Tu Mala Suerte

Capítulo IX: "Triángulo explosivo"

Nil

Me quedo ahí con el tarado de Jones, un rato más tarde mejor me voy, ya no hay motivo para quedarme. Mientras camino pienso en las posibilidades, pude haberla besado si no hubiese sido por Jones. Solo suspiré, afuera el aire era frío, era compresivo debido a la época del año. Pensaba en cómo había sido mi vida hace un año, que rápido pasaba el tiempo, pero sobre todo lo que había cambiado. Estaba enamorado, podía aceptarlo, y, por alguna razón, esta vez no daba miedo.

Quería gritarle al mundo lo emocionado que estaba. Mis pasos eran lentos, en la sombra de la noche visualicé a una chica, la misma chica con la que nos habíamos chocado Alessia y yo, aquella mañana después del apagón. Me transmitía un sentimiento desconocido, era como si me estuviese llamando, a pesar de que, estaba de espaldas hacía mí. No pude evitarlo, caminé hacia ella, sostenía algo entre sus manos.

—¿Tú…?

Me interrumpió y no me dejó terminar.

—¿Cuál era tu verdadero sueño?

Sabía bien la respuesta. Pero no quería responderle, no parecía una pregunta con afán de ofender, aún así, me generaba inseguridad recordar esa vieja historia.

—¿Y bien…?—volvió a hablar al notar que no había respuesta de mi parte.

—La escuela de arte. Deseaba ser admitido.

Recordaba bien eso como si fuera ayer, porque la experiencia jamás nadie la borraría de mi memoria. Me habían rechazado al menos tres veces, quizás fue cuando más le temí a la idea del rechazo, no me sentía lo suficientemente bueno, suponía que no era un buen artista.

—No eras malo, para nada—la voz de la chica me sobresaltó.

—¿Entonces, por qué no me admitieron?

—Porque todo sucede cuando debe ocurrir, hay cosas que nos dejan un aprendizaje, que nos van empujando para conocer gente que vale la pena. ¿O ella no lo vale?

Sabía a quién se refería, era cierto, algo nos había llevado a ambos a aquella empresa, a conocernos en aquel lugar. Mi mirada se clavó en el suelo, mientras reflexionaba sus palabras.

—Todo llega a su debido momento. Pero aún te falta entender más cosas, Nil.

Me congelé cuando dijo mi nombre, de inmediato alcé la mirada para verla.

—¡Oye yo nunca te dije… mi nombre!—la última parte sonó más como un susurro al percatarme de que ella ya no estaba ahí.

Nuestra vida es extraña, ya nada puede sorprenderme.

Cuando miré hacia abajo había un estuche con colores, ¿era para mí? Me coloqué de cuclillas para recogerlo, lo tomé entre mis manos.

“Todo llega a su debido momento” Tal vez, aquella extraña tenía razón y las mejores cosas llegan sin siquiera ser parte del plan. Una vez recogí el estuche, comencé a caminar hacia casa más animado.

Esa noche la inspiración llegó y no pude evitar comenzar a retratar a mi musa, en aquel vestido color lila, ahora que la había visto más de cerca podía detallar cada rasgo que adornaba su rostro.

La luz de la luna se colaba por mi ventana, se reflejaba un poco en el lienzo blanco que tenía el contorno de ella, suspiré mientras pensaba en cómo había afectado mi vida, en el sentido positivo. Tracé cada línea con sumo cuidado, no podía dejar de pensar en la gran mujer que era. La primera vez, cuando la ví a los ojos, parecía temer, ahora que la conocía un poco más, sabía porque, aquella noche en navidad ella me había compartido algo de su vida, aquel accidente en el que incluso ella estuvo involucrada. Sí, estaba absolutamente enamorado de Alessia, sin embargo, también era consciente de que, ella también podía asustarse con facilidad. Esa noche en sus ojos había visto fascinación, también el temor, y, aún así, la amaba con cada parte de mi ser.

Seguí dibujando, hasta que no pude más con el cansancio y decidí ir a dormir, el mundo se sentía distinto, aquella noche, había marcado algo diferente. Esta vez, estaba seguro que una de las cosas que deseaba, era enfrentar mi mayor miedo, para eso tenía que esforzarme.

A la mañana siguiente, me levanté de golpe, miré la hora, ya era algo tarde, y, por alguna razón esta vez estaba impaciente por verla, por hacerla reír de nuevo, con alguna de mis torpezas. Me vestí lo más rápido posible y, tras terminar, corrí hacia la oficina, el camino que me hacía de diez minutos, lo había recorrido en cinco. Cuando llegué ahí estaba ella, me saludó como siempre, pero no dijo nada más.

Golpe bajo.

Entendía porque ella estaba tan asustada, la verdad es que yo también lo estaba, pero no podía evitar sentir emoción al pensar en qué sería diferente si nos hubiéramos besado anoche. Sin embargo, me sentía demasiado feliz, cómo para enojarme, si ella quería llevar esto a su ritmo, lo aceptaría, ella podía guiarme en esto del amor.

—¿Y si ponemos un poco de música?—sugerí—. Siempre estamos aquí estresados.

—Tienes razón, deberíamos ambientar un poco nuestra oficina.

La música comenzó a sonar por los altavoces de mi ordenador, había puesto una canción suave, algo que nos relajara.

—Mi madre amaba la música de piano—comenzó ella, tras un rato de haber estado en silencio—. Siempre la escuchaba cada mañana cuando se preparaba para el trabajo.

—¿A ti no te gusta? ¿Quieres que la cambie?

Ella negó con la cabeza varias veces, mientras sacudía la mano.

—No, es solo que… nunca me había dado la oportunidad de escucharla después del accidente, pero ahora creo que entiendo porque mi mamá disfrutaba tanto estas melodías.

—Son relajantes.

—Sí.

Me gustaba esta burbuja de intimidad que comenzaba a crearse, no a cualquiera podrías decirle tus secretos, el hecho de que ella decidiera abrirse conmigo en las historias de su pasado, me hacía sentir bastante especial. No exageraba, para mí era.. una mujer sublime. Había conocido demasiadas durante mi vida, pero con ninguna de ellas sentía esto de esta manera, esta emoción y a la vez temor de equivocarme, era un sentimiento nuevo.

—Nil…—me habló ella, me giré para verla mejor.




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