—Carolina, en la tarde una señora vendrá a recoger un vestido. Lo voy a dejar listo para que se lo entregues, tengo un compromiso. ¿Puedes cerrar la tienda hoy?
—Claro, solo tienes que indicarme cuál es y a quién le entrego.
Mi jefe afirma regresándose hacia a mí.
—Por cierto, no había tenido oportunidad de preguntarte cómo te fue en el viaje.
—Bien, Leonard, no conocí mucho porque fui de compras y además me encontré a un amigo.
—¿Amigo? —pregunta con una sonrisa socarrona. No quiero ni imaginar lo que pasa por su mente.
—Sí —confirmo sonriendo al ver su expresión—, es solo un amigo.
—¡Qué raro que vayas de compras a otro país y te encuentres con un amigo! —exclama tocándose la barbilla y mirando al techo para darle dramatismo a su expresión.
—Así es, Leonard, no seas mal pensado —digo mientras lo miro seria. Él suelta una carcajada.
—Lo importante es que disfrutaste, señorita.
—Sí —respondo con seriedad.
Da la media vuelta y va dirigiéndose a su taller.
Después que atiendo a un cliente, fijo la hora en mi reloj y me doy cuenta que aproximadamente en una hora saldré del trabajo. Me imagino que al salir, Samuel estará esperándome. Por un lado, es mejor que hablemos para dejar todo bien claro, pero al mismo tiempo sigo temiendo.
De repente, en mi campo de visión aparecen Bryan con Roy acercándose hacia mí, me sorprendo al verlos aquí.
—Hola, Caro, que bueno encontrarte —saluda Bryan
—¡Caro! —Se acerca Roy a darme un beso—. ¿A qué hora es que sales de esta esclavitud? —pregunta señalando alrededor.
—¿Acaso me vas a invitar a algún lugar a comer?, pues déjame decirte que me encantaría.
—Si te portas bien, todo puede ser posible.
—¿A qué debo ese milagro? —pregunto—. Nunca me han visitado en mi trabajo, ingratos.
—Pues de ahora en adelante lo haremos todas las tardes —enfatiza satisfecho Roy
Miro a Bryan esperando que niegue lo que acaba de decir Roy ya que se ha mantenido en silencio todo el tiempo.
—Lo cierto es que nos gustaría hacer eso, además que podemos aprovechar el tiempo para conversar.
—¿Me quieren dar a entender que van a venir a recogerme a la salida todos los días?
—Eso mismo. —Sonríe satisfecho Roy.
—¿Tantos meses trabajando y no han sido bondadosos conmigo y ahora de repente quieren serlo?, discúlpenme pero no me fío de ustedes —inquiero dudosa.
—Tranquila —ríe Roy a carcajadas—, no te vamos a secuestrar.
—Les acepto esa propuesta otro día, pero ahora no puedo, voy a salir con mi novio.
Noto que no les gusta mi respuesta y enseguida Roy mira a Bryan, no sé qué se traen esos dos están muy sospechosos.
A pesar que les dije que me iría con Samuel, no se han ido de la tienda. Mientras atiendo a una señora, me miran y tienen una conversación entre ellos, presiento que yo soy el tema principal. No sé qué les pasa a estos dos locos.
Cuando termino mi turno, Bryan y Roy me ayudan a cerrar la tienda. Dirijo la mirada hacia la puerta principal del centro comercial y veo que Samuel se acerca tal como lo imaginaba.
—Gracias chicos —digo mientras me entregan las llaves.
—Hola, buenas noches —saluda Samuel.
Por educación, percibo que corresponden al saludo, pero su malestar es evidente. Esto es raro porque, aunque no son grandes amigos, cuando les tocaba saludar lo hacían amigablemente, pero hoy lo miran como si quisieran saltarle encima a golpearlo. Mejor decido intervenir, despidiéndome de ellos.
—¿Seguro que te vas con él? —susurra Roy cuando me despido.
—Sí —confirmo.
Junto con Samuel, empezamos a caminar hasta la salida. La tensión se siente en el aire, pero aun así actuamos con normalidad. Los nervios aparecen cuando me invita a subir al auto, no quiero quedarme a solas con él.
—Me gustaría que conversemos aquí, en el Centro Comercial.
—Pero… pensaba llevarte a comer un helado de los que te gustan.
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Editado: 27.02.2019