Tú, mi salvación

Capítulo 41

Acostumbrarme a mi nueva vida, para asombro de todos, ha sido fácil. Pensé que me costaría adaptarme, pero con la ayuda de Alex ha resultado sencillo. Me tiene gran paciencia a pesar que a veces debería de querer matarme, sobre todo cuando preparo el desayuno y la cena. Está dispuesto a ayudarme y dice que está todo delicioso, aunque sé que lo hace por hacerme sentir bien.

Con la ayuda de Leonard, su amiga logró ubicarme en la tienda más cerca a la empresa de Alex, así que nada puede estar saliendo mejor. Esta diseñadora tiene varias tiendas y trata muy bien a los empleados, fomentando un buen ambiente. Así que con mis compañeras de trabajo también hay cordialidad.

Definitivamente la tienda es lo mío, me gusta atender a las personas y recomendarles atuendos o combinar los diseños, lo más difícil es cuando la compra es en efectivo, aunque muy rara vez ocurre; me da temor dar cambio de más o menos, pero siempre están las chicas atentas para ayudarme en la caja. Alex me había buscado un puesto al igual que papá en una empresa con ayuda de su jefe, pero también tuve que rechazarlo, no me veo en una oficina, me gusta el contacto con las personas y ofrecerles mi ayuda.

Como la empresa queda cerca de mi trabajo, tenemos el privilegio de almorzar juntos. En el trabajo de Alex tienen contrato con un restaurante cercano, por eso comemos ahí y, si surge algún inconveniente por ambos, pedimos para llevar y almorzamos en la tienda o en la empresa. Sé que él no sería el esposo perfecto, pero yo no podría desear nada mejor, es ideal para mí.

En nuestro hogar, nos esforzamos por llevar las cosas de la mejor manera posible; a veces discutimos como cualquier pareja, pero siempre nos esforzamos por solucionarlo. Alex tiene el dicho de «nunca acostarnos a dormir enojados o sin haber solucionado el problema», por eso creo que estamos bien. La mayoría de las discusiones son insignificantes.

Reconozco que, aunque es fácil, limpiar la casa no es mi pasión, siempre he estado acostumbrada a que las personas del servicio doméstico hagan todo por mí, y cuando pasamos por aquella crisis, Ruth siguió haciéndose cargo de la casa; aunque yo le ayudaba en ciertas cosas, ella hacía lo más difícil. Mi tormento es limpiar los baños, aunque Alex cuando puede me ayuda, pero sé que no debo dejarle toda la carga a él.

Los chicos aún no nos han visitado porque dicen que quieren dejarnos que pasemos la luna de miel, nos reímos al escucharlo. Aun así, hablamos siempre, las video llamadas son infaltables y disfrutamos de nuestras conversaciones por horas. Alex ciertos días también invita a algunos compañeros de la empresa; ya comenzamos a tener amigos en común. También hablamos con su familia. Siempre llamo a Ruth, aunque mi papá sigue enojado conmigo, nunca quiere contestar las llamadas.

Hoy cumplimos siete meses como pareja en nuestra relación formal, aunque la nostalgia también llega por sentir a mi papá tan lejos, me emociono al leer un mensaje de Alex diciendo que me tiene una sorpresa. Cuando se cumple mi horario, con rapidez me quito el uniforme y me coloco un vestido y me maquillo un poco.

Estoy lista cuando escucho el pitido del auto. Como ambos trabajamos, hemos podido comprar un vehículo de medio uso, casi nuevo. Compartimos gastos de la casa y aun así nos queda para otras cosas y para ahorrar.

—Hola, mi amor —saluda él.

—Hola, bebé —digo adentrándome en el auto para darle un beso—. ¿Adónde vamos?

—Es una sorpresa, póngase el cinturón y no haga preguntas.

Admito que estoy muy emocionada, me gustan las sorpresas, sobre todo si vienen de Alex; últimamente he descubierto lo detallista que es. Es muy romántico y eso hace que me enamore más de él cada día.

En los semáforos, él aprovecha para tomarme de la mano y besarme, es maravilloso sentir ese cúmulo de sensaciones.

—No es una gran sorpresa, solo es una cena romántica en un hotel y nos quedaremos allí esta noche.

—Pero no he traído nada para cambiarme, me hubieras…

—Yo me encargué de eso, mi amor, atrás tengo la maleta.

Asiento brevemente. No me sorprende que tenga todo listo.

El hotel es hermoso, pero lo que más me gusta es el recorrido peatonal que hacemos por un lugar bonito, nuestro guía en el trayecto nos cuenta historias románticas bogotanas. Hemos recibido una copa de vino caliente, es exquisito. Ha sido una hermosa sorpresa.

Ahora nos llevan a un restaurante. Al sentarme, me fijo que nuestra mesa está decorada con pétalos de rosas, me siento la mujer más consentida del mundo en estos momentos.

—¿Te gustó la sorpresa, mi amor? —pregunta Alex mientras esperamos el postre. La cena ha estado deliciosa.




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