Tú Loba y yo Vampiro

Capítulo#95 La fiesta.

 

Mariluna despertó más temprano de lo normal, sintió que algo salió veloz por la ventana, pero fue más bien un presentimiento que lo que realmente pudieron percibir sus ojos aún adormilados. Respiraba extasiada el olor inconfundible de Alex, siempre lo sentía, cada noche en su cuarto, cada día al despertar y era algo verdaderamente agradable. No se explicaba como era posible pero como le gustaba tanto no le buscaba una explicación lógica, simplemente se limitaba a sentir todo el tumulto de sensaciones agradables que esto le provocaba.  De todos modos se levantó presurosa y corrió descalza hasta el balcón, miró en todas las direcciones sin notar nada extraño, se relajó. Luego se estiró como un felino y bostezó perezosamente, hoy era un día especial, cumplía 18 años de edad. Para las personas era ser mayor de edad, aunque en algunos países era a los 21, pero nada de eso le importaba realmente, ella hacía mucho tiempo que se consideraba mayor. Esperaba que sus padres aparecieran en cualquier momento para felicitarla como siempre hacían. Se encaminó de vuelta al interior de su cuarto para asearse pero al mirar la cama notó como si en vez de una hubieran dormido dos personas en ella. Normalmente dormía en el lado derecho y no tenía mal dormir, no que supiera, ni cambiaba de almohadas y tanto las del lado de ella como las del otro lado estaban bastante ajadas. Arrugó el entrecejo pensativa pero luego sonrió, «a lo mejor tuve pesadillas y rodé de un lado a otro, más bien debo agradecer por no haberme caído», pensó dándose la única posible explicación razonable que podía darse, teniendo en cuenta que creía imposible que alguien se metiera en su cuarto y mucho menos en su cama sin ella darse cuenta.     Caminó hasta el bañó y entró, pensaba mientras se iba quitando la bata de dormir y la ropa interior, las tiró en la cesta de la ropa sucia y entró a la ducha como vino al mundo, abrió la llave y dejó que el agua acariciara su esbelto cuerpo.  

Una hora más tarde estaba lista, sentada en el sillón de su peinadora frente a esta, pero sin fijarse en su imagen reflejada en el gran espejo de un curioso y fino marco dorado, en realidad estaba ida en sus pensamientos, recordando un pasado que aunque todavía era muy niña para ese entonces lo recordaba todo claramente como si hubiera sido ayer. Otro año más sin su clan, sin sus amados padres, sin sus tíos... sólo le quedaba el recuerdo de lo vivido, todo lo que le enseñaron, el conocimiento transmitido por tantas generaciones y que sólo quedó ella, sin poder tener descendencia para transmitirle todo ese conocimiento de su honorífica, increíble y valiente raza. Pensó en el hijo que esperaba Laura y un rayito de esperanza le llegó a su ser melancólico, quizás cuando se casara con Alexander ocurriera otro milagro como el de sus padres, él era humano y ella loba, justo como eran Laura y Andrés para cuando quedó embarazada, pero temía que para que eso ocurriera seguramente tendría que haber otra súper Luna con las mismas características de la que vivieron sus padres y los humanos no viven tanto. Se levantó y se dirigió a la mesita donde descansaba apagada su computadora, prendió la fuente y luego el equipo, una vez que abrió se metió en Google Chrome. El internet en ocasiones estaba caído o pesado casi siempre, la cobertura no era muy buena en este país decadente, pero con paciencia casi siempre se podía lograr la búsqueda deseada, al menos en su zona. Tecleó ágil «año en el que ocurrirá la siguiente súper Luna» y esperó el tiempo prudente a que abriera la página, y le salió la fecha de la reciente, la misma de sus padres, esa no le servía, comenzó a leer en busca de más información ¿151 o 152 años sin ocurrir? ¿Dentro de una cantidad así de años es que volvería a ocurrir? se preguntó desesperanzada ¡Ya Alexander estaría muerto! nadie que viva ha sido testigo de una súper Luna azul y roja hasta esta que ocurrió recientemente, fue la primera vez y la última que la verían las personas que lograron apreciarla, no es un evento para nada común... lugo tecleó «calendario de eclipse total de lunas», leyó y prefirió no seguir leyendo más, se sintió frustrada, deprimida, ¿porqué tenían que ser tan diferentes?, ¿porqué ella no era normal?, ¡¿pero qué estaba pensando?¡, la regañó su propio subconsciente, recordó enseguida de dónde venía y lo orgullosa que estaba de los suyos, jamás renegaría de su especie, de sus raíces, de lo que era; quizás fuera la última de su raza pero no dejaría que desaparecieran del lugar más importante, de su mente ni de su corazón. Recordó el día que cumplió sus primeros tres años de vida, fue el último cumpleaños que pasó con sus progenitores. Se dirigió al cajón en donde estaba bien guardado el collar que le regaló su madre ese mismo día y que también perteneció a su abuela Serena. Llevaba muchos años guardado, decidió que esa noche se lo podría en honor a los suyos, su madre Mar de Luna hubiera querido que así fuera, aunque para su raza la mayoría de edad era a los 30, compartiría con sus padres actuales, con su novio, sus amigas y el resto de los invitados, pero sin olvidar a su otra familia, una que lamentablemente ya no estaban a su lado pero siempre vivirían en sus recuerdos. Su memoria estaba llena de vivencias, anécdotas, hazaña y glorias de ellos, jamás desaparecerían de allí, eso nadie podía arrancárselo así tan fácil como le arrebataron la vida a los pocos que quedaban de su clan.

Tenía hambre por lo que decidió bajar a desayunar, sorprendentemente sus padres estaban en el comedor y Alex también. Les dio los apropiados buenos días a todos y esperó ansiosa una felicitación que no llegó. Recordó cuando propuso lo de la fiesta unos días antes, lo hizo en parte por su cumpleaños pero sus padres aprobaron su idea por distinto motivo a lo que esperaba o deseaba. Laura y Andrés no habían mencionado su cumpleaños, si mal no recordaba, en 5 meses aproximadamente. Al parecer debido a los últimos acontecimientos ocurridos en su familia habían olvidado su día, de todas formas era mejor así, los justificó en parte para no deprimirse más de lo que ya estaba. «¿Qué importancia tenía un año más o un año menos? cuando al final ya ellos sabían que ella era inmortal»; pero le dolía no ser tan importante, no podía evitarlo, sí que le dolía, le dolía muy adentro, era un sentimiento muy incómodo, pero entendía que sus padres estaban pasando por una situación trascendental.  




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.