¡tú! Mi ángel

COMPLICACIONES


Narrador omnisciente

Duele sentirse solo, cuantas personas basan su felicidad en la cumpañia de otra. Clara y Jorge al ver que su invitado no bajó subieron para saber si necesitaba algo. Lo buscan por la casa sin éxito, llegan a la puerta y le preguntan al vigilante, el responde que el chico salió hace tiempo a la  calle y que no quiso que les avisará a ellos. Su primera acción es llamar a Santiago, el sonido de la llamada pone nerviosa a la mujer. 
Santiago Buenos días ¿quién habla?

Clara —Santiago disculpa que te moleste a esta hora, es solo que duende no está y pensamos que podía estar contigo.

Santiago  —lo siento, él no está aquí, yo apenas estoy levantándome, pero se donde puede estar ¿pueden contactar a Janet?

Clara —Crees que es necesario.

Santiago —Es lo mejor.

Los dos cuelgan la llamada. Santiago toma las llaves del auto y sale de su casa, pasa a recoger a Janet y los dos se dirigen al lugar en el que según él pueden encontrar a su amigo. Las calles reflejan suciedad, la chica empieza a sentir asfixia. No puede seguir reaccionando de esa manera siempre que este en lugares como ese. Práctica los ejercicios aprendidos para calmar esos ataques que le dan con frecuencia.

—Janet ¿estás bien? —pregunta Santiago al ver la expresión en el rostro de la chica.

Janet toma en sus manos la fragancia que lleva en su bolso y su respiración se normaliza —Lo lamento — dice bajando la mirada. El auto sigue su camino  llegan a un lugar abandonado  
—No puede ser, podría jurar que lo ibamos a encontrar aquí —habla Santiago desilusionado.

—No te preocupes. Lo vamos a encontrar —Janet sonríe para darle ánimos al chico. Lo buscan por un rato más hasta que a lo lejos divisan un cuerpo en el pavimento junto a una silla de ruedas. Corren para socorrer a la persona que ya está muerta. Están realmente asustados, pero supieran aliviados al ver que no se trata de su amigo.

Narra Duende

Los golpes hacen que deje de intentar vivir, puedo sentir el sabor de mi propia sangre —Esperen. Tú puedes ser de mucha ayuda —dice uno de los que me golpean.

Levanto la mirada y dice —Supe que estas viviendo en una casa de personas acomodadas, vamos a entrar a ella con tu ayuda —sonrío al escuchar eso.

—Si estoy aquí es porque  dejé esa casa y aunque estuviera allá no haría nada por ustedes.

—Sos un miserable gusano —Cierro los ojos para recibir la segunda paliza del día. Espero un golpe más, pero este no llega —¿qué pasa con ustedes? miserables cobardes. Deberían ser hombres y no golpear a alguien como él.

—¿quién sos? ¿ por qué te metes en lo que no te importa?

—Quien soy no te importa.

—Niña tonta, no sabes con quienes te estas metiendo.

—Lo único que se, es que son unos malditos cobardes que se atreven a golpear a una persona indefensa, vamos fuera de aquí.

—No vamos a seguir tus órdenes —El sonido de una sirena hace que todos salgan corriendo. La chica se acerca sus ojos grises me observan con detenimiento. Su vestimenta es muy particular, lleva una camiseta negra, jeans del mismo color y un par de converse  gastados.

—Vamos te ayudo —dice al mismo tiempo en que me ayuda a levantarme del suelo en el que me encuentro. Con ayuda de ella subo a la silla, mi corazón se acelera al ver a mi ángel caminar hacía mi. El mundo se detiene durante el recorrido que hace hasta llegar a donde estoy —Amigo ¿estás bien? —Santiago se ve preocupado.

—¿por qué te fuiste así de la casa de Clara y Jorge? —Escuchar esa pregunta me hace recordar mi desdicha. Sin importarme nada reclamo —¿ustedes lo sabían?

—Saber ¿qué? —dicen los dos al mismo tiempo.

—Que Clara es la mujer que me dio la vida.

—¿Cómo lo supiste? —Mi ángel observa con sorpresa.

—¿por qué no me lo dijeron? Yo pensé que eran mis amigos.

—Lo siento. De verdad hubiera querido decirlo, pero no me correspondía. Eso es algo que solo Clara tenía derecho a revelar.

—Fue más fácil jugar a ser unas buenas personas ¿no? Nunca debí confiar en nadie, todos te traicionan y ustedes no son la excepción —no me importa nada, solo quiero sacar el dolor que tengo por dentro al darme cuenta del engaño.

—Nadie te ha traicionado. Entiendo que para ti es difícil, pero también date cuenta no teníamos derecho a decir algo. Hey duende mirame ¿dime tú revelarías algo que un amigo te cuenta? Clara es mi amiga.

—Tu fidelidad está con ella.

—Estoy sobrando. Mejor me voy. Suerte —dice la chica que hace unos minutos me había ayudado, sin esperar repuesta se aleja de nosotros. 
Estoy demasiado abrumado con todo lo que sucede. Mis ojos empiezan a pesar de cansancio, escucho voces lejanas, no alcanzo a entender lo que quieren decirme. Veo unas luces parpadeantes, una ambulancia llegar. La muerte será la mejor salida.

Llega un momento en el que el cuerpo deja de luchar. Nada tiene sentido, la vida es hermosa cuando tienes motivos para sentirla. Todo se a perdido, mi ángel está enamorada de otro. La mujer a la que tanto admiré resultó ser la que un día me botó a la basura. Cada buena acción fue solo para callar los remordimientos de su conciencia, Santiago lo dijo <Nunca esperes nada a cambio para no sufrir una desilusión>

Quizá puse mi confianza en algo que no valía la pena. Por un momento pensé que podía ser feliz, no sé tal vez algo o alguien se había apiadado de mí y me daría la felicidad que tanto deseaba. En mi delirio veo a personas entrar junto a mí al hospital de nuevo en el lugar donde todo empezó. La vida suele ser tan terca que juega con nosotros, un día nos separa luego nos une, soñé tantas veces con conocer a mi madre y lo hice, pero no supe como actuar. Mi mente deja de pensar,  cierro los ojos y caigo en el profundo sueño de donde no quiero despertar.




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