Tu me entiendes

Capítulo 02: Así que eras tú...

Brooke había llegado al lugar.

Por lo que le había dicho su vecina, la terapeuta, Se llamaba Lucy.

Cuando se enteró que era una mujer, por alguna razón, tranquilizó a la chica.

Ni siquiera ella sabía porqué, tan solo... la tranquilizaba.


 

Brooke se encontraba en frente a la puerta de entrada. La casa, parecía una mansión. Resaltaba entre las otras del barrio. Tenía un gran jardín en el frente de la misma. En él, habían un sin fin de flores, todas muy perfectamente cuidadas.

Brooke había quedado impresionada y perpleja ante tal jardín, tanto fue, que no sintió cuando la mujer abrió la puerta a sus espaldas.


 

–Disculpe... no la había oído. Estaba ensimismada, ante tanta belleza. Tiene un hermoso jardín– dijo Brooke subiendo los pequeños escalones que llevaba al interior de la casa.


 

–Muchas gracias, me encanta recibir a mis pacientes con esta vista.


 

La mujer no es tan joven como Brooke había pensado que lo era. La poca distancia que las separaba a ambas, fue la necesaria para que la chica puediera notar unas muy pronunciadas patas de gallo a un lado de sus ojos, acompañadas de unas pequeñas arrugas, también en su rostro. Su cabello negro, pero con varios mechones blancos, lo llevaba en una media coleta. Por otro lado su vestimenta era... rara.

Iba vestida con una pollera marrón, larga, casi tocando sus tobillos. Debajo de la misma se podían apreciar unas muy desgastas botas color beige.


 

Lucy tenía aspecto a... antigua. Tenía aspecto a una persona mayor. Fue algo que la sorprendió bastante a Brooke ya que no debía tener más de cuarenta o cuarenta y cinco años, pero claramente se podía apreciar que no llevaba una vida para nada fácil. O al menos eso era lo que podía deducir Brooke por la apariencia de su rostro.


 

–Tu debes ser Brooke. Dorothea me habló mucho de ti. Me alegro que hayas finalmente decido venir.


 

Brooke no responde ni emite palabra alguna, solo se limita a seguirle el paso a la Lucy y adentrarse a la casa.

Caminan por un largo pasillo y al final del mismo hay una puerta de madera a medio cerrar. Se adentran a la habitación, y en ella se encuentran alrededor de diez personas, todas de diferentes edades sentadas en una silla formando un círculo entre todas.


 

–Muy bien, ahora sí, estamos todos.


 

La mujer atrae una silla hacia el círculo y Brooke se encarga de acomodarla y tomar asiento.


 

–En el día de hoy, tenemos una nueva integrante. ¿Por qué no comienzas presentándote?–la mirada de todos los presentes caen sobre la chica.


 

Brooke une ambas manos, y comienza a jugar con el borde del suéter. Sus nervios están a flor de piel.


 

–Bueno... hola–comienza a decir con la vista fija en el suelo– mi nombre es Brooke, y... estoy aquí porque, ha pasado un año desde la muerte de mi abuela, y durante ese año, no he hablado con nadie más que mi vecina.

En pocas palabras, me he hundido en una gran depresión.


 

Toda la habitación estaba en silencio. Nadie emitía sonido alguno. Y Brooke se sentía tranquila ya que nadie la había juzgado, ni reído de dicha declaración.

Tan solo se habían dedicado a observarla y escucharla.


 

–Muy bien, muchas gracias por tu sinceridad Brooke.

Aquí lo importante es que nos escuchemos mutuamente, y entre todos logremos darle una solución a nuestros problemas. O al menos hacerlos menos complicados.–emite una pequeña risa– Lo que primero necesitamos saber, es que la confianza en uno mismo es fundamental. Si no confiamos en nosotros, jamás podremos confiar en los demás.

Debemos confiar en que nuestros problemas hay que afrontarlos.

Debemos confiar que no todo está perdido.

Debemos confiar en nuestras palabras. Hablar con otras personas sobre nuestros problemas es de gran ayuda.

Por lo tanto, vamos a hacer un pequeño ejercicio.


 

Lucy abandona su asiento, y todos a su alrededor hacen el mismo movimiento.


 

>Quiero que todos formen parejas, puede ser a quien tengan a su lado, o a quien ustedes prefieran.

Quiero que hablen entre ustedes, que expresen sus sentimientos, quiero que se escuchen.


 

Brooke decide quedarse en su lugar y no seguir el movimiento de sus compañeros.

Aún se encuentra un poco avergonzada ante su declaración. Pero también se siente aliviada, ya que no fue juzgada por nadie del grupo.


 

–¿Puedo ser tu pareja?–pregunta un chico delante de Brooke. Ella por su parte abre sus ojos como platos y queda paralizada.–Quiero decir... si puedo unirme a ti para la actividad


 

–Si– dice volviendo a la normalidad– por supuesto.


 

El chico toma una silla, coloca sus piernas a los lados del respaldo y se sienta.

Ambos quedan en silencio unos largos minutos.

Hasta que finalmente el chico decide comenzar a hablar.


 

–Soy Austin.


 

–Brooke– dice ella casi en un susurro.


 

–Lo sé, lo has dicho hace unos minutos atrás.– el chico ríe. Ella por su parte se limita a contestar.


 

Es un chico medianamente alto de cabello color negro. En el borde de su nariz lleva un pequeño aro plateado. Y en su oreja derecha una caravana color marrón.


 

–¿Quieres hablar?– pregunta el chico


 

–No– niega ella con su cabeza


 

–Está bien...


 

Pasan unos minutos y el chico vuelve a hablar.


 

–¿Quieres saber por qué estoy aquí?


 

–No– responde Brooke


 

–¿Acaso sabes decir algo más que "no"?–pregunta el chico


 

–No se porque he venido. Ni siquiera quería hacerlo. Solo... acepté la invitación, o mejor dicho la propuesta que me hizo mi vecina. Muy entrometida a mi parecer.



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En el texto hay: adolescentes, adolescentes amor

Editado: 25.03.2020

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