver bellezas vampiresas en su reino, eso era algo que no surtía efecto en él, pero por la mujer que tenía en frente sentía algo nuevo: respeto, cariño y confianza. Era algo que no había encontrado en nadie hasta ahora.

—Es un secreto por ahora—luego le contó el motivo por el cual no quería decírselo ni a su hija ni a su esposo y Adrián la entendió.

—Es mejor que bajemos.—sugirió después de escucharla con atención.

Laura asintió y salieron uno detrás del otro, al llegar a la sala se encontraron a Andrés y a Mariluna con la televisión prendida pero en realidad conversaban. Le preocupó ver la cara de pocos amigos que tenía su marido, él antes no era así.

—Estoy tratando de hacerle entender a este señor gruñón, que es normal que tú y mi novio se lleven bien, tú lo recibiste en esta familia y confiaste en él así que es normal que él confíe en ti y te cuente sus problemas, pero no hay forma de que lo entienda.—le comunicó Mariluna mentalmente.Mi papá es un cabeza dura.

—Menos mal que tú lo entiendes cariño, pero no te preocupes que yo me encargo de este cascarrabias—le respondió de la misma forma y continuó en voz audible—quita esa cara de perro rabioso que las únicas que mordemos somos Mariluna y yo.

–En eso te equivocas mujer—y mostró sus colmillos que aumentaron de tamaño enseguida y Laura retrocedió intimidada—No seas tonta, ¿o no confías en mí?, yo sería incapaz de hacerte daño.—aclaró enseguida entre arrepentido de mostrarle sus colmillos y molesto porque Laura le mostrara temor.

Mientras Adrián mantenía oculta tras su espalda la mano con la que le dio a beber de su sangre a su suegra, para que nadie viera la herida que sanaba rápidamente.    

...

Sonó el timbre de la puerta y Laura casi corrió para abrirle a sus padres, sabía que eran ellos, eran a las únicas personas que estaban esperando impacientemente. Cuando entraron los recién llegados: Andrés, Mariluna y Adrián, que estaban cómodamente sentados, se pusieron de pies como movidos por un resorte. Mariluna corrió y abrasó y besó a su abuelo, luego hizo igual con su abuela, del resto los hombres se saludaron con un apretón de manos y con un beso a Esther. Luego se sentaron todos a esperar que hablara Carlos, este sacó un sobre y se los entregó a su hija.  

—Te corresponde a ti dar la noticia—Laura lo tomó con la mano derecha que le temblaba perceptiblemente, sacó el papel y leyó los resultados del examen para sí, y cuando terminó dijo con voz emocionada.

—¡Estoy embarazada!    

Andrés la miró perplejo, no estaba seguro de haber escuchado bien.

—Estás... ¿embarazada?—preguntó indeciso.  

—Sí mi amor, ¡vamos a ser padres!—le confirmó su esposa.

Andrés se levantó eufórico, se acercó a su mujer, colocó sus manos a cada lado de las caderas de Laura y la alzó en vuelo mientras giraba, riendo y llorando al mismo tiempo. Sus lágrimas eran de ventura, de alegría, de dicha. Se sentía el hombre más afortunado del mundo, tenía a su familia, a la mujer más bella del mundo, a la única que amaba y podría amar, a la hija más maravillosa que jamás pensó tener y ahora llegaría otro hijo, uni que nunca pensaron que podrían engendrar; pero allí estaba, dentro del vientre de su amada y eso era más de lo que podía pedirle al universo para estar completo, se detuvo y besó su vientre enardecido.

—Hola bebé, papá está contento de que estés dentro de mamá—sus gestos, su manera de hablar expresaba infinitamente más que las palabras. Andrés era un manojo de nervios y exaltación, luego se sentó en el sofá y acurrucó a su esposa a su lado, casi que la cargaba, pasando un brazo rodeando su cuerpo y descansando su mano en su vientre que aún permanecía plano, sin enterarse aparentemente todavía de lo que crecía dentro.  

Mariluna se quedó meditando, sopesando la información, ella creía que era imposible pero al parecer no para sus padres, para ellos no había nada imposible, ellos habían desafiado hasta la muerte, hasta ahora... Le alegraba la noticia pero no sabía como reaccionar, era algo tan inesperado y tenía miedo, mucho miedo...  

—¿Qué me dices hija? ¿No te agrada la idea de tener un hermano?—le preguntó Laura mentalmente preocupada por la falta de reacción de Mariluna.  

—¡Claro que me alegra mamá¡ Ustedes se merecen la alegría de engendrar, tener y de criar un hijo propio.

—Tú lo eres para mí y para tu padre, aunque no te haya llevado en mi vientre y tu padre no haya puesto la semilla... te siento igual o más hija propia que el bebé que llevo dentro, ambos lo sentimos así te lo puedo asegurar.

—Lo sé mamá, no creas que me pondré celosa, nunca he sido inmadura, no es eso, de verdad. A mí me alegra no ser más yo sola, no estoy celosa—recalcó—ni nada parecido, no pienso que me van a querer menos que a un hijo propio, yo también lo voy a querer y que esté allí hecho realidad es un sueño que nunca me atreví a expresar con palabras por temor a abrir una herida que pensé que nunca se iba a curar.—entonces dijo emocionada utilizando sus cuerdas vocales, para que todos la oyeran—¡¡Felicidades mamá!!—y posteriormente se levantó para abrazar a Laura—Me preocupas tú, no todas las lobas o los bebés sobreviven al parto.—le admitió sus temores mentalmente mientras la seguía abrazando con una mezcla paradójica de sentimientos.

—Yo lucharé para lograrlo y tú y tu padre estarán a mi lado para darme fuerzas.

—Eso es un hecho—le afirmó con seguridad, aunque sus temores internos nada los despejaba.  




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