¡tú! Mi ángel

La otra parte de la historia

Nunca había estado en la celebración de una boda. Todo fue muy emotivo. <El amor es grande, puede superar cualquier obstáculo> eso sonó muy emotivo. Me despido de mi ángel, no se a donde ir ¿alguna vez han sentido que su vida no encaja en ni un lugar? Que todo parece estar en contra y nada de lo que hemos pasado es una casualidad. Las cosas parecen suceder siempre por algo, el conocer a Janet <es la primera vez que digo su nombre y me siento raro> me llevó a conocer a Clara, estuvimos en el instante perfecto, si hubiera estado unos minutos después nada de esto habría pasado.

—Estas muy pensativo. Has pensado en hablar con Clara.

—No quiero saber nada de ella.

—¿por qué? Desde que te conozco siempre quisiste conocer a tu madre, incluso querías hasta buscarla ¿qué fue lo que cambió? No puedes negar que ambos se ganaron tu cariño en poco tiempo.

—Si y todo se fue a la mierda cuando supe el porqué me ayudaban.

—Y no se te ha ocurrido pensar que a lo mejor lo supieron después.

—Eso no cambia en nada la historia, quizá no lo sabían, pero ella bien que me dejó a mi suerte cuando nací o crees que no sabía lo que hacía.

—Habla con toda la ironía que quieras ¿por qué no vas y le preguntas por qué te abandonó? Tienes derecho a saberlo.

—Tengo miedo —me atrevo a confesar. Hace mucho que construi un muro para no ser lastimado, mi escape donde nada ni nadie importa. Pude obligar a mi cerebro a olvidar esa etapa de mi vida que tanto daño me a causado —Tú mejor que nadie sabe que soy impulsivo y digo muchas cosas sin querer, no me gustaría herir a Clara a pesar de todo ellos fueron buenos conmigo desde que los conocí y no se cuando descubrió que yo era su hijo. Mi vida va a depender de la repuesta  a esa pregunta.

—Me parece buena idea. Vamos de una vez.

—Mejor vamos mañana.

—Sabes cuántas personas han muerto dejando todo para otro día. Mi amigo no hay tiempo que perder, tal vez mañana sea muy tarde para hablar.

—No. Podemos ir mañana —debo pensar muy bien lo que diré cuando hable con Clara, pero Santiago tiene razón. Acepto ir a casa de Jorge, el tráfico a esta hora es demasiado, el auto avanza a paso lento.

Después de una hora llegamos a la casa, Santiago me ayuda a bajar y me acompaña hasta la puerta. Jorge al verme frente a él se asombra y nos invita a seguir, entramos. El ambiente es diferente al de la última vez que estuve aquí, aquel día llegué con la ilusión de enomorar a mi ángel, ser una persona buena y aprovechar la oportunidad que la vida me daba para cambiar. Hoy no queda nada de todo aquello, solo un corazón sangrando de dolor por todo por lo que ha tenido que vivir.

Me veo en el cristal de la ventana, no me reconozco. Meses atrás era un chico que vivía en la calle, no tenía gran cosa, pero tampoco los debates que vivo hoy. A mis dieciocho años he visto de todo, asesinatos asaltos y muchas cosas que no sirve de nada recordarlas —Gracias por venir —la voz de Clara me obliga a dejar de pensar.

—Cuando descubrí que eres la mujer que me abandonó un día, me llevé una gran desilusión. Yo solo supe la versión que me dieron cuando niño, no estaba preparado para escuchar la tuya, pero ahora gracias a Santiago he cambiado de opinión y quiero saber tu verdad. Hablemos de lo que sucedió aquella noche porque hasta donde yo sé la historia empieza con una pelea de perros. Me hace falta una parte del rompecabezas para poder armarlo completo. Solo te pido una cosa, no me mientas, prefiero saber que nunca me quisiste a que me quieras dar a beber agua con el dedo. No soy idiota y detesto que me vean como a uno. Ya te dije lo que quiero así que empieza a hablar.

Clara me ve con lágrimas en los ojos —Habla, quiero escuchar tu historia no tu llanto —ser cruel siempre fue mi escudo, tenía que aprender a defenderme y nada mejor que usar el disfraz de despiadado para no salir lastimado.

Ella se limpia el rostro y me dedica una mirada de dolor —Está bien, si no quieres hablar no lo hagas,  evitemos perder el tiempo —doy la vuelta con la silla —Cuando tenía quince años me enamoré como una tonta de un hombre. Todos los días escuchaba las palabras de mis papás <ese hombre no te conviene> un día me cansé de todo y  fui a vivir con él. No pretendo justificar mi actitud, pero a esa edad pensamos que amamos y ni siquiera sabía lo que era amar. Cometí el error de dejarme manipular, viví durante mucho tiempo con el amor de mi vida como le decía. Empezó a golpearme  cada día era lo mismo, fui víctima de mis malas decisiones. Dos años pasaron entre golpes y una que otra muestra de cariño de su parte. Mi pareja me odiaba y solo me uso para hacer sufrir a mis padres. Empecé a sentirme mal y fui al hospital allí me informaron que estaba embarazada. Fui la mujer más feliz con esa noticia, ya no estaría sola pues muy pronto tendría a mi angelito junto a mí, desde ese día yo te decía mi ángel. 
Pensé en abandonar a ese hombre, pero él me prometió cambiar, yo pensé que lo mejor para ti era tener una familia. No tienes idea de lo mucho que me arrepiento de haberme quedado a su lado. 
Cumplí ocho meses de embarazo, él llegó borracho dijo cosas muy hirientes, me sacó de la casa, fui obligada a dar a luz en la calle. Estaba tan agotada que perdí el conocimiento, desperté varios días después en un hospital nadie supo darme cuentas de mi hijo. Yo nunca te hubiera abandonado.

Esa historia no me convence. Siento que hay muchas cosas más por lo tanto le digo —Quiero la historia completa.

—No quiero que sufras —dice viéndome a los ojos.

—Pues o me cuentas toda la verdad o no me dices nada, odio las verdades a medias.

—Está bien. Sufrí violencia verbal y física. El día que te traje al mundo, él tomó mi cabello en sus manos y me obligó a salir de la casa. En la calle golpeo tanto mi vientre hasta que hizo que la fuente se me rompiera. Grité, pero nadie me ayudó, él se encargó de cortar tu cordón umbilical. Cometí muchos errores, pero te aseguro que abandonarte no fue mi intención. Estaba mal física y psicológicamente, perdóname por no haber podido defenderte cuando él te botó a la basura, lamento tanto el haberte condenado a una vida miserable. Solo quiero que sepas que yo te amé desde que supe que vivías en mí, actúe de manera irresponsable, perdóname por arrastrarte a mis miserias. Él me confesó lo que hizo contigo en el juicio, juro que quise matarlo. Cuando estuvo a punto de morir me confesó que los perros nunca te devoraron, sino que alguien te rescató. Bendije a ese hombre durante toda mi vida porque él hizo por ti lo que yo nunca pude hacer <protegerte> es la responsabilidad de la madres es velar por sus hijos y yo no lo hice contigo.




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