Tú Loba y yo Vampiro

Capítulo#111 El poder.

 

Pocos minutos antes de ser la hora del acuerdo, había tratado de comunicarse con Adrián; pero todo intento había sido en vano. Él no respondió en ningún momento. Ella no era capaz ni de sentirlo. Quizás al traicionarla el enlace que los unía se quebró. Estaba decepcionada profundamente. Había preferido a los suyos, aún cuando habían hecho algo muy malo, imperdonable. La ira llenó su alma. Nunca antes se había sentido de ese modo, ni siquiera cuando supo que él era un vampiro, que le había mentido y ocultado cosas se sintió así. Un poder muy grande corrió por sus venas, inundado todo su ser. Miró el collar que traía en su mano derecha, instintivamente. En el interior del corazón de diamante vio reflejado la entrada de un castillo. Sus ojos se quedaron observando una impresionante fuete en el centro, con la figura de una hermosa mujer. Extendió su aura hacía todos los que estaban con ella. Se concentró al máximo en sentirlos a todos y desplegó todo su poder. Miró con fijeza el objetivo iluminado que tenía ante sus ojos y utilizó al máximo su poder de teletransportación.  

Apareció justo en frente de la fuente que vio poco antes a través del talismán, pero en vivo era mucho más impresionante. Parecía irreal con aquel arcoiris formado sobre sus aguas. Sentía la humedad en el aire, mínimas gotas viajaban con él y se impregnaban en su piel. Miró a su alrededor preocupada. Todos estaban allí con ella. Suspiró aliviada. Lo había logrado. Un un ruido llamó su atención y buscó la fuente con la mirada. Unos guardias venían corriendo hacia ellos. Por su olor supo que eran humanos.

—Alto ahí—gritó—No quiero hacerles daño. Solo quiero hablar con sus superiores.—advirtió.

Los hombres se detuvieron en seco, no por sus palabras de Mariluna, sino al ver los grandes colmillos que se asomaron en las bocas de los recién llegados y las garras que emergieron de sus dedos.

...

Un día antes:

Adrián llegó al lugar donde estaban sus padres. En su mente traía un montón de cosas que lo atormentaban. Pero el recuerdo de Mariluna en sus brazos, entregándose a él espontáneamete, lo traía como mareado. No podía analizarlo todo con mente fría como siempre. Aún cuando reconocía que estaba frente a una situación de vida o muerte. Ella no tenía que haberse entregado a él, si no lo hubiera hecho ahora no estaría tan desconcentrado. Ponía todo de su parte para ser más racional y calculador, pero el recuerdo de lo pasado con ella le traía la cabeza dando vueltas, era como estar drogado. Alucinaba con la perfección de su cuerpo desnudo... En el gran salón de tronos solo estaban los reyes, sus padres, y dos de sus sirvientes. De los cuales se estaban alimentando en ese preciso momento.

—Madre, padre, tengo algo urgente que decirles.

El tono apremiante de su único hijo captó la atención de ambos enseguida. Soltaron los cuerpos casi al mismo tiempo y limpiaron la sangre alrededor de sus bocas con la lengua. Luego curaron a los subsidios como de costumbre.

—Pueden retirarse—les ordenó Isabel.

Una vez a solas con sus padres, les dijo lo que habló con Mariluna esa mañana, omitiendo todo lo personal y que pasó la noche con ella. Era lo lógico, ellos no sabían de la relación amorosa que tenía con ella y por los momentos no podían ni sospecharlo. Él estaba muy claro en eso.

—¡Eso no es posible!—se exaltó su madre—nadie sale de mis dominios sin mi permiso.

—¿Cómo pueden asegurar que fue uno de los nuestros?—preguntó su padre alterado y pensativo, rascándose la barbilla.

Era como lo temía, ninguno reaccionaría bien. No les dijo que los lobos estaban a las afueras del Reino. Eso pondría en peligro a su amada y a la defensiva a los suyos. Tratarían de atacarlos de sorpresa en la noche, de eso estaba seguro, por ese motivo cayó esa información.

—No lo sé—respondió sincero, encogiéndose de hombros—pero ellos tienen sus propios métodos—no sabía que más decirles. Él tampoco sabía cómo, pero confiaba en ella.

—Hijo mío, esto es muy grave, ¿Lo sabes?—Adrián se limitó a asentir con un momento de cabeza—¡Los lobos nos están acusando! Esa propuesta es una amenaza...

—No madre, es una oportunidad, si cooperamos con la justicia ellos confiarán en nosotros. No podemos ir por el mundo dañado a los mortales y a la naturaleza sin recibir ningún castigo. Es lo lógico, si alguien de nosotros cometió un crimen tiene que pagarlo.

—Pero hijo, tu madre es la reina y todos la obedecen. ¿Quién se va a atrever a hacer algo a sus espaldas? Todos saben que el castigo es muy duro. Tienen el caso de Maikel como ejemplo.

—Yo los comprendo a ambos, pero hay que solucionar este conflicto. Es real que la Amazona se quemó. Abrió la laptop que traía y les mostró el contenido seleccionado. Los padres se mostraron muy afectados con el video.

—¡Esto pasó! Los lobos no lo inventaron.—enfatizó—Y nadie puede decir que fue obra de ellos para inculparnos. Los lobos están conectados con la naturaleza, jamás le harían daño alguno. Y el bosque que se quemó era su hogar. Lo amaban. Solo alguien que los odie profundamente haría algo así.—aclaró con ahínco.

Se refería a su tío Augusto Aragón, pero no lo nombró. Su madre no lo creería sin evidencias. Era mejor esperar. Ya había logrado su objetivo, sembrar la duda en sus padres. Ella haría lo justo. Podría ser de carácter extremadamente fuerte y orgullosa, pero era justa. Confiaba en su criterio.

Isabel mandó a reunir a todos los vampiros.—Urgente—fue la palabra que más retumbó en su orden y enseguida cumplieron su mandato a cabalidad, los súbditos encargados del proceso. Una vez reunidos todos, en el mismo salón de cuando Adrián llegó tiempo atrás, cuando regresó del mundo mortal con sus amigos, habló sin rodeos:

—Los hemos reunido a todos por un asunto urgente. Lobos afirman que algunos de ustedes incendió la Amazona. Si los responsables están aquí, es mejor que hablen ahora o les juro que no tendré piedad a la hora de castigarlos.—advirtió la Reina.




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