Hay verdades que solo se cuentan cuando la carretera avanza y no hay dónde esconderse.
–¿Nos vamos? ¿Música favorita? –Mi chófer particular me dedicó una sonrisa preciosa. Con aquello delante, la música era lo de menos.
–No sé, me gusta un poco de todo… pero algo alegre estaría bien. Te dejo elegir. Tu coche, tu música. Así te conozco un poco mejor.
–Voy preparado para todo. Tengo una lista para este viaje que tiene un poco de diversión, un poco de nostalgia y algo de aventura. ¿Te parece?
Conducía con serenidad, comentando detalles de los lugares por los que pasábamos e intercalando anécdotas personales. kilómetro a kilómetro encontrándonos más cómodos y creamos un espacio para la confianza.
–¿Eres fotoperiodista por culpa de tu padre? –le lancé a bocajarro.
–Pues sí y no. La fotografía me apasiona desde siempre: cualquier aspecto que tenga que ver con ella. Sobre todo me gusta captar a la gente en su contexto. Él me educó la mirada y me regaló mi primera cámara; sin embargo, siempre estaba fuera, por lo que disfruté muy poco de su compañía. A cambio, cuando estaba en casa salíamos a cazar historias juntos y él hacía visibles cosas que a mí me escapaban. Recuerdo que nos sentábamos en cualquier lugar y me decía: “Respira unas cuantas veces y deja el tiempo pasar mientras llevas la mirada de un lugar a otro. Cuando encuentres lo que buscas, atrápalo”.
–Vaya, eso es un sí con todas las letras.
–No te creas. Durante un tiempo me dediqué a otras cosas. Decidí probar proyectos diferentes. Nada me llenaba. Al final entendí que él me acercó a este mundo, pero que fui yo el que decidió volver a él. Mi madre no está muy contenta, como comprenderás. No soy fotógrafo artístico: documento realidades complicadas la mayor parte del tiempo. Viajo mucho a lugares en conflicto. Ella tiene muy presente cómo murió mi padre, pero ha aprendido a no interponerse porque sabe que esto me hace feliz.
Mi padre murió por una bala perdida en Irak. Sabemos que, a veces, sale mal… pero también puedes resbalarte en la ducha y matarte. Intentamos no dramatizar. Mi madre siempre dice que prefiere pensar que estoy de vacaciones. y
–Debe ser duro, aunque finja que no.
–Un poco. Ahora que sabe que vuelvo a Ucrania está… un poco territorial, vamos a decirlo así; sin embargo, saca los álbumes de mi padre, mira sus fotos y recuerda lo feliz que era haciendo esto, y me entiende –hizo una pausa larga antes de preguntar. Pensé que tendría curiosidad por mi padre y por el hecho de que se viniese a Portugal sin mí; sin embargo, fue a quemarropa–. ¿Y tú? ¿Qué recuerdos tienes de tu madre?
–Ninguno –le dije–. Decidió tirarse por un puente cuando yo era muy pequeña.
Se quedó callado. Pobre, la respuesta debió dejarlo en shock. Nunca se lo había contado a nadie. Siempre decía a los que me preguntaban que había muerto cuando yo era una niña, pero nunca mencioné que se había suicidado.
–Lo siento.
–No lo sientas. No la conocí, así que no sufrí su pérdida. Por lo que sé, fue un caso grave de depresión posparto: una posibilidad de entre un millón. La verdad es que no sé nada de ella porque decidió largarse antes de que yo pudiera guardar algún recuerdo.
Me ha llevado años y mucha terapia entender que no fue culpa mía…Si te digo la verdad, hasta hace poco no había visto ni una fotografía suya. Mi padre se deshizo de todo lo que tenía que ver con ella, hasta el punto de borrar también a mi familia materna. Y aquí me tienes: huérfana y viajando en coche con un desconocido para conocer a la madre que la trajo al mundo.
–Complicado, sí… pero te equivocas en una cosa. Tú y yo no somos desconocidos. Te recuerdo que, entre otras cosas, has dormido conmigo, aunque fuesen las horas de un vuelo. Eso no lo puedes decir de cualquiera. Además, no presto mi hombro a desconocidas dormilonas –sonrió con picardía mientras volvía a fijar la mirada en la carretera.
–Es cierto. Se me olvidaba que ya teníamos una historia. Un lapsus. Mea culpa.
–Al final, ninguno de los dos tiene una vida perfecta, pero ¿quién iba a querer algo así, pudiendo tener una infancia atormentada?
–Exacto, ¿puede haber algo mejor que unos padres que te traumaticen? Eso siempre imprime carácter.