Tu Mala Suerte

Capítulo IV: "¿Apuesta?"

Nil

Esa noche había dormido bastante feliz, ¿quién no? Dormí a lado de la persona que me gusta, la que me hace suspirar. Cuando abrí los ojos, lo primero que vi fue su rostro relajado, sus párpados cerrados, una sonrisa relajada adornaba su expresión, la armonía de su rostro era preciosa, por un momento desee que esto fuera para siempre.

Miré la hora en mi celular, por suerte, aún era bastante temprano. Me levanté con cuidado de no despertarla, fui a mi habitación a buscar mi ropa del día. Al volver a donde la había dejado, me sorprendió encontrarla despierta, sus cabellos alborotados sobre su cabeza, pero eso ni eso la hacía ver mal.

Es aún más hermosa.

—Buenos días—me saludó en cuanto notó mi presencia.

—Buenos días, ¿dormiste bien?

—Sí, muchas gracias. ¿Puedo usar tu baño?

Asentí de inmediato, con la mano le señalé donde se encontraba. La vi irse en dirección hacia donde le había indicado, comencé a recoger y limpiar la sala, una vez terminado, me fui a cambiar. Cuando salí, ella ya estaba arreglada, lista para irnos al trabajo.

—¿Nos vamos?—pregunté, mientras tomaba las llaves del departamento.

—Claro.

Comenzamos a caminar hacia la oficina, había un silencio, no era incómodo, era confortable, tenía a alguien que caminaba a mi lado para ir al trabajo. Todo era silencio, a diferencia del caos de anoche, la mañana era tranquila. De pronto, me chocó contra una señorita de cabello rizado, por alguna razón ella me resultó… familiar. Alessia también se quedó mirándola con curiosidad, algo me decía que ella pasaba por el mismo sentimiento que yo.

—Lo siento, no era mi intención—se disculpó la desconocida.

—Fue mi culpa… yo debería ser quién se disculpa—digo de inmediato.

Ella me sonríe suavemente, por alguna razón extraña decidí devolverle la sonrisa.

—No se dejen llevar por la primera impresión—declara, luego de eso comienza a caminar en dirección contraria a nosotros.

Tardo unos segundos en procesar lo que había dicho. Unos segundos después, me giro para preguntarle a que se ha referido, pero… ya no está.

—Que chica más rara—la voz de Alessia me sobresalta, y me giro de nuevo hacia ella.

—Sí… pero no me cayó mal, ¿a ti sí?

—No realmente.

—Bueno, sigamos.

Comenzamos a caminar hacia la oficina. No me sorprende encontrar a Jones esperando por nosotros, una vez sentados cada uno en nuestro lugar, empieza la jornada laboral.

Alessia se va a buscar algo de comer durante el descanso, yo mientras me quedo aquí, terminando unos documentos importantes. Trato de enfocarme para no cometer algún error grave al trabajar.

Trabajar es esclavizarse.

No me cabe duda de que lo es, después de terminar decido tomar un descanso. Me paso la mano por la cara algo cansado, no tarda en abrirse la puerta. Me imagino que es Alessia, pero toda mi ilusión se va hacia abajo cuando a quién veo entrar es al mismísimo Jones.

—¿Alissa pasó la noche contigo?—pregunta directo.

Me quedé congelado ante tal pregunta ¿Debería decirle? ¿Debería guardar el secreto? ¿Alessia querrá que no lo diga? Sea cual fuese mi respuesta Jones no me deja responder a tiempo.

—Vaya, así que… tú también estás interesado en ella. Nos querías ganar la apuesta, ¿no es así?—Jones habla en tono bromista como siempre—. Claro que sí, porque eres el gran Nil, el morenazo que puede enamorar a cualquiera.

Iba a responder, a decir que solo estaba diciendo estupideces, cuando la puerta se abre, ahí está ella, pero…no se ve bien, su semblante, algo ha cambiado.

¿Habrá escuchado? Dios, quiero decirle que no es verdad, que yo no he apostado con nadie, la convivencia con ella nunca sería un juego para mí.

¿Debo decirle?

Jones vuelve a tirar otra broma frente a ella, una vez que lo ha hecho, la tensión en la oficina se siente… pesada, me aflojo un poco el nudo de la corbata, como si eso fuera a aliviarme, el nudo está en mi garganta. Mi estómago se siente vulnerable, el sentimiento tan hermoso que tenía en la mañana se ha ido. Debería explicarle… decirle que Jones solo jugaba, pero… ¿Y sí no me cree?

La próxima vez si demos un buen puñetazo al idiota.

En estos momentos ganas no me faltan, ha sido un completo imbécil, me ha dejado en mal y, para el colmo luego se ha ido como si nada.

El tiempo parece ir más lento, trato de concentrarme en mi trabajo, sin embargo, ese maldito nudo que ahora se ha extendido hasta mi estómago no me deja centrarme en lo que debo. Ella se ha quedado callada, todo lo que resta del día.

Estoy pensando en lo que ella debe sentir, debo ser un monstruo desde su perspectiva. No lo soy, quiero aclararle eso, de pronto siento un pinchazo en el dedo, me lo he engrapado accidentalmente, suelto un pequeño quejido, ella se giró de inmediato, pero luego vuelve a lo que está. Se ha preocupado, eso es seguro, no hay duda de que lo ha hecho, no me queda más que entender porque finge que no, sobre todo es la incomodidad, yo también la siento.

Cuando terminamos el día, me pongo de pie en un gesto nervioso. La miró, por primera vez quiero tener los pantalones de aclarar algo que debo, sobre todo no es mi culpa, y es la verdad, ella no sería un juego para mí. Estoy a punto de abrir la boca, cuando Jones entra de golpe.

—Bien, los chicos quieren ir a los bolos, ¿vendrás? Te lo has ganado.

Veo a Alessia levantarse tras tomar sus cosas, no mira hacia atrás, el nudo en mi estómago se hace aún más grande, niego con la cabeza mientras me vuelvo a tumbar en la silla de mi escritorio, agotado.

Quisiera tener el valor de ir tras ella, de explicarle, pero una parte de mí me detiene, es el miedo a que ella no me crea. A veces, no soy tan convincente. Y pensar que habíamos empezado tan bien el día.

Todo es culpa del magnífico Jones.

Alessia

Había despertado bastante alegre, pero la vida no para de sorprender. Ciertamente, desde que había perdido a mis padres no tenía más que perder, era una chica destinada a ser solitaria. Si no hubiese sido por mi abuela, habría pasado aún más malos días. Creo que de todo lo que dijo Jones a Nil, lo que se quedaría guardado para siempre en mi corazón sería ese… “Nos querías ganar la apuesta” mira que no te puedes dejar confiar tan fácil, me sentía pésimo, había pensado que podíamos ser más cercanos, me había equivocado.




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