¡tú! Mi ángel

Extra

La mañana estaba fría. Las temperaturas solían ser muy variadas. Un día parecía el mismísimo infierno y al otro sería como amanecer en el Polo Norte. Así es Guatemala, una excelente combinación de climas, quieres frío puedes visitar Quetzaltenango, si tú pasión es el calor el Departamento de Retalhuleu quedaría perfecto, un día en el puerto de Champerico escuchando solamente el sonido de mar.

La paz que se experimenta frente al mar, no fue capaz de acariciar el corazón de la madre que lloraba la pérdida de su hijo. Tantos años buscandolo para encontrarlo y tener que despedirse de él. La mujer dejó que el agua salada mojara sus pies, estaba libre, pero su corazón permanecía cautivo presa del pasado. Caminó junto a su esposo, este solo se dedicaba a acompañarla, no la obligaba a hablar de lo que pasó, respetó su dolor. Estaba a su lado sin inmiscuirse en su dolor.

La mujer limpió sus lágrimas y dijo -Es hora -levantó sus cosas y de la mano de su esposo se dirigió al auto. Él hombre solo manejaba, hubiera sido capaz de dar su vida para evitar que su esposa sufriera, pero no fue posible. Pensó mucho tiempo su visita al puerto, fue imposible suspender todo, lo hizo por él, así como todo lo que hacía.

Se detuvieron en el cementerio ella bajó lo más rápido posible y caminó hasta la tumba con la lápida que decía <En memoria de alguien que siempre quiso ser bueno y se obsesionó tanto que no se dio cuenta que su corazón siempre fue muy noble> así terminaba el escrito. Depositó flores al levantar su vista observó a la chica que llegaba —Te juro que después de un año, no he podido superar su ausencia —Janet asintió, solo quería dejar de sufrir, parece que a su familia le pesaba una maldición, todod el que se acercaba terminaba muerto.

Las mujeres conversaban. La tristeza se adueñó de sus corazones al recordar los buenos momentos vividos, aunque no fueron muchos los disfrutaron. Santiago apareció de la nada, vestía un traje negro, los lentes de sol ocultaban lo rojo de sus ojos y las lágrimas rebeldes que salían sin permiso -Duende siempre fue mi amigo. No podía dejar de venir -dijo dejando flores sobre la tierra mojada por lluvia que acababa de caer en la ciudad.

Un hombre observaba todo desde lejos —Era lo mejor —se dijo —De lo contrario hubiera tenido muchos problemas —subió los vidrios del auto y así como apareció se marchó.

La vida seguía para los amigos de duende. Janet tenía un novio que la amaba, también se atrevió a inscribirse en un curso de defensa personal, Bryan por pedido de su hermana le enseñó a defenderse. 
Santiago visitaba a los esposos Méndez quienes adoptaron a un niño para volcar en el todo el amor que tenían para dar. Decidieron darle la oportunidad a un niño de tener una familia.

Aparentemente todo estaba muy bien, pero en las noches la culpa llegaba. Su único consuelo era que tenía un ángel, en alguna parte del universo su hijo miraba orgulloso sus logros y sabía que todos eran dedicados a él. Así fue como aquel chico capaz de dar la vida por su ángel, terminó dejando un vacío en los corazones de aquellos que lo trataron. Un accidente, sus ganas de ser bueno lo llevaron a encontrar su pasado, pudo tener la otra versión de la historia y sanar su pasado.

Siempre quiso ser bueno y lo consiguió porque aquellos con quienes compartió se quedaron con su mejor personalidad. La de un chico capaz de dar la vida por las personas de su círculo, aquel que se enfrentó a la vida incluso en una silla de ruedas, que fue capaz de levantarse y caminar con paso decidido.

La juventud se deja llevar por las influencias, pierde gran parte de sus energías intentado ser quienes no son. Todo por formar parte de un grupo, creen que por su manera de vestir, caminar o las canciones que escuchan  ya merecen respeto y se conforman con ser unas simples marionetas del mundo. No aspiran a más que vivir para convencer  a otros.

El amor salva muchas almas, pero solo si estás quieren ser salvadas. Esta no fue una historia romántica en la cual el chico conquistaria el corazón de la protagonista y vivirían su amor. Duende pensó que salvó a Janet, ella pensaba lo mismo, pero en realidad fue algo mutuo. Al final los dos fueron un ángel en la vida del otro.

Ella lo salvó de sus miserias y lo llevó a conocer a su madre y él le enseñó a Janet que mientras haya vida siempre es posible cambiar. Los dos aprendieron que los ángeles tambien lloran. Que uno puede equivocarse mil veces y ratificar la misma cantidad. Que si algo duele es porque estamos vivos y dispuestos a cambiar.

Dicen que <el dolor es necesario, pero el sufrimiento es opcional>  este chico pasó toda su vida en la calle, hubieros días que no probó alimento, eso lo llevó a tomar decisiones incorrectas que lo llevaron a la muerte. Tal vez fue solo el comienzo de algo mejor, nada pasó en vano, porque a pesar de todo sirvió para que sus amigos tomaran la decisión de nunca dejar de vivir.

Janet frente a la tumba de Angel Javier se prometió ser luz para otros —Pensabas que yo te hacía una persona mejor, al final fue ayuda mutua. Duende siempre vivirás en mi mente y por supuesto en mi corazón, lamento no haber podido quererte como tú lo deseabas, puedo asegurar que siempre fuiste bueno. Nuestras acciones muchas veces nos representan y lo único que recibí de ti fue siempre lo mejor. Te quiero mi gran amigo. 
Dijiste que yo era tu ángel, pero en realidad las cosas no fueron así porque llegaste como un ángel para todos. Te ganaste el corazón de muchos y solo pudimos compartir unos meses contigo, te imaginas si tan solo te hubiéramos conocido mejor.

La chica limpió su rostro —Gracias duende siempre serás ¡MI ANGEL!

Fin
 


 

Agradecimientos
 


 

Hola espero estén muy bien.
 


 




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