Tú, mi destrucción ©

Capítulo 23

El departamento de Sebastián estaba en la zona céntrica de Banff, él era todo lo contrario a mí, le gustaba mezclarse con los humanos, la tecnología, las fiestas, compras, todo lo que tenía que ver con moda, varonil por supuesto, porque aunque sus gustos fueran diferentes él no lo aparentaba y gracias a ello rompió varios corazones.

A veces sentía tristeza por él, tantos años y no encontró al lobo con el que debía compartir su vida; aunque quizá no tardaba en llegar. Las cosas llegan cuando menos te lo esperas.

Subí los escalones a paso lento, mi urgencia no era mucha; sabía donde estaba Alaina, así que en cuanto terminara de hablar con Sebastián iría a buscarla y traerla de regreso y me importaba muy poco si no se encontraba de acuerdo. La obligaría de ser necesario, porque ya lo había decidido:

Ella sería mi mujer.

Fui un bastardo y un imbécil al dejarla ir, pero enmendaría ese error, la llevaría conmigo y todo sería como antes.

Al llegar al departamento toqué fuerte dos veces, oí ruido del otro lado y enseguida la puerta fue abierta por un Sebastián sonriente y alegre, parecía que le daba gusto el verme.

—Lane, pasa —dijo haciéndose a un lado.

Entré echando un vistazo a su departamento. Era amplio, con cuadros aquí y allá, colores vivos, toque varonil y moderno; admito que me gustaba.

—Me sorprendió que me llamaras —dijo—, ¿quieres algo de beber? —añadió. Ambos estábamos en la sala conformada por un mueble en forma de L en color blanco.

—No, estoy bien, gracias —murmuré.

—Supe lo que ocurrió con Donovan, lamento que las cosas estén así entre ustedes —murmuró tomando asiento frente a mí. Me encogí de hombros.

—No importa —le resté importancia—, veo a Cam más como mi padre que a Donovan Black —sus ojos se abrieron más de lo normal ante la mención de Cam.

—¿Cam está contigo?

—Sí, él ha estado a mi lado estas semanas. He recibido su apoyo, de él obtuve más de lo que Donovan pudo darme en estos años. —Comenté sincero.

—No seas tan duro, Lane. Tu padre —hizo énfasis en esta última palabra—, no fue el mismo desde que regresó de la muerte. Sí, es un idiota y fue un imbécil con Kairi, pero pese a todo, los ama, a su manera, pero lo hace.

—Tanto que me echó de su casa —escupí con rencor.

—No debiste faltarle el respeto de esa forma —me riñó. Solté un bufido.

—Sólo le dije sus verdades —repliqué. Él negó con la cabeza.

—No eres quien para hacerlo, tú no eres el indicado para reprocharle nada, si alguien debe hacerlo es la misma Kairi, pero ella lo ha sabido perdonar y él ha sabido ganarse a pulso ese perdón. Una relación donde hay rencor y reproches no irá a ningún lado. Ambos decidieron dejar el pasado atrás y seguir adelante, juntos. Debes entender eso, Lane.

Aparté la mirada y eché la cabeza hacia atrás sopesando sus palabras y aceptando, más no en voz alta, que en parte él tenía razón. Sin embargo, no pude contenerme, amaba a mi madre y todo lo que él le hizo, jamás debió perdonarlo.

—No vine a hablar de eso —susurré pasados unos minutos.

Volví a mirarlo y él tomó un profundo respiro como si intentara contenerse. Seguro lo desesperaba.

—Dime entonces en qué puedo ayudarte —musitó. Me enderecé sobre el sofa.

—Stacy no es mi mujer, me equivoqué, Sebastián. —Susurré ausente. Él no se notó sorprendido.

—Cuando Donovan me comentó de esta chica, me dijo que vio en ustedes la misma relación que tuvo él con Julie. —Comenzó a explicarme— Donovan y ella creían amarse, o al menos, Julie sí que lo amaba, tu padre le tenía más un gran cariño y en parte, creer que era su mujer influyó bastante para que él le doliera dejarla, pero te aseguro que si de verdad hubiese sido ella, Donovan jamás la habría dejado para seducir a Kairi, jamás.

«Pero el lazo que tenían no era lo suficientemente fuerte que Donovan accedió sin problema a los planes de Adrián. Y cuando vio a Kairi, tuvo la misma actitud que tú con Alaina. Ella pese a ser quien era y no ser suya, lograba despertar en él lo que Julie jamás pudo. Ojalá los hubiese visto, Lane, se conectaban de una manera especial y sólo fue a tu madre a quien Donovan tuvo la necesidad de morder, nunca lo hizo con Julie; aún lamento lo que le sucedió a esa chica, Kairi de algún modo fue la mala de la historia vista desde otra perspectiva y Julie sólo una víctima del amor que sentía por Donovan y de los planes de Adrián. Espero que Stacy no esté sufriendo de la misma manera.»

Escuché atento cada palabra, tuve la necesidad de volver el tiempo y presenciar yo mismo la relación de ambos; y mientras Sebastián hablaba más me convencía de que nosotros no teníamos una mujer, que pertenecíamos a quien nos hacía sentir completos. Así como mi madre hizo sentir completo a Donovan, así como Alaina me hacía sentir completo a mí. No necesitaba sentir esa paz a cada minuto, sólo experimentarla cuando me encontrara entre sus brazos.

—¿Recuerdas la noche que tu madre se puso mal? —Preguntó al notar mi silencio. Hundí las cejas.

—No del todo, sólo recuerdo llevarla a casa y ya… —susurré pensativo. A decir verdad no pude recordar nada de esa noche muy claramente.

—Alaina cuidó de ti, Lane. Eras como un niño pequeño, no hablabas, no te movías, estabas en shock. Y ella se encargó de ti, te bañó, te llevó hasta la cama y se quedó contigo toda la noche, cuidándote. Y luego tú le dijiste que la querias.

Me incorporé de golpe, cogí mi cabeza con ambas manos y luché por recordar lo que Sebastián decía, puse todo mi empeño en ello sin obtener buenos resultados.

—No lo recuerdo. —Dije al fin.

—Pero sí lo sabes, ¿no? —Inquirió poniéndose de pie, se cruzó de brazos.

—¿Saber qué? —Murmuré. Sebastián soltó una risa.

—Que la quieres, Lane, quieres a Alaina.

Suspiré y de nuevo huí de su mirada.

—Tal vez —mascullé entre dientes. Él me miraba fijamente, tanto que me incomodó—. ¡Está bien! —Alcé la voz—, ¡sí, la quiero!

Río y se mostró satisfecho.

—¿Y qué esperas?, ve a buscarla, quizá aún quiera volver contigo.

—Incluso si no lo quisiera, la obligaré a venir conmigo —él resopló y dio un masaje con sus pulgares en las sienes.

—Hijo de Donovan tenías que ser. —Masculló.




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