Capítulo 43. Las tres y diez

Hay horas en las que hasta los muertos parecen acercarse.

Las sobremesas son el momento del día en el que la avoa y yo solemos estar cada una a lo nuestro. Ella no es de las que duermen la siesta; prefiere sentarse a resolver crucigramas o a hacer punto. Yo, tumbada en el sofá, lo mismo veo la tele que leo un libro o doy un repaso a las redes sociales.

–Avoa, ¿por qué el abuelo no quiso a mi padre como pareja para mi madre? Tenía un buen trabajo y era bastante guapo. Tampoco creo que fuera por la diferencia de edad… –Tiré del hilo sin comentarle nada de lo que me había dicho la tía Uxia; quería ver qué me respondía sin condicionarla.

–Lo hizo por amor, pero hacia una persona que ya no lo necesitaba. Fue por su hermana. Es una historia muy triste, neniña, y poco tuvo que ver con tus padres. Muchas veces he vuelto atrás, a cuando tu madre era una rapaza alegre, y me he preguntado qué habría sido de nosotros si tu abuelo no se hubiera cegado o si yo hubiese sido más fuerte y hubiese impuesto mi criterio. Pero ahora todos esos si hubiera sirven de bien poco.

–Sé que su hermana murió, pero no sé nada más. Avoa, creo que tengo derecho a conocer un pasado que me afecta.

–La historia es bien sencilla: la hermana de tu abuelo era una verdadera preciosidad, tu madre y tú se parecen mucho con ella. Lástima no tener ni una foto, pero tu abuelo las quemó, imagino que buscando aliviar su sufrimiento. Ella y tu abuelo paterno eran novios y se iban a casar. Al final, él la dejó y se casó con otra. Ella, que no lo soportó, se lanzó desde el acantilado.

La avoa dejó las agujas sobre la mesa y respiró hondo, como si aún le pesara decirlo.

–Como ves, es la historia más vieja del mundo y, sin embargo, aquí estamos tú y yo falando cos nosos mortos.

–Nuestro muertos no hablan, avoa. Ese es el problema, que se han ido sin explicarse.

–Lo muertos hablan con nosotros, pero no los escuchamos, filliña. Hay palabras que quedaron atrás sin ser oídas. Lo sé porque, a mis años, comienzo a escucharlas… y comprendo cosas que antes no.