Al llegar a su casa se encontró con su padre, su mirada triste le taladró el corazón, se acercó a él y sin mediar palabras lo abrazó, el correspondió un segundo después. Por un momento se quedó sin reacción pensando, pero su enojo con su pequeña no podía durar mucho y menos después de esa muestra cálida de cariño.
—Te amo papá, ¿lo sabes?
—Sí, lo sé tesoro.
—Me siento tan llena de problemas, tan agobiada y no quería transmitirte más problemas cuando tú tienes tantos...
—Pero yo soy tu padre—afirmó clemente, soltándose del abrazo—me duele que me dejes fuera, que no me cuentes tus problemas, que no confíes en mi.—Andrés estaba abatido.
—No es así papá, ¡todo lo contrario!, desearía compartir un lazo mental contigo y transmitirte mis pensamientos constantemente. Mantenerte siempre informado de todo lo que me sucede.—expresó Mariluna con sinceridad y desesperación. Jamás deseó lastimar emocionalmente a su querido padre. No sabía cómo explicarlo todo correctamente, para que no hubieran más malos entendidos. Deseaba abrirle su corazón y que el pudiera ver todo lo que tenía dentro. Sus emociones, sus problemas, su dolor, su frustración, sus deseos.... Todo. No quería tener secretos con su padre.
—Pero no todos comparten ese lazo hija, tienes que entender que ese es un don de tu especie pero el resto del mundo no tiene esas capacidades sobrehumanas.
—Lo sé papá— suspendió frustrada.
—Entonces hazlo como lo hacen los humanos—la animó. Después de todo, entre ellos había un lazo muy profundo, no necesitaban ese vínculo especial de los lobos para leerse entre sí, lo más profundo de sus almas—yo ya no lo soy—reconoció con pensar— pero igual no tengo esa capacidad. ¿Te hizo algo el imbécil de Adrián?—espetó indignado—Dime mi niña y te juro que lo mato.
Mariluna rió sin gracia y soltó de golpe el secreto que la estaba asfixiando.
—Es un vampiro papá.
—¿Es como yo?—interrogó Andrés incrédulo.
—Es un vampiro de los originales, no un convertido.
—No entiendo nada cariño—agregó más confundido.
—Que él nació siendo un vampiro, nunca fue humano, ni él ni su linaje. Es de sangre pura y nada más y nada menos que—hizo una pausa y tras un suspiro reveló—el príncipe de los vampiros.
Andrés la contemplaba conmocionado, aún no comprendía que ese joven, “aparentemente normal” que vivía en su casa: fuera un vampiro. «¿Un vampiro viviendo entre sus lobas y ninguna se percató de lo que en realidad era? Ese joven era muy astuto sin lugar a dudas», pensó.
—¿Eso significa que hay muchos más vampiros de lo que creíamos?
—Sí.—afirmó rotunda.
—¿Y qué vas a hacer?
—No lo sé aún, estoy perturbada—admitió.
—Él te ama...
—Eso no importa, un vampiro y un lobo nunca podrían estar juntos, es antinatural, va en contra de nuestra naturaleza, ¿y no me pongas el ejemplo de mamá y tú? Vale, esa es una historia completamente diferente—continuó sin dejarlo hablar cuando vio sus intenciones—ustedes eran humanos, estaban casados y ya se amaban de antemano cuando fueron convertidos, ¡ya su historia existía! No conocen la rivalidad que siempre existió entre nuestras razas, no a fondo. Tú no has matado a nadie ni mi mamá tampoco.
—Si lo hice, le recordó.
—¡No hablo de eso papá!, esa vez lo hiciste para salvarme la vida—se referían a la Amazona, cuando su grupo atacó a los Lobos.— Les hablo de lo que son ahora, nunca, desde que dejaron de ser humano, han lastimarlo y mucho menos quitado la vida a alguien. Ustedes siguen siendo buenos.
—Igual hija ustedes se enamoraron sin saber lo que eran.—intentó hacerle ver Andrés.
—Pero ya lo sé y de sobra sé cual es mi lugar y el de él, que ni siquiera se llama Alex.—exclamó con desesperación. No quería darle paso a la duda.
—¿Ah no?—interrogó su padre frunciendo el ceño.
—Su verdadero nombre es Adrián Aragón de los Reyes, pero como si todo esto fuera poco hoy lo encontré— se detuvo un momento, tuvo dudas de si contarle a su padre sobre lo extraño que pasó en ese encuentro, pero decidió que él merecía saberlo de primero; por cuidarlo mucho, al final sus secretos siempre terminaban lastimándolo, no más secretos, decidió.—surgió un vínculo mental entre ambos papá, algo que solo se logra con los de nuestra propia especie.
—Me parece que ustedes están destinados a estar juntos de lo que creen, son demasiadas coincidencias ¿no te parece?
—No lo sé. No entiendo que sentido tiene todo esto que nos está pasando. Nosotros los lobos sólo nos enamoramos de uno de nuestra propia especie, pueden pasar años o siglos para que eso pase, mi padre tenía más de mil años cuando llegó a su vida mi madre. Nuestra raza siempre está destinada a amar a alguien en específico, sin importar el tiempo que tenga que esperar uno de ellos para que nazca o aparezca su otra mitad y yo con solo 18 años encuentro a mi otra mitad, ¡y es mi peor enemigo!
Andrés se limitó a escuchar en silencio, la miraba con ojos paternales, cargados de comprensión, amor y dolor. Era capaz de sentir en su pecho todas las emociones de su hija más no sabía que hacer, cómo guiarla. Todo era muy complejo y desconocido para él. No sabía si Adrián era realmente bueno, algo en su interior le decía que sí, por eso la animaba, pero no podía asegurarlo. Sus dudas eran justificables, además él no conocía toda su historia como Laura. Nunca fueron tan íntimos.
—No sé si así lo quiso el destino o simplemente se está divirtiendo, jugándome una mala pasada.—concluyó Mariluna abatida.
—No pienses así cariño, el amor no puede ser algo malo, si tu te enamoraste de él es porque se lo merecía, porque tiene un alma buena, de lo contrario jamás tu corazón se hubiera sentido atraído hacia él, eres demaciado inteligente para que alguien pueda jugar con tus sentimientos.
—Hoy en la noche hablaremos, quedamos en vernos en la playa—le avisó. No era necesario pedir permiso.
—Escúchalo, analizarlo y deja que tú corazón y tu buen juicio den la última palabra. Sí aún después de hablar con el te quedan deudas daste tiempo para aclararlas. No des un adiós definitivo, no sabes cuánto eso podría doler, lo sé por experiencia propia.
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Editado: 18.05.2022