Como era de esperarse, Alex se fue del país. Me dolió que no viniera a buscarme antes de irse, pero me pareció también una decisión razonable; no sé cómo hubiera reaccionado si estuviera frente a mí.
Samuel ha insistido en salir otra vez, y yo acepté. Necesito distraerme y él es mi mejor salida, mi escape. Eso sí, nunca imaginé que me llevaría a la hacienda de su abuelo, me pareció un lugar majestuoso cuando caminamos por sus alrededores. La he pasado tan bien que hasta me duele la barriga de tanto reírme y de correr para ganar en las carreras. Definitivamente con él la paso muy bien.
—Deberíamos volver a casa, está anocheciendo —propongo.
—Como quieras —dice él, acercándose para darme un beso.
—Samuel —susurro, separándome unos centímetros. Aunque pienso en intentar algo con él, todavía no es el momento—. Quiero que sepas que, aunque aún no puedo corresponderte, espero hacerlo pronto. Solo dame tiempo.
—Lo sé. Prometo esperar el tiempo que sea necesario —comenta él, volviéndome a besar con tanta ternura que me hace sentir culpable por no quererlo como él a mí.
Caminamos por un sendero que llega hasta un lago y nos sentamos unos minutos para observarlo. Su mano unida a la mía es agradable, nunca pensé que esto me ocurriría con él. Cuando nos conocimos, nuestros encuentros estaban llenos de pasión, sin tiempo de disfrutar un poco de nosotros.
—Hermoso el lugar, ¿no crees? —pregunta.
—Precioso, la vida en el campo es más tranquila, nada que ver con el ajetreo de la ciudad.
—Estoy de acuerdo contigo.
El cielo rojizo hace ver espectacular el paisaje. Decido tomar una foto y subirla a Instagram, hace tiempo que no subo nada allí, tanta tristeza está acabando con mi vida social. Al poco tiempo, escucho que me llegan algunas notificaciones; entre ellas, Mabel dice que el lugar es hermoso y recrimina que no la he invitado, también pregunta que dónde es. Otros comentarios me llegan hasta que leo el de Tere, que me provoca una carcajada: dice que le encanta el lugar, pero me amenaza al comentar que me está vigilando. Mi sorpresa es inmediata cuando me llega la notificación de que a Alex le ha gustado mi foto.
Guardo rápidamente el teléfono en mi bolso, miro a Samuel y le sonrío. Alex tiene el detalle de acabar con mis momentos de felicidad, detesto sentirme vulnerable. Salgo de mis pensamientos al sentir que Samuel agarra mi mano para besarla.
—Quiero que sepas que te esperaré el tiempo que quieras, estoy dispuesto a luchar por ti contra quien sea. Al parecer es fuerte el amor que tienes hacia él —dirige su atención a mi rostro—, pero estoy seguro de que, si apuestas a mi favor, lograremos que lo olvides.
—Te necesito Samuel —digo, pensando en lo difícil que es mi situación. Él besa mi mano —, ayúdame a olvidarlo.
Caminamos de la mano hasta llegar al auto que está estacionado cerca del establo de la hacienda. El viento sopla y la luna empieza a reflejarse de forma hermosa.
Enciende el motor y las luces. El frío y el viento que mece los árboles hacen que el vehículo de Samuel sea el mejor lugar para estar. En su rostro se dibuja una sonrisa y a mis pensamientos, vienen los recuerdos.
Luego de un rato, detiene el auto a un costado de la ruta, sin dejar de sonreír. Empieza a besarme con lentitud. No sé por qué, pero empiezo a pensar que lograré olvidar a Alex, quiero creer que así será.
Cuando llego a casa, Alina me recibe entusiasmada. Me acerco a ella y empieza a morder mis dedos en señal de amor, yo también la adoro.
Aunque Ruth me ofrece de comer, casi olvido que los chicos van a venir hoy a dormir en la casa. Mientras avanzo a mi habitación, me encuentro a papá que me recibe con un beso y un abrazo; la envidiosa de Alina se embute entre nosotros para recibir caricias también.
Mi emoción es notable cuando veo llegar a Mabel, Tere, Roy y Bryan. Ellos han sido mis amigos por un buen tiempo y son casi que parte de mi familia, aunque últimamente no salga seguido con ellos. Al parecer, ese es el motivo de haber planeado quedarse en casa, para no perder la costumbre de reunirnos.
Admito que Samuel ocupa la mayor parte de mi tiempo. La pasamos muy bien juntos, vamos a diferentes lugares o tan solo nos sentamos a hablar en cualquier lado. Por esa razón prefiero salir con él, porque si lo hago con mis amigos, me recuerdan a Alex aunque no sea intencional.
Ruth nos ha preparado comida y bocadillos para que estemos satisfechos mientras hablamos y reímos, por eso al terminar de cenar, decido establecer reglas.
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Editado: 27.02.2019