¡tú! Mi ángel

Fue así como todo empezó

Que nadie pudo volver a callarme;
Fue cuando entendí,
Si quieres ser escuchado 
Debes llamar su atención; 
Porque estamos tan ocupados 
En nuestros asuntos que olvidamos
Para que sirven los oídos.

💚💚💚

Ciudad de Quetzaltenango

Una noche de frío invierno recargado en una banqueta descansaba un méndigo, sus noches se hacían eternas ¿Cuántos días llevaba sin comer algo decente? No lograba recordarlo ¿cuándo fue la última vez que durmió bajo un techo? Varios años hacían de eso, sus ojos se llenaron de lágrimas al traer a su mente esos recuerdos que tanto dolor le causaron, su yerno lo votó de la casa sin importar que él era el propietario, pero eso no fue lo que más dolió sino el hecho de que su hija no hiciera algo para impedir dicha acción.

Sumido en sus recuerdos  se hallaba el hombre, cuando escuchó a una mujer gritar de dolor en unos matorrales cercanos. Se asustó, pensó que algo malo pasaba, de pronto se dejaron de escuchar los lamentos de la persona; el méndigo se volvió a cubrir con los periódicos, al cabo de media hora escuchó a los perros peleando 《Esta será una noche larga》 se dijo e intentó dormir pero el aullido de los animales no se lo permitía.

Harto de la situación se levantó para investigar cuál era el motivo de la pelea, justo en ese momento uno de los canes corría con algo en el hocico mientras los otros lo seguían. El hombre se acercó, entonces escuchó el llanto de un bebé fue cuando entendió todo, el motivo de la pelea era el niño recién nacido que la perra cuidaba con tanto recelo; el animal se acercó y dejó el pedazo de tela que contenía al nuevo ser que alguien dejó abandonado en la basura.

Eso me contó Checha el hombre que aquella noche me salvó de morir, es increíble como un animal tuvo más instinto materno que la mujer que me parió, ella solo me abandonó a mi suerte como algo que no sirve y se vota a la basura. Ahora me pregunto ¿por qué viví? Hubiera sido mejor que aquella noche esos perros terminaran conmigo, así no tendría todo este rencor que me consume por dentro; durante mucho tiempo pensé en buscar a esa persona que me hizo el ser más miserable del mundo para preguntar ¿por qué me hizo nacer? Hoy tengo la respuesta, yo debía conocer a este ángel, estar allí para ella.

Observo el blanco techo que me cubre estoy en un lugar limpio, el olor ha comida a llenado mi olfato ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que ella se fue? La entiendo no podía pasar todo el tiempo conmigo, también tiene que descansar no me perdonaría si algo malo le pasara por mi culpa. Sus ojos marrones me observaron como disculpandose una vez más ¿por qué se siente tan culpable? Esa mirada melancolíca me inquieta, quisiera saber que ha sido eso tan duro que ha vivido para apagarla de esa manera.

Una enfermera muy sonriente entra a la habitación —Hola ¿cómo te sientes? —saluda con una sonrisa, le devuelvo el saludo y respondo —Bien.

—Pues me da mucho gusto porque estaba preocupada por ti —Escuché bien ¿Acaso ella dijo que estaba preocupada por mí?

—¿Cómo dices? —pregunto. Era muy extraño que ella dijera eso.

—Estaba preocupada por ti, me caes bien muchacho,  cuando te vi hace unos días mal herido, no pude evitar sentir una especial conexión contigo, de inmediato supe que eres un buen chico.

—Yo no soy bueno, nunca lo he sido he cometido delitos —dije para que ella no siguiera diciendo cosas lindas de mí, no me conocía si supiera las cosas malas que durante toda mi vida he hecho se avergüenzaria de todo lo que ha dicho.

La mujer me observó con esa sonrisa tan cálida —Muchacho yo se conocer cuando alguien tiene un buen corazón y nadie me saca de la cabeza que eres bueno, pero no vamos a discutir eso, es hora de que te alimentes.

Deja la bandeja sobre mí y tomo una cucharada de sopa, sabíe delicioso —Quiero que seas buen niño y termines esta comida que muy amablemente la hermosa chica trajo para ti —La escuché decir eso y quise probar más, no podía creer que se tomaran la molestia de traer algo para mí.

Termino de comer y ella retira la bandeja, ¿todas la enfermeras serán así? Me pregunto. La mujer se despide dejándome con mis pensamientos esos que no pensaban callar, seguiré donde iba. Me quedé en aquella noche que vine al mundo, hasta el tiempo anunciaba una desgracia fue un nueve de septiembre; las calles estaban abandonadas debido a que llovía a cántaros. La ciudad ya hacía  inundada cosa que hasta la fecha no ha cambiado porque siempre es lo mismo.

La ciudad de Quetzaltenango  es conocida por ser uno de los lugares más fríos del país, es por eso que nunca puedes llegar sin estar muy bien abrigado porque terminas temblando de frío. Muchos nacen en un hospital yo lo hice como los animales justo debajo de unos árboles del parque central, ahí empezó la miserable vida que llevé hasta hoy ¡No quiero seguir así! Queiro cambiar, ser una mejor persona.
El sueño me esta empezando a vencer, mis párpados pesan debo dormir, mañana seguiré con esto.

Caminó con cuidado por la calle no deseo volver a encontrar a esa persona que tanto me persigue que es lo que quiere de mí, soy apenas un niño tengo diez años —¿Qué es lo que quieres ahora? —pregunto, huesos es un tipo a quien muchas veces ya han enviado a la cárcel, pero  siempre termina regresando.

—Lo que siempre te he pedido, trabaja para mí duende ¿te gusta la vida de mierda que llevas? El viejo Checha necesita medicamentos para no morir.

—Ya te he dicho mil veces que nunca voy a trabajar para ti —Checha me lo prohibió, hizo que le prometiera que aunque mi vida dependiera de eso, no trabajaría para el huesos.

—No me hagas perder la paciencia niño mira que bien que te he aguantado, no quisiera que a tu protector le sucediera un accidente —En eso se convirtió ese mendigo que me vio aquella noche, era lo único que tenía, no podía permitir que algo malo le pasará; tampoco podía romper mi promesa.




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