Tu nombre nunca termina

capítulo 44. Reinas de corazones

Hay noches que empiezan en broma y terminan revelando quién te mira de verdad.

Con Anna la vida es una fiesta… aunque no quieras. Hoy toca noche de disfraces y ella no acepta un “no” por respuesta. Intenté escabullirme, pero luego pensé: ¿cuándo fue la última vez que me dejé llevar?

Improvisamos un disfraz, claro. Menos mal que la avoa y la madre de Anna cosen de maravilla y que mi amiga tiene una imaginación peligrosa cuando se trata de enseñar piel. Al final decidimos ir de reina de corazones, pero versión libre. Una visita rápida a la mercería: tul a lo bestia, fieltro y la pistola de silicona, que la avoa nos confiscó porque onde se viu pegar a roupa con pegamento habendo agulla e fío.

Anna se puso un jersey negro y minifalda. Yo, top negro y una falda enorme de tul rojo y negro. Corazones por todas partes. Después de tanto bricolaje textil, acabamos reventadas y tiradas en el sofá, pidiendo una pizza, que para la avoa es una empanada, de esas de los italianos, que no ten ni chicha nin nada.

A eso de las once salimos de casa, maquilladas como puertas y encantadas con nuestros disfraces, después de una interminable sesión fotográfica que Anna ya había subido a Instagram, porque ella es muy de redes. Puedo decir, en honor a la verdad, que hemos amortizado el gasto: nos lo estamos pasando genial. La música acompaña, hay un montón de gente conocida y el alcohol corre a destajo. Menos mal que vinimos en taxi y que volveremos igual.

En estos saraos siempre hay quien no controla la bebida, así que no sorprende que aparezca el pesado de turno, el que no entiende que esa no es su noche y que no va a ligar ni aunque rece. Justo eso es lo que le acaba de pasar a uno que va disfrazado de Thor: muy mono, sí, pero pesadísimo. Menos mal que Anna le ha cortado el rollo rápido. Hoy es noche de chicas; queremos bailar solas, con todos, con quien nos apetezca… pero sin que nos monopolice ningún iluminado. Hay chicas guapísimas en el pub, así que le deseamos a Thor que encuentre a su Elsa Pataky antes de que acabe la noche.

Un problema: los chupitos de orujo. Debería tatuarme que no son buena idea: entran solos, pero al cuarto las cosas se vuelven un poco difusas. El local tiene una terraza que da a la calle, llena de gente fumando o dándose un respiro, que el fresco siempre viene muy bien cuando se sube el alcohol. Decido sentarme en un muro, mirando hacia afuera, para ver si se me pasa un poco el mareo lejos del jaleo.

Cuando empiezo a serenarme, unos brazos fuertes me rodean por detrás, dejándome totalmente inmovilizada. No puedo ver quién es… hasta que habla. Por supuesto: Thor no debió entender la indirecta de antes y quiere continuar la fiesta fuera. Intento soltarme, pero él sigue en plan gracioso y me tiene atrapada. Entro en pánico.

Bella, ¿dónde estabas metida? Llevo un rato buscándote.

Me quedo paralizada al escuchar a Ivo a mi lado. La vergüenza y el miedo se mezclan y temo que se me trabe la lengua, pero siento como Thor afloja el agarre al oírlo.

–¿Y este quién es? No me puedo creer que nuestro matrimonio te importe tan poco y que le arruines la vida a los gemelos, poverini –dice Ivo, tan tranquilo.

Libre por fin, veo como Thor levanta las manos, dejando claro que no quiere problemas.

–Gracias –suspiro–. No sabía que estabas por aquí. Veo que vas disfrazado de ti mismo, genial, muy ocurrente. Anna diría que ya eres un vampiro, para qué disfrazarte de uno. Tan serio y taciturno… ¿hoy no viene ninguna de tus amiguitas a hincarte el diente?

Me mira despacio, y por la expresión que pone intuyo que está apunto de llamar otra vez a Thor, así que me apresura a añadir:

–Gracias por espantar a ese tío, aunque lo tenía controlado…

…solo necesitaba algo de tiempo para planear la huida…

… Menos mal que eres un hombre de paz y que lo has convencido con buenos argumentos… Pobre, de repente se vio padrastro de dos criaturas.

Arrastro las palabras. Qué asco de alcohol. Desde fuera debo parecer un cuadro, y me muero de la vergüenza.

–No me hace ninguna gracia, Diana. Eres una imprudente, ¿cómo se te ocurre estar aquí fuera sola y borracha? ¿No ves que esta gente no controla? Si no te llega a soltar, te juro que lo hubiera matado. ¿Y después qué?

–Tampoco te había hecho nada el chaval –protesto–. Solo estaba… más cariñoso de la cuenta. No es la primera vez que me pasa. Tranquilo, no necesito que defiendan mi honor de damisela en apuros.

–No soportaba que se aprovechara– murmura casi para sí.

–Diana, ¿qué haces aquí fuera? ¡Están poniendo las mejores canciones y te necesito! –oigo a Anna, que aparece buscándome–. Vaya, pero si está aquí el mismísimo Conde Drácula. Ya te digo yo que a ella no le va a importar que le des un mordisquito –dice haciendo el vampiro con las manos.

–No puedo con ninguna de las dos –resopla Ivo–. Hacedme un favor: no os separéis y volved en taxi.

____________________________

Y hasta aquí por hoy…
Prometo que el domingo volvemos con más desastres, más orujo, más disfraces improvisados y, claro, más Ivo haciendo de héroe sin querer.
Si quieres apoyar la historia, coméntala, dale like, guárdala o recomiéndala. En plataformas como Booknet y Wattpad eso lo es TODO y me ayudas un montón.
¡Nos vemos el domingo! ❤️♣️




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.