Un año después
Alessia
Me miraba frente al espejo, tenía una barriga ya algo pronunciada. No pude evitar acariciarla mientras me preguntaba, ¿cómo es que había llegado hasta esto? Había comenzado con unas solicitudes de empleo volando y ahora estaba con esta enorme barriga, creando vida.
Nil apareció en el marco de la puerta y se recargó ahí, su mirada me recorría.
—Me gustas aún más, con esa barriga. Nuestra creación está ahí, ¿puedes creerlo?
Un hijo del "canalla", jamás pensé que íbamos a terminar así.
—A veces, me cuesta creer que estamos creando un hogar.
—Será uno muy hermoso, estaremos listos para recibir a nuestro hijo.
—O hija.
—Tienes razón, no importa lo que sea, lo amaremos como nunca.
Él se acercó y comenzó a acariciar mi barriga, se inclinó, y empezó a hablar.
—Hola bebé, soy tu papá... Quiero decirte, que te estamos esperando con ansías. Ya queremos conocerte.
No pude evitar sonreír ante la ternura del acto, acaricie su cabello con cariño.
—Estoy segura de que amará a su papá, como a nadie más.
—Soy su favorito, lo presiento—alardeó el, mientras se erguía, se acomodó el cuello de la camisa, en un gesto de superioridad.
—Bueno, entenderé porque. Incluso para mí eres mi favorito.
Mi marido, me miró con una sonrisa. Acarició de nuevo mi vientre hinchado.
—Y tú eres mi favorita, mi hermosa, mi amor, mi vida, sol y mi todo. Te amo.
—Yo también te amo demasiado.
—¿Tienes hambre?
—De hecho, sí. Se me antoja arroz con limón.
—¿De nuevo? La personalidad de nuestro bebé será agridulce.
—No lo dudo.
—Nil... ¿Tú crees que sigo siendo atractiva aún con el vientre así?—le pregunté.
—Sí, desde mi perspectiva... Te ves aún más atractiva que nunca, sobre todo porque esa barriga simboliza nuestro amor, una vida que creamos tú y yo.
No pude evitar sentirme segura entre sus brazos y más cuando comenzó a darme besos en las mejillas, mientras me decía lo hermosa que era.
Nil
El día del parto había llegado, nos habían dicho que era una niña, yo estaba encantado con la idea, aunque no podía negar el hecho de que estaba realmente asustado, incluso parecía que yo era quien iba a dar a luz en lugar de Alessia, quien mantenía la calma, a pesar de las contracciones. Habíamos decidido que se llamaría Rosie, la verdad nos había encantado el nombre desde el primer segundo.
—Sabes... Eres la mujer más hermosa, más ahora mismo, te admiro, estás sobrellevando la situación como una guerrera.
No podía dejar de enamorarme de ella, era una mujer verdaderamente completa, desde que la conocí, hasta ahora.
—Estoy aquí, siempre estoy.
Un rato más tarde, conocimos a nuestra pequeña, entre sus brazos se veía diminuta, me daba demasiada ternura y miedo lo frágil que se veía.
—Tiene tu nariz, amor.
Alessia sonrió, le acaricie el cabello con cuidado.
—Serás la mejor mamá—me incliné a besar su frente.
—Rosie es muy afortunada, tiene un papá que nos ama demasiado.
—Sí, siempre serán mis dos más grandes tesoros.
La primer semana, fue un caos, Rosie lloraba todo el tiempo, no nos dejaba dormir, por supuesto. La vida ahora olía a pañales y biberones. Arrullaba a la pequeña Rosie, mientras mi amada esposa se preparaba para alimentarla.
—Eres una princesa hermosa, claro que eso es... Cuando estás así de tranquila. ¿Te gustan los brazos de papá, eh?
Ella tenía su pequeña mano aferrada a mi camisa, abrió los ojos, ahí es cuando veía el parecido conmigo, me encantaba mirarla, porque era un recordatorio de que era parte de mí. Realmente amaba a esta pequeña, pero también amaba a la mujer que había hecho posible este sueño, esto era real. Ahora era papá.
Alessia
Había ido a comprar la despensa, Rosie estaba con su papá, sabía que estaba segura, o eso quería pensar. Al volver, abrí la puerta de nuestro hogar, con cuidado. No tarde mucho en encontrarlos, él estaba sentado en el sillón, y nuestra hija de diez meses ahora, estaba riendo con él, me sorprendí al ver qué ambos llevaban un disfraz de dinosaurio.
—Mamá dinosaurio, llegó— sacudió un poco a nuestra hija, quien reía ante lo que hacia su padre.
—Se ve que nunca se va a aburrir, contigo.
—Mi papá es el mejor—dijo él, con un tono más agudo de lo habitual y Rosie estalló en carcajadas.
Rosie extendió sus brazos hacia mí y me abrazó con fuerza, apoyando su pequeña cabeza en mi pecho. No pude evitar sonreír mientras acariciaba su cabello. La veía tan frágil y, al mismo tiempo, tan llena de vida. Cada gesto de ella era un recordatorio de todo lo que habíamos pasado para llegar a este momento.
—Mira a mamá, Rosie —dijo Nil, haciendo que nuestra hija riera aún más. Su risa era contagiosa y llenaba la casa de alegría.
—Creo que le gusta más estar con mamá—susurré, haciendo que Nil frunciera el ceño en tono de broma.
—Jamás, yo soy su favorito —respondió él, levantando a Rosie con cuidado y girándola entre sus brazos.
Los observé y sentí un calor en el pecho que no podía describir. Había elegido un buen padre para nuestra hija, y sabía que nunca me había equivocado al enamorarme de él, al decidir dar ese paso y construir esta familia juntos. Nil se veía tan feliz, tan tierno y, a veces, torpemente divertido, que no pude evitar reírme.
—¿Sabes? —le dije mientras acariciaba su brazo—, cada día que pasa me doy cuenta de que realmente esto es nuestra vida. Y me encanta.
—Yo también lo siento así —respondió Nil, acercándose a besarme la frente. —Nunca imaginé que algo tan sencillo como estar juntos pudiera ser tan perfecto.
Rosie, como si entendiera nuestras palabras, extendió sus brazos hacia Nil, intentando alcanzarlo mientras reía a carcajadas. Nil la abrazó y, al mismo tiempo, me sostuvo la mano, creando ese pequeño círculo de amor que era nuestro hogar.