Adrián y Alexia se encontraban en la habitación del hotel discutiendo, Adrián le reclamaba el hecho de regresar sin avisarle y ella le reprochaba el haberle ocultado algo tan importante y delicado como que la novia de la que tanto hablaba no era una simple humana sino una licántropo. Adrián estaba tan furioso por sus reclamo que apenas se podía controlar y todo comenzó a temblar, el baso de cristal que estaba encima de la mesita de noche cayó al suelo derramándose todo su contenido en la alfombra, Alexia se asustó mucho, comprendió al instante lo peligroso que era sacar al príncipe de sus cabales y esta vez habló con voz suave, tratando de serenar al joven.
—Lo siento alteza, no era mi intención enojarlo, si no te controlas derrumbarás el hotel—en lo que hablaba se escuchó la alarma que indica la presencia de sismo y Adrián cerró sus ojos y se enfocó en relajarse y segundos más tarde todo volvió a la normalidad.
—No me resignaré a perderla.— su voz se quebró ligeramente.
Alexia lo miró con atención, ese dolor que se reflejaba en él ni siquiera lo vio cuando perdió a la mortal que fue su concubina, estaba sufriendo sin lugar a dudas, pero ni aún así lo podía dejar tener una relación con una loba, ¡eso nunca!, tendría que matarla antes, pensó con decisión.
—Si no lo haces desatarás una guerra y eso sólo perjudicará a todos y eso incluye a tu queridísima Loba.
—Cuando te refieras a ella hazlo con respeto y su nombre es Mariluna—le ordenó.
—Está bien, Mariluna, ¿contento?
—Contento no, pero vas por buen camino y te advierto que no me provoques, ella para mí lo significa todo.—le advirtió en tono mordaz.
—No te entiendo Adrián, con tantas mujeres que hay en el mundo, con las que tenemos en nuestra ciudad y con la belleza seductora que tienen las vampiresas ¿te vienes a enamorar precisamente del enemigo? y para colmo huele muy mal, de verdad que no puedo entenderte.
—El amor no se impone, no se busca, no se escoge, simplemente llega aunque a veces sea de la persona menos impensable de quién lo hagas.—explicó reflexivo.
—Quizás tengas razón, aunque no estoy muy segura de ello, hablas como un mortal, ningún vampiro coincidiría con tu forma de pensar tan filosófica.—se vislumbraba un poco de ironía en sus palabras.
—Yo creo que tenemos a uno muy cerca—insinuó.
Alexia arrugó su pequeña nariz pensativa.
—¿No me digas que el imbécil de Meliades también está ridículamente enamorado?—inquirió.
—Puede ser...
—¿También de una loba?
—No, de una mortal amiga de una loba. Eres tonta te lo acabo de insinuar.
—¡¿Meliades enamorado de una mortal?!— exclamó anonadada pero enseguida cambio totalmente de expresión—¿Cuando se te despertó el sentido del humor?, pero lamento informarte que tu humor es negro y no causa ninguna gracia.
—Yo no bromeo, jamás lo he hecho—respondió serio, solamente con mi loba, recordó, pero no lo admitiría delante de Alexia, eso era algo muy personal.
—Entonces esperaré a que llegue, para que él mismo me explique, ustedes están rompiendo las reglas, ambos, ningún vampiro original se puede relacionar con ninguna mortal fuera de nuestra ciudad ¡y mucho menos con una loba! eso es algo ilógico.
Adrián se quedó pensativo, interiormente estaba devastado, no soportaba la idea de perder a Mariluna. Se encaminó a su dormitorio olvidándose de Alexia sin siquiera despedirse, cerró la puerta y se lanzó de espaldas en su cama, colocó sus manos en la nuca y su mirada quedó fija en el techo sin verlo, su mente estaba en el día de mañana, en el encuentro que le permitió, en la forma en que le explicaría todo. Tenía que convencerla, era su única oportunidad y en ella basaba todas sus esperanzas. No supo distinguir el tiempo que pasó así, reaccionó cuando escuchó llegar a su primo, por lo visto Alexia cumplió con su palabra, en cuanto entró lo bombardeó a preguntas que a Meliades no le quedó otra alternativa que contestarle a cada una de ellas, fueron bastantes, sintió hasta pena por él por tener que soportar el mal carácter de su tutora, ella era más noble y paciente que cualquier vampiresa pero cuando se sulfuraba solo le ganaba su madre, su primo terminó confesándole lo que ya él sabía, que por primera vez se había enamorado y que era de una mortal pero no le dio detalles de ella, ni su nombre, ni donde la conoció, ni donde vivía, nada, no quería que ella la molestara o le dijera cosas de él que terminaran por alejarla. Adrián permaneció inmutable, oyendo todo lo que hablaban al menos hasta que escuchó lo que le hizo Mariluna y la advertencia, claro que dijo que lo hizo en general como les advirtió a ellos que no se metieran con ningún humano, pero él sabía a qué mortal en específico se había referido y porsupuesto que guardaría el secreto, él mejor que nadie entendía por lo que estaba pasando su primo, aunque todavía no era novio de Sandra. En un parpadeó estaba frente a él.
—¿Que intentaste huir y te atrapó en una burbuja de aire?
—Sí y por más que intenté no pude liberarme.—respondió Meliades haciendo gestos exagerados.—fue algo increíble, aunque admito que tuve miedo.
—Es muy poderosa—murmuró para sí recordado como además manipuló la tierra y el fuego a su antojo, lo que significaba que tenía el poder de dominar los cuatro elementos aunque aún no la había visto controlar el agua estaba seguro de que también lo hacía y eso lo alegraba, así podía estar más tranquilo de que ella se pudiera cuidar sola, además tenía a su mamá y a su padre que aunque no tenían ningún poder también eran muy fuertes. Lo más increíble de su poder era que no solo podía manipular el fuego sino crearlo, ningún vampiro tenía ninguno de esos poderes, el poder de la tierra lo tuvo uno de sus antepasados y lo usó para elevar la tierra donde actualmente estaba enclavada su ciudad, pero había sido cazado por los lobos.
—Ya sé que es muy poderosa, no quiero imaginarme cómo será el resto de su clan, lo mejor es alejarnos de ellos y cuanto antesmejor—sugirió Alexia que no sabía que Mariluna era la última de su especie.
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Editado: 18.05.2022