¡tú! Mi ángel

La verdad

Todo llega a mí, como un mal recuerdo. La situación me sobrepasó, estaba desesperado quería obligar a mis piernas a caminar a como diera lugar. Quise estar de pie y caí al piso. La caída de la silla no fue tan dolorosa como la que sufrí al saber que todo aquel orgullo que presumía ante mis compañeros ahora no servía de nada. Entender lo miserable que puede ser una persona cuando se lo propone fue lo peor, yo fui un canalla. Estas piernas a las que tanto añoro causaron daño, no creía en lo que se dice < todo en esta vida se paga>

Mi primera prueba para entrar a la banda fue robar. Recuerdo los gritos de aquella mujer pidiendo que le devolviera su dinero, lo necesitaba para la silla de su esposo. No hice caso a sus súplicas y ahora <duele> he visto lo que eso representaba para ella. Nadie experimenta en cabeza ajena y tuve que sentir lo doloroso que es para alguien no poder caminar y darme cuenta del gran daño que cause hace tres años. Mis piernas me ayudaron a escapar de la justicia y hoy me arrepiento de haberlas usado para eso ¿por qué no sencillamente me dediqué a vivir?

¿De qué sirve mi arrepentimiento? Nada puede ser igual,por más que yo quiera caminar no voy a poder ¿a caso mis acciones no merecen todo lo que me pasa? Ahora la pregunta es ¿estoy dispuesto a pagar esos errores? Sentir los brazos de Clara rodearme hizo que sentiera una sensación indescriptible. Me pregunto ¿así habría sido tener una mamá? quisiera conocer a la mujer que me dio la vida para que me diga ¿por qué me abandonó?

Un nuevo día a llegado. Me encuentro acostado sin saber que hacer. Antes parecía tener mi vida hecha, tampoco era que hubiera tanto para escoger, pero sabía lo que iba a pasar. Me arrastro hacía la orilla, cual gusano. Empiezo a extrañar la movilidad de mis piernas, cuando aún las tenía bastaba solo un movimiento para estar de pie, lo que antes era muy fácil ahora parece un reto.

Cuando se tiene pierde una parte del cuerpo cada día es un reto, salir y enfrentarse al mundo resuelta algo heroico. Añoro aquellos días en los que iba de un lugar a otro con tanta facilidad, pero no se puede vivir de añoranzas, después de todo ¿de qué sirve? Muchas veces por extrañar los tiempos pasados nos perdemos el presente y terminamos deseando haber aprovechado ese tiempo en otras cosas. Evito verme al espejo, lo que menos quiero es recordar mi situación <que locura> como no hacerlo si me doy cuenta desde el primer minuto en que despierto.

Después de mucho tiempo de estar analizando todo, decido empezar a hacer las cosas solo. Todos son muy buenos y estoy seguro de que quisieran ayudarme. Intento subir a la silla y las mismas veces que lo hago caigo al piso, maldigo una y otra vez mi condición. Pierdo la cuenta de cuantas caídas llevo, por fin consigo sentarme en la silla, para otros podría ser lo más normal, pero para mí es un gran logro. Muchas veces caemos en la rutina y pensamos que siempre será así, no habrán cambios, basta con un instante para que nada vuelva a ser igual.

En unos minutos podemos perder la vida, el amor, la confianza. Basta una acción para echar a la basura aquello que con tanto trabajo hemos construido. Una infidelidad puede terminar con un matrimonio de años, la traición de un amigo de la infancia duele en el alma y nos quita las ganas de volver a confiar en las personas. Un comentario mal intencionado hiere a aquel que lo recibe <no se juzga tanto el acto realizado como lo perdido> El tiempo es tan escurridizo que no lo vemos marcharse, cuando nos damos cuenta sencillamente ya no está.

Un terremoto puede destruir a una nación completa en tan solo diez  minutos, el mar puede acabar con un puerto y sus habitantes, un volcán en erupción termina toda la vida a su paso ¿qué queda después? La tierra vuelve a su lugar, el mar a su cauce, el volcán a su estabilidad ¿qué hay de aquellos que murieron? No volverán más. Sus hijos no tendrán padres nunca, posiblemente vuelvan a construirse edificios, pero el dolor de perder a alguien jamás se borrará de la memoria.

Quiero dar una vuelta por la casa, empujo la ruedas despacio, todavía no tengo mucha práctica para hacerlo. Llego a la sala en la que escucho una conversión que es cierto, no me importa y decido seguir hasta que escucho nombrarme. Pongo atención a lo que Clara y Jorge dicen

Clara —Entiendo tu punto, pero aún no puedo decir nada. Me va a odiar.

Jorge —Entonces crees que mentir es mejor.

Clara —Nadie le ha dicho mentiras.

Jorge —ocultar la verdad también es mentir.

Clara —¿qué propones que le diga? Hola Duende fíjate que yo soy tu madre, aquella a la que odias.

Estoy paralizado no se que hacer. Siempre quise conocer a mi madre para que respondiera muchas preguntas, pero ahora no se que hacer. Clara es la mujer que me dio la vida. Es ella con razón las atenciones. Nunca fue porque eran tan buenos, sino que se sentían culpables, sin darme cuenta tengo las manos echas un puño. No escucho más, en silencio me doy la vuelta, me alejo.

No se como le hago, pero llego sin tardar demasiado al portón —Joven buenos días ¿necesita algo? —el señor que vi al entrar está frente a mí.

—Buenos días. Disculpa necesito salir un momento.

—Pero ¿solo?

—Si. No te preocupes, tengo mucha experiencia en la calle.

—Mejor llamo a los señores.

—No lo hagas —pienso en algo para evitar eso —No estoy acostumbrado a estar en lugares como estos quiero salir a la calle para sentirme mejor. No te preocupes, nada va a pasarme.

El portón se abre y salgo sin pensar en lo que voy a hacer. No quiero nada de ellos, pero tampoco podré avanzar mucho si no llevo la silla. Santiago es el único que puede ayudarme, no tengo modo de contactarlo. Muevo las ruedas y así me voy abriendo paso a mi mundo del que nunca debí haber salido. La rabia y la impotencia cada momento se hacen más grandes y con todo el dolor que siento decido por fin dar paso a mis sentimientos y empiezo a llorar.




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