Tu Mala Suerte

Capítulo VI: "Enfrenta tu miedo"

Alessia

Después del desastre del elevador, volví a casa con el corazón agitado. ¿Cómo era posible? Tan solo estar unos momentos en sus brazos me hacía sentir así… pero tenía que poner los pies en la tierra, para él yo solo era un juego, seguro solo quería confundirme.

Sigue siendo un canalla, prohibido olvidar.

No quería creer eso del todo, la verdad es que, comenzaba a creer todo lo contrario.

No es cierto.

Sí, era guapísimo… y yo era una tonta, más que temer al rechazo, temía perderlo, a ser vulnerable con él y que también se fuera. Era difícil, un mar de emociones que no podía controlar.

Para mí, sigue siendo un canalla.

Después de tomar un baño, decidí ponerme la bufanda y salir para dar un paseo, necesitaba pensar un poco. Afuera, los jóvenes que recién salían de sus horarios escolares, llenaban las calles, algunos se tomaban selfies, otros chateaban por el celular, el resto estaban siendo adolescentes jugando entre ellos y bromeando.

A veces, extrañaba esos tiempos en los que me sentía protegida por mi abuela, aunque no tenía amigos, con mi abuela era más que suficiente. Iba a sacar mi celular cuando la ví, aquella chica de cabello rizado con la que Nil y yo nos habíamos topado, estaba sentada frente a una laptop con aspecto de cansancio. Tal vez, fui víctima de mi impulso, me acerqué lo suficiente para llamar su atención.

—¿Mucho trabajo?—cuestioné de manera tan natural, que yo misma me sorprendí. Su reacción no fue negativa, sino más bien como si estuviera acostumbrada a que una extraña le hiciera tal pregunta.

—Demasiado, mi vida ha sido muy ajetreada… pero, ¿qué hay de ti? Tus ojos dicen que tienes una historia interesante que compartir.

—¿Yo? La verdad es que creo que no ha pasado nada interesante en mi vida, al menos no ahora.

—¿Segura?—sus ojos recorrían mi rostro, seguro en busca de algo.

—Bueno… digamos que me asusta la idea de perder algo que ni siquiera tengo… quiero decir…—me llevé una mano a la barbilla pensando que debía decir para continuar—. Olvídalo, tal vez no lo entenderías.

—Creo que entiendo el sentimiento, el amor asusta.

—¿Qué? No hablo de amor.

Ella sonrió suavemente, no sé porqué pero encontraba cálida su presencia.

—¿Segura?—repitió con el mismo tono de antes.

—Bueno sí, el amor en todas sus formas… da miedo.

Ella asintió ante mi respuesta, se quedó callada cómo si estuviera meditando sus siguientes palabras.

—Siempre he pensado que… el amor es para gente valiente, amas sabiendo que eso va a romperte. Eso es el amor, sin importar de qué tipo sea. Las relaciones siempre son complicadas, pero en algún punto también son hermosas.

—Justo ese es el punto, una relación es una responsabilidad.

—Sí… qué curioso.

—¿Tú qué crees que debo hacer?

—Te mentiría si te digo que lo sé, solo puedo darte un consejo… permítete sentir y enfrenta a ese miedo. No es fácil, pero si no lo haces… Nunca sabrás si el riesgo habría valido la pena. Es mejor morir sabiendo que no te quedaste con la duda de lo que pudo haber sido, duermes más tranquila.

No pude evitar sonreír ante sus palabras.

—Gracias, es un buen consejo. Lo tendré en consideración.

Miré hacia el atardecer justo donde comenzaba a ocultarse el sol, sentí una ráfaga de viento darme en la cara, sentía que el peso sobre mis hombros, se hacía menos.

—No fue nada, Alessia.

Me giré de inmediato, yo nunca le había dicho mi nombre, pero cuando vi la mesa, esta estaba vacía, no había nadie. Suspiré, tal vez había sido demasiado rápida como la última vez, pero le agradecí.

Ella me dejó pensando, era verdad que no siempre teníamos el control sobre lo que pasaba en nuestras vidas, pero si teníamos la oportunidad de tomar las decisiones para descubrir lo que nos podía esperar en la vida, tomar ese riesgo era tan necesario.

Esa noche volví a casa más tranquila, pensar en Nil me daba una extraña sensación de paz, sin embargo, aún quedaban muchas dudas por resolver… cómo eso de la apuesta, quería oírlo de sus propios labios. Así que, tenía que tener el valor de preguntárselo, por primera vez, quería ser la mujer que se atrevía sin miedo, quería averiguar la verdad, permitirme conocer a Nil. Quería conocerlo.

Mmm, ya dijimos… que es un canalla.

Ignoré ese pensamiento, porque vamos… un canalla no me habría ayudado en el elevador. Fui a la sala y comencé a preparar un sandwich para merendar, antes de comenzar a comer, fui al cajón, lo abrí, saqué el dibujo, con cuidado. Después de ponerlo encima del mueble también saqué la foto, esa que tanto amaba.

—Hola papás… no saben cuánto los extraño y cuanta falta me hacen—acaricié suavemente con la yema del dedo sus rostros.

—Sí, lo sé… he sido una hija algo distante. No me había atrevido a hablarles, hasta ahora.

Una lágrima rodó por mi mejilla, mientras sonreía. Había ido a terapia, pero nunca me había atrevido por miedo a creer que seguían aquí, porque ellos estaban aquí, incluso si no era de manera física, ellos bombeaban en mi sangre, en cada latido de mi corazón, en cada recuerdo. Me incliné y dejé un beso en la fotografía, luego decidí que ya no la ocultaría más, tenía que ponerla donde pudiera verla, porque ese día había descubierto, que tal vez… no debía ver lo vivido solo con dolor, sino con orgullo, gracias a mamá seguía aquí, ella me había dado una oportunidad de vivir, incluso con sus dificultades.

Tomé una bolsa de comida rápida que había comprado y salí de mi departamento, para ir directo al de Marian. Toqué suavemente la puerta, cuando me abrió iba en ropa de dormir.

—Es tarde…¿Qué pasa, mi niña?

Alcé la bolsa mostrando que eran dos hamburguesas.

—Vine a cenar contigo, me gusta pasar el tiempo juntas.

Marian sonrió, rápidamente se hizo a un lado en un gesto de invitación a pasar, con cuidado pasé por su lado.




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